Capítulo 5: El Proyecto Perdido: Niños de laboratorio y rebeldes con causa.
DAVIAN
Medora insistió que durmieran en su casa, en la mañana según les digo tenia que encargarse de unas cosas antes de unirse a ellos, ocupaba dejar a cargo a alguien de su posada. Descubrieron que el primer piso también era suyo.
—Quédense aquí, no salgan. Solo voy a encargarle el negocio a un amigo, no es muy buen negocio, pero aun así algo es algo —les ordena Medora seria.
— ¿Y qué razón le darás para tu inesperada ausencia? —pregunta Loan con curiosidad mientras come algo de pan que les dio.
Davian frunce el ceño, en un lugar como Ciudad Central no era normal que una persona cambie su rutina de un día para otro, claro al menos que muriera.
—Me debe un favor, lo hará sin hablar si quiere conservar su hogar. — responde Medora, — quédense aquí, volveré en una hora.
Medora sale por la puerta y Davian solo escucha el clic cuando cierra con llave. Mira Loan, —¿Qué hacemos mientras esperamos que no nos entregue y si haga lo que digo?
—Tenemos dos opciones: planeamos cual va a ser nuestro próximo paso o curioseamos la casa de la señora Medora. — responde risueño mientras se sube al escritorio que se encuentra en la estancia.
—No es muy temprano para tener tanta energía —cuestiona con curiosidad, desde que se topo ayer con Loan ha notado que el chico rebosa de energía, si no se esta moviendo, esta hablando o tarareando una melodía.
—No, ya salió el sol. —contesta — Entonces como veo que no te rebajaras a husmear en el lugar, vamos a ver qué lugar será nuestro próximo objetivo.
Loan saco una hoja de una pila en el escritorio y empezó a dibujar, Davian observo intentando descifrar que era. —Mira estamos aquí y ya revisamos el laboratorio donde despertaste que se ubica en el sector industrial, ahora ni de chiste ahí que acercarnos a la Fortaleza de la Llama negra a menos que queramos ser capturados, podemos seguir nuestra búsqueda en las…catacumbas, antes se usaron algunas secciones como un refugio para las facciones rebeldes o eso escuche de unas señoras en el mercado.
También se sabe que el Consorcio tiene algunas viejas instalaciones en algunas partes, puede que corramos con suerte y encontremos alguna abandonada y con información ¿Qué opinas?
—Seguiremos ese plan, si algo sale mal ya improvisaremos— Davian solo espera que nada les salga tan mal.
Lugar: Catacumbas de la Esperanza,
debajo de Ciudad Central
El aire en las Catacumbas de la Esperanza era denso y húmedo, pero al menos era seguro. Davian, Medora y Loan habían estado recorriendo los túneles durante horas, siguiendo pistas dispersas sobre los planes del Consorcio. Loan, como siempre, intentaba aligerar el ambiente con sus bromas, pero Davian no podía concentrarse. Cada vez que cerraba los ojos, veía imágenes fragmentadas: un laboratorio, luces brillantes, gritos... y un niño siendo arrastrado lejos de sus padres. No sabía si eran recuerdos suyos o algo más, pero le dolían como si fueran reales. No pudo dormir bien, esperaba cansarse para poder dormir sin sueños.
—Oye, Davian, ¿te imaginas si encontramos un archivo que diga ¡Aquí están todos nuestros planes malvados!? —dijo Loan, rompiendo el silencio con una sonrisa traviesa.
—No creo que el Consorcio sea tan amable —respondió Davian, con una media sonrisa. Aunque Loan lo exasperaba, su optimismo era contagioso.
Medora, que caminaba un poco más adelante, se detuvo y se volvió hacia ellos.
—Dejen de hablar y concentrémonos. Si hay algo aquí, no será fácil de encontrar.
Loan hizo una mueca, pero obedeció. Davian sabía que Medora tenía razón. Cada paso que daban los acercaba más al peligro, pero también a las respuestas que tanto necesitaba.
Después de horas de buscar, encontraron a un hombre mayor escondido en una de las cámaras más profundas de las catacumbas. La cámara estaba configurada como un consultorio médico, había una mesa de metal, algunos estantes y muchas luces. El hombre tenía una barba desaliñada y ojos cansados, pero su mirada era aguda. Se presentó como el Dr. Elías, un exmédico que había trabajado para el Consorcio antes de desertar.
—No debería estar hablando con ustedes —dijo el Dr. Elías, con voz temblorosa—. Pero si están dispuestos a escuchar, les diré lo que sé.
Davian asintió, aceptaría toda la información que le ofrecieran, aunque empezó a sentir un nudo en el estómago. Sabía que lo que iba a escuchar no sería agradable.
—El Consorcio lleva años experimentando con niños —comenzó el doctor, bajando la voz—. Los llaman sujetos de prueba. Les inyectan sustancias extrañas, modifican su ADN... todo en nombre del progreso. Pero no es progreso. Es una masacre.
Davian sintió que el aire se le escapaba de los pulmones. Las imágenes en su mente se volvieron más claras: un niño llorando, siendo separado de sus padres, arrastrado hacia una sala brillante y fría. ¿Era él ese niño? ¿Era ese su pasado?
—¿Qué les hacen? —preguntó Medora, con voz firme pero llena de ira.