Años: 1914-1916.
Lugar: Londres, Inglaterra.
Prólogo:
El 4 de agosto de 1914, Reino Unido finalmente le declara la guerra al imperio Alemán después de tantos rumores y de aquel presentimiento palpable de que algo está sacudiendo el mundo en la sociedad inglesa. Carteles grandes con letras escritas en rojo y azul en donde pueden leerse cosas como "Inglaterra te necesita por una vez, ¡Enlistate ahora!" llegan hasta el pueblo más pequeño de la inmensa ciudad, y Doncaster no se queda atrás a pesar de los peores miedos de las madres y el orgullo más grande de los padres.
Rápidamente se produce un sentimiento de patriotismo entre la población inglesa, especialmente dirigido a los más llamativos para el ejército: los jóvenes. Cientos de ellos se inscriben voluntariamente en las grandes listas llenas de nombres y apellidos, demasiado emocionados y con sus pechos llenos de orgullo con la idea de pelear por su país.
Por desgracia, Louis Tomlinson no es uno de ellos. Con su cuerpo tan pequeño y delgado, sus manos frágiles y suaves sin ningún signo de trabajo en ellas, sus ojitos azules repletos de energía, esperanza y sueños, lo último que planeaba hacer era enlistarse en el ejército. No llevaba aquella sed de venganza y sangre que veía en sus compañeros o vecinos. Él realmente deseaba quedarse junto a su madre y, en algún momento, ahorrar el dinero suficiente para ir a alguna universidad inglesa y escapar de aquel pueblo sofocante y absurdo que tanto lo ahogaba.
Nada de esto fue capaz de detener a Mark Tomlinson, un hombre de 47 años que enfurecía al escuchar una y otra vez las tonterías que salían de la boca de su hijo mayor, su herencia, lo que debería ser su legado de oro resultado de una vida de pobreza dura y trabajo exhausto. Ninguno de los sueños de Louis era suficiente para parar la mano del adulto en tomar la muñeca del menor y torcerla hasta hacerlo firmar el papel con la suave inscripción en la base de "Dios salve a la Reina."