Los Tres Imperios Y El Legado De Cai

EQUILIBRIO

La respiración de Kael formaba nubecitas blancas mientras corría tras Mael y Yara, sus pasos retumbando en el túnel estrecho. Detrás de ellos, el eco de gritos y cascos metálicos retumbaba como truenos.

Emergieron al bosque bajo la luz azulada de la luna, los árboles erguidos como columnas vivas. Un murmullo constante de insectos llenaba el aire, y el olor a tierra húmeda envolvía sus sentidos. Kael se detuvo, jadeante, con el corazón martillándole en el pecho.

Yara se giró, fría y alerta.
—No podemos quedarnos aquí. Vendrán tras nosotros.

Mael le lanzó una mirada cargada de tensión.
—Necesitamos unos minutos. Kael apenas puede respirar.

Kael se inclinó hacia adelante, sosteniéndose las rodillas. Sentía aún el peso de la esfera vibrando bajo su túnica. Ramas le habían rasguñado los brazos, y la humedad del bosque se pegaba a su piel como una segunda capa. Mael se acercó y le apoyó la mano en la espalda. El calor de su palma le quemó la piel.

—Kael… mírame. Respira.

Kael alzó la vista, sus ojos encontrándose con los de Mael. Era la primera vez que veía un leve temblor en la mirada segura del guerrero.

—¿Por qué estás aquí, Mael? —preguntó, casi en un susurro—. ¿Por qué apareciste justo cuando encontré la esfera?

Mael apartó la mirada, los músculos de su mandíbula tensos.
—No es el momento…

—¡Sí lo es! —exclamó Kael, la voz quebrada—. Todo el mundo parece saber quién soy… menos yo.

Mael respiró hondo, sus labios temblando antes de hablar.
—Estaba siguiendo pistas. Movimientos… rumores sobre la esfera. Sabía que alguien con sangre de Cai aparecería. No esperaba que fueras tú, ya te lo había dicho.

Kael lo miró, confundido.
—¿Estás diciendo que me estabas buscando?

Mael bajó un poco la voz, sus ojos brillando con algo entre dolor y cautela.
—Sí… y no. Yo… vengo del otro lado de la frontera, Kael. He trabajado para gente poderosa… en los tres imperios. Durante años fui un emisario, un espía, un cazador de secretos. Pero no siempre estuve de su lado. —Se pasó una mano por el cabello, respirando hondo—. Supe cosas sobre tu familia. Sobre lo que intentaban proteger. Y sobre lo que intentaban evitar.

Kael parpadeó, su mente corriendo a mil por hora.
—¿Intentaban evitar qué?

Mael bajó la mirada.
—Que el mundo volviera a arder. Que alguien… —hizo una breve pausa, y sus labios se torcieron apenas— como Lysandor… se hiciera con el Núcleo entero. Y eso es algo que sigue siendo una amenaza.

Kael abrió la boca, pero Mael levantó una mano para interrumpirlo.
—No puedo contarte todo. No todavía. —Su voz se quebró apenas—. Pero créeme en esto, Kael: desde el momento en que tomaste esa esfera, dejaste de ser invisible. Y si no te protejo… los tres imperios te arrancarán de este mundo.

Kael tragó saliva, con el pecho subiendo y bajando rápidamente.
—Entonces… ¿de qué lado estás, Mael?

Por un segundo, Mael lo miró como si la respuesta le doliera.
—Del tuyo. Aunque a veces desearía no estarlo.

Kael frunció el ceño, con la garganta apretada, a punto de replicar. Pero un crujido en el bosque lo hizo tensarse. Yara alzó la mano, deteniendo cualquier palabra.

—Nos encontraron…

Sombras surgieron entre los árboles. Cuatro figuras encapuchadas se adelantaron, envueltas en capas oscuras. Entre las hojas, Kael creyó ver un par de ojos que lo observaban con un brillo extraño, como brasas encendidas. Un escalofrío le recorrió la espalda, y por un instante, pensó en Lysandor.

Kael dio un paso atrás, su mano instintivamente buscando la esfera bajo la túnica.

Uno de los encapuchados habló, con voz suave:
—Kael de Cai… Custodio del Núcleo.

Yara se interpuso, sacando parcialmente su espada.
—No nos vuelvan a seguir.

—Si no lo hiciéramos, el equilibrio estaría perdido —replicó la figura, bajando su capucha solo hasta dejar ver unos ojos grises, fríos como el acero—. Vaelora se prepara para tomar el Núcleo. Si lo consiguen, ningún imperio podrá detenerlos.

Kael tragó saliva.
—¿Por qué Vaelora?

La figura hizo una leve pausa.
—Porque alguien en su consejo cree que el Núcleo es la llave para abrir lo que Cai selló antes de desaparecer. Y para liberar algo… que jamás debió existir.

Yara se tensó de inmediato.
—¿Estás hablando de Lysandor?

Un murmullo recorrió a los encapuchados. Kael miró a Yara, atónito.
—¿Lysandor?

Yara lo miró a los ojos, su expresión endureciéndose.
— Si, pero nadie conoce toda su historia. Durante años movió hilos en secreto, siempre buscando algo. Creímos que había desaparecido tras la caída de Cai… pero si está activo de nuevo… entonces nada está a salvo.

El encapuchado asintió despacio.
—En Vaelora corren rumores de que se ha convertido en consejero en las sombras. Quiere usar el Núcleo para traer de vuelta a Cai… a su manera.

Mael dio un paso atrás, palideciendo.
—No puede ser… él murió…

—No todos los fantasmas se quedan muertos —susurró el encapuchado.

Kael bajó la vista, sintiendo un escalofrío recorrerle la columna.
—¿Qué es lo que Lysandor quiere liberar?

El encapuchado negó con la cabeza.
—Aún no lo sabemos. Solo que si tiene éxito… el equilibrio entre imperios se romperá para siempre.

Mientras hablaban, la esfera comenzó a emitir un pulso de luz azulada. Como si respondiera a lo que decían. Kael la sostuvo con más fuerza.

—¿Qué significa esto? —preguntó.

Uno de los encapuchados lo miró con solemnidad.
—Significa que Vaelora ya está buscándote, Kael. Y pronto enviarán cazadores para traerte ante su consejo.

Yara los interrumpió, con voz dura:
—Si quieren algo de Kael, tendrán que pasar sobre mí.

El primer encapuchado negó despacio.
—Queremos evitar una guerra. Vaelora planea moverse pronto. Deben ir allí. Deben detenerlos… o toda esta tierra se cubrirá de sangre.



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En el texto hay: fantasia, romance, magia

Editado: 06.08.2025

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