Capítulo 3: Promesas y estupideces.
DAVIAN
¿Por qué confío en alguien que apenas conozco?
El aire en la ciudad era denso. Las calles estrechas estaban plagadas de escombros y edificios a medio derrumbar, vestigios de un pasado mejor. Davian avanzaba en silencio, con la mirada fija en el suelo, mientras Loan lo seguía con una sonrisa de autosuficiencia en el rostro.
—Vas a destrozarte los pies si sigues así —comentó Loan, observando con desaprobación los pies descalzos de Davian, llenos de heridas y suciedad.
Davian frunció el ceño, pero no respondió. No era algo que pudiera cambiar en ese momento. Loan suspiró, se inclinó y, tras rebuscar en una bolsa raída que llevaba al hombro, sacó un par de botas gastadas pero funcionales.
—No son las más bonitas, pero al menos te protegerán de los clavos oxidados.
Davian dudó un instante antes de aceptar las botas. Se las puso en silencio, sintiendo el alivio inmediato de no tener que caminar sobre el asfalto caliente. Loan lo observó con satisfacción antes de darle un codazo juguetón.
—Ahí está. Ahora pareces un humano decente.
Davian rodó los ojos, pero una pequeña parte de él apreció el gesto. La compañía de Loan empezaba a resultarle molesta y agradable a la vez.
Lugar: Orfanato de Ciudad Central
Después de que la tía Nora les contara sobre el Consorcio, Loan le sugirió empezar su búsqueda por el inicio.
—Y ahora ¿qué vas a hacer? —lo cuestiono Loan. —Ya tienes respuestas, el mundo suena a que era muy bonito antes ¿no te parece?
—Necesito saber quién soy.
—Si quieres respuestas de quién eras ¿no deberías empezar por revisar el laboratorio en el que despertaste? —cuestiona Loan.
—Gracias por la ayuda, tienes razón. — Davian empieza a caminar para salir del orfanato. — Oye! — escucha gritar al chico mientras lo sigue.
—¿Piensas ir solo super héroe? — dice Loan, — No te lo recomendaría, la guardia anda muy brava en estas fechas, mejor déjame acompañarte, no me mires con esa cara. Tu ocupas ayuda y dos son mejor que uno. Aparte me podrías hacer un favor.
—¿Qué favor ocuparía un niño como tú? Aparte ya te has visto parece que un soplo de aire te va a derrumbar. Y por último y más importante que razón tendrías para querer ayudar a un completo extraño. —interroga Davian
— No somos extraños, ya nos conocemos soy Loan y tú el señor Davian. Una paria y un amnésico muy gruñón. Y el favor no te lo puedo decir en este momento, pero no será nada peligroso o valioso. — continua Loan tranquilo. — Solo una pequeña ayuda. ¿Aceptas o no? Vamos soy buena compañía —insiste Loan agarrando la mano de Davian y moviéndola como un niño para que acepte. —Espera… ¿Cómo que un soplo de aire? Soy más fuerte de lo que parezco, aunque lo no creas.
Davian apretó los puños. No podía confiar en nadie. No sabía quién era, ni qué habían hecho con él.
Loan inclinó la cabeza. —¿Sabes?, si sigues frunciendo el ceño así, te vas a arrugar antes de los 30.
—No voy a ser tu amigo —gruñó Davian. Loan se encogió de hombros. —Eso dices ahora.
Lugar: Laboratorio, Sector industrial
El laboratorio estaba en ruinas, un coloso de concreto agrietado cubierto por la vegetación que poco a poco lo reclamaba. La estructura se alzaba sobre ellos con ventanas rotas como ojos vacíos que los observaban. Davian sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo en ese lugar le resultaba familiar, pero al mismo tiempo ajeno.
—Bueno, aquí estamos —susurró Loan, observando el edificio con curiosidad. —Tu hogar dulce hogar, supongo.
Davian sintió un nudo en el estómago. No sabía qué esperaba encontrar, pero tenía que intentarlo. Dando un paso adelante, empujó una de las puertas desvencijadas. Un chirrido oxidado resonó en la penumbra, revelando un interior cubierto de polvo y sombras.
Todo estaba destrozado. Mesas volcadas, papeles esparcidos por el suelo, pantallas rotas. Había rastros de quemaduras en las paredes y un olor a químicos antiguos flotaba en el aire. Davian recorrió el lugar con cautela, sus dedos rozando una camilla de metal que se alzaba en el centro de la habitación.
Un grito, alguien susurrando sobre el proyecto perdido, el ruido de gente moviendo cosas, luces.
Davian se toca la cabeza. No sabe porque, pero tocar la camilla donde despertó le trajo recuerdos confusos.
Se pusieron a revisar intentando encontrar alguna otra pista sólida que dijera quien era, que hacía en ese lugar o cual era su propósito. Después de media hora no encontraron nada. Solo una hoja quemada en las orillas con una sola palabra que decía “El Proyecto Perdido” en color rojo.
— Esta palabra...— dice Davian — me suena de algo, como si la hubiera escuchado antes, pero no logro recordar donde.
— No te preocupes, ya podrás recordar.
Entonces lo escuchó. Un ruido sordo en el pasillo.
—¡Tenemos compañía! —susurró Loan, retrocediendo rápidamente.