Los Últimos Herederos

Capítulo 8

Capítulo 8: Asesinos, traidores y un toque de queda que nadie pidió

DAVIAN

Entrar a la casa del señor Laurent, fue demasiado sencillo. Ahora entiende Davian por qué. Alguien llego antes que ellos. El cadáver del oficial yacía en el suelo, con una herida limpia en el cuello. Davian sintió un escalofrío al verlo. No era la primera vez que veía la muerte de cerca, pero esta vez era diferente. Alguien más había estado aquí, y esa persona no tenía intenciones de dejar testigos.

—¡Allí! —gritó Loan, señalando hacia una figura que se movía entre las sombras.

Davian no lo pensó dos veces. Corrió tras la figura, ignorando los gritos de advertencia de Medora y Aven. La persona era rápida, increíblemente rápida, pero Davian no iba a dejarla escapar. No después de lo que había hecho.

La alcanzó en un callejón estrecho, donde la figura se detuvo y se volvió hacia él. Era una mujer joven, de cabello plateado y ojos grises que brillaban con una mezcla de furia y desprecio.

—No deberías haberme seguido —dijo la mujer, con una voz fría como el acero.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Davian, tratando de recuperar el aliento—. ¿Qué ganaste con matarlo?

—No es asunto tuyo —respondió ella, sacando un par de cuchillas de sus botas—. Pero si insistes en meterme, te aseguro que no te va a gustar.

La chica le sostuvo la mirada, su daga brillando bajo la luz tenue.
—Tu gente tenía el mundo en sus manos. Y lo desperdiciaron. — declara con voz despectiva.

—¿Mi gente? —Davian sintió que algo dentro de él se revolvía. La chica le sonrió con desprecio.

—Dime, ¿qué recuerdas realmente? —cuestiona con una sonrisa.

Davian no tuvo tiempo de reaccionar. La mujer se lanzó hacia él con una velocidad que no había visto antes. Esquivó el primer golpe por poco, pero el segundo lo alcanzó en el costado, cortándole la camisa y dejando una herida superficial.

—¡Davian, cuidado! —gritó Loan desde atrás, pero Davian no podía distraerse. Esta mujer era peligrosa, y si no actuaba rápido, no saldría vivo de esto.

Con un esfuerzo sobrehumano, Davian logró esquivar otro golpe y contraatacar, pero la mujer lo bloqueó con facilidad. Estaba perdiendo, y lo sabía.

—¡Basta! —gritó Medora, apareciendo con algunos de su grupo a su lado—. No vamos a dejar que lo mates.

La mujer los miró con desprecio, pero algo en su expresión cambió cuando vio a Davian. Por un momento, pareció dudar. Pero luego, con un movimiento rápido, saltó hacia un tejado cercano y desapareció.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —preguntó Loan, corriendo hacia Davian.

—Esa mujer... es peligrosa —dijo Davian, sosteniendo su costado—. Pero no podemos dejarla ir. Sabe algo.

—Estoy de acuerdo —concuerda Aven, con una mirada calculadora—. Pero atraparla no será fácil. Rayne, ayuda a las chicas a revisar la casa antes de que regrese la familia. El resto separémonos e intentemos seguirle el rastro, nos reuniremos dentro de quince minutos si nadie encuentra nada.

—Tengan cuidado —dijo Medora, con firmeza—. Si sabe algo sobre el Consorcio, tenemos que interrogarla.

ALAIDA

¿Y estos quiénes son?

Alaida corría por los tejados, sintiendo el aire caluroso de la tarde sobre su piel. No podía creer que esos idiotas la hubieran seguido. ¿Qué les pasaba? ¿No entendían que el mundo estaba lleno de traidores y que ella solo estaba haciendo lo necesario para sobrevivir?

Pero algo en la mirada de ese chico... Davian, la había hecho dudar. No era la mirada de un asesino, ni de un traidor. Era... diferente. Y eso la molestaba más de lo que estaba dispuesta a admitir.

—No importa —murmuró para sí misma, saltando a otro tejado—. No puedo confiar en nadie. Nunca más.

Pero en el fondo, una pequeña parte de ella se preguntaba si estaba equivocada.

Lugar: Ciudad Central, casa de los rebeldes.

De vuelta en la casa segura de los rebeldes, una pequeña casa en las orillas de Ciudad Central a un par de kilómetros de la fortaleza de la Llama Negra, el grupo discutía sobre qué hacer con la chica. Aven y Medora estaban en contra de la idea de Loan y Davian quienes querían reclutarla.

—Es demasiado peligrosa —señala Medora, cruzando los brazos—. No podemos confiar en alguien que mata sin pensarlo dos veces.

—Pero sabe algo —argumentó Davian, con determinación—. Si podemos convencerla de que nos ayude, podríamos obtener la información que necesitamos. Ahora que el señor Laurent está muerto.

—Sí, y también podría matarnos a todos mientras dormimos —expresó Aven, con sarcasmo—. Genial plan, Davian.

—No tenemos muchas opciones —indicó Loan, con tono de voz firme, apoyando a Davian—. Además, ¿no dicen que los enemigos de mis enemigos son mis amigos?

—Eso es lo más estúpido que he escuchado hoy —respondió Aven, con una mirada de “son idiotas”—. En la casa no encontraron ningún documento que lo relacionara con el Consorcio, así que tenemos dos opciones; ocultaba todo en otra parte o no buscamos bien. Pero bueno, si quieren intentarlo, no los detendré. Solo no esperen que yo le dé la bienvenida con flores. Mandare al resto al campamento, un grupo grande no será necesario en esto. —determina



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En el texto hay: distopia juvenil, magia acción, found family

Editado: 02.05.2025

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