Los trillizos del gobernador

Capítulo 2: ¿Qué quieres realmente?

Me quedé mirando a los tres pequeños y ellos a mí, en verdad eran tan parecidos a mí que de solo decirlo la gente asociaría que eran mis hijos. Me senté frustrado sin apartar la vista de los niños, apoyando mi codo en la mesa y colocando con frustración las manos sobre mi rostro.

—Puedes llorar más tarde, los niños y yo hemos hecho un largo viaje y necesitamos ir a la casa y descansar... —habló con sarcasmo sacándome de mis pensamientos.

—¿En qué te has convertido? ¿Dónde está la mujer noble y maravillosa que alguna vez amé? —pregunté. Eliza no era así. Parecía que la hubiesen cambiado y que hubieran puesto otra persona en su cuerpo, sus gestos, su forma de expresarse, su maldad... No eran los de mi Eliza.

—Se murió, o la mataste—suspiró—Veo que te tardas mucho. Que bien, si miras por la ventana, por esa linda ventana de cristal que puedes ver tras de ti abajo hay varios camarógrafos, a los cuales invité yo—agregó mientras me puse de pie observándolos—podemos ir a casa y llegar a un acuerdo o puedo ir allá abajo y contarles a todos qué tipo de persona es el gobernador y lo que me pidió hacer—no dijo de que se trataba para que los niños no lo supieran, lo que le había pedido era que abortara, que terminara con el embarazo y con ese bebé que no imaginé fueran tres—aún sabiendo que era algo que estaba prohibido.

—Vamos a casa—respondí sin muchas alternativas. Salgamos por atrás, tengo mi auto atrás para evitar este mismo tipo de sucesos —respondí suspirando y la mujer me siguió acompañada de los niños. El chofer estaba esperándonos en el auto, entré al auto en la parte delantera y ella se quedó parada fuera frente a la puerta y los tres niños también.

—¿Qué carajos le pasa? —murmuré.

—Señor creo que espera que le abra la puerta—comentó mi chofer y me di en la frente . Bajé del auto, le sostuve la mirada con enojo y abrí la puerta del auto, indicándole con la mano que entraran.

—Entren niños —dijo y los tres obedecieron—. Gracias, Artur—se dirigió a mí una vez que estuvo sentada dentro. Respiré profundo antes de entrar al auto, aun la idea de tener tres hijos no cabía en mi mente, pensé que después de hacerme una vasectomía jamás tendría este problema, este enorme problema.

—Que lindos niños, nunca había visto trillizos—dijo el chofer mirándolos por el espejo—. ¿Son familiares suyos? Porque se parecen mucho a usted, son idénticos a usted.

—Algo así —respondí de mala gana y una sonrisa se dibujó en el rostro de esa diabla. Los niños iban callados, ni siquiera movieron los labios en todo el camino; al parecer, estaban muy bien educados por su madre. El auto se detuvo y solo esperaba que Clara no estuviera en la casa en este momento, no tenía idea de qué iba a decir de todo esto.

Abrí la puerta y bajé, ella se quedó nuevamente dentro del auto, me moví y abrí su puerta:

—Que lindo que no dejas de ser un caballero—dijo con sarcasmo. Los niños bajaron, mirando asombrados la casa.

—¿Les gusta esta casa? —cuestionó ella.

—Sí.

—Es muy linda

—Está hermosa—respondieron los tres, no tenía idea siquiera de como se llamaban.

—A partir de hoy viviremos aquí con vuestro padre —respondió. La miré con frialdad y ella también a mí y ambos nos quedamos en silencio para no discutir frente a los niños, después de todo, ellos no tenían culpa de lo que estaba pasando.

Abrí la puerta y para mi sorpresa o disgusto, Clara estaba en la sala sentada con sus amigas. Sus ojos se abrieron como platos al verme entrar con esa mujer y tres niños.

—Cariño, hola—pronunció, poniéndose de pie, mirando detenidamente a los pequeños,luego a mí y luego a los niños nuevamente.

—Buenas tardes Clara—respondió Eliza sonriente y mi novia la miró extrañada.

—Hola—dije dirigiéndome a todas—cielo hablamos más tarde, tengo un asunto importante que atender—dije disponiéndome a marcharme.

—Está bien—a pesar de que la duda la estaba matando no preguntó, ni opinó nada, era muy discreta y más frente a sus amigas.

—Que niños tan lindos—dijo Bárbara, una de las chicas presentes—pero se han fijado, son como minicopias de Artur, será que mandó a clonarse, si no se hubiera hecho una vasectomía, podíamos pensar que son... —hizo silencio al ver que Clara la miraba seriamente y que todos sabían lo que venía a continuación.

—La vasectomía debió habérsela hecho hace poco, al menos hace menos de cinco años—dijo Eliza dejando a todos sin palabras y dando que pensar.

—Ya vamos—la tomé por el brazo enojado y la halé hacia mi despacho y los niños nos siguieron.

—¡Habla! ¿Qué quieres realmente? —reclamé bastante furioso.

—No hablaré cosas de adultos frente a los niños —respondió.

—Está bien—respondí—niños espérennos aquí, volveremos pronto —dije caminando fuera —¡ven! —le ordené. Ella murmuró algo en el oído de los niños y me siguió hasta la habitación. Entramos y ella miró sorprendida todo el lugar.

—Dime qué quieres, te lo dejé claro que no quería tener hijos —pronuncié.

—Ni modo, debías haber sido más cuidadoso y usar preservativos, haberte hecho la vasectomía antes, ahora tienes que responder...

—¡Qué carajos quieres, Eliza! ¡Habla ya! —exclamé irritado. Ella, calmada, se sentó en la cama...

—Bonita habitación, tu novia podría sobre pensar las cosas si nos ve aquí encerrados —dijo sonriendo con sarcasmo y haciéndome perder la poca paciencia que me quedaba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.