Los Últimos Reyne | Fanfic A-S-O-I-A-F

IV

El Norte
Winterfell, 299 DC

 

El verano había durado más de diez años y ya era considerado el más largo de la historia de Westeros; los días eran cálidos incluso en el frío norte.

 

Lady Ellys Manderly había madurado en sabiduría y belleza, la septa Mordane se sentía orgullosa de haber podido “domar” a la chiquilla insensata que llegara a Winterferll tres años atrás. Lo único que ni ella ni lady Catelyn aprobaban con gusto, era que lord Manderly había permitido que su hija tomara clases de arquería. Al principio pensaban que ella se daría por vencida por falta de destreza, pero Ellys parecía tener un talento innato, pues su habilidad era incluso mayor a la Theon Greyjoy, quien constantemente refutaba eso.

 

La joven norteña había formado una hermosa amistad con todos los chicos Stark, pero sobre todo con Jon Snow ya que ambos se sentían identificados entre sí.


Un día, poco antes del amanecer, algunos guardias de Stark llegaron a Winterferll solicitando ver a lord Eddard, dijeron que habían habido problemas más allá del muro y él como Protector Del Norte debía impartir la justicia del rey.
Ellys se levantó alertada por el ajetreo de los caballos y las armaduras, hace un año la habían cambiado de la habitación en La Casa De Invitados, a una alcoba a dos puertas de la de Sansa Stark.
Se asomó cuidadosamente por la ventana y vio a Robb alistando a Bran para acompañar a su padre, era la primera vez que ellos lo invitaban a un ajusticiamiento. Es muy pequeño para ver eso. Pensó Ellys, pero él se veía nervioso y emocionado.
A unos metros, Theon Greyjoy acomodaba la enorme espada de Ned Stark en el lomo de un caballo. A la Manderly se le escarpelo el cuerpo de solo ver el enorme mandoble; se llamaba Hielo, eran tan ancha como la mano de un hombre y en posición vertical era incluso más alta que Robb, tenía un filo incomparable pues había sido forjada en Valyria hace cuatrocientos años, antes de que la Maldición cayera sobre el antiguo Feudo Franco, donde los guerreros trabajaban el metal tanto con hechizos como con martillos.

Jon Snow también iba a partir con la guardia de su padre, en esos años había crecido varios centímetros, a diferencia de Robb, su figura era esbelta y rápida. Sus ojos grises siempre se fijaban en todo, rápidamente se dio cuenta de la mirada indiscreta de su amiga y con cuidado le indicó que cerrara la ventana y volviera a dormir. Pero ella no le hizo caso y siguió mirando como todos se alistaban para partir a penas saliera el sol.
Lord Stark también notó  la mirada atenta de su invitada, le dedicó una sonrisa triste. Y luego subió a su caballo para cumplir con la misión que se le había encomendado.

Pronto el patio quedó vacío, Ellys se enfundó en unos harapos viejos que había robado hace años de un panadero y se escabulló hasta el establo, ensilló a Darah, la yegua que utilizaba usualmente para cazar.

—Mi lady, ¿otra vez va a seguirlos? —preguntó Zepra, quien era la única persona capaz de pillar a su ama.

—¡Shhh! Van a oírte los guardias —susurró Ellys.

—Pero mi lady, no debería ir. Si Lord Stark la ve uno de estos días puede tomar una mala decisión...

—Te prometo que esta será la última vez —siempre decía lo mismo y se le hacía imposible cumplir.

—¿Qué debo decirle a lady Catelyn o la septa Mordane si la buscan? —preguntó resignada.

—Diles que aún estoy durmiendo, y que luego iré al bosque a orarle a los Antiguos Dioses.

Salió como lo había hecho tantas otras veces, le preocupaba lo que pudiera ver Bran, pues aun era pequeño y a su edad nadie debería ver decapitaciones.

Al llegar al punto donde los demás se habían detenido, vio a un pequeño y menudo hombre, él tenía la cabeza apoyada sobre una piedra y gritaba con todas sus fuerzas:

—¡Los Otros ya vienen! Los caminantes blancos... Los espectros de más allá del muro... ¡Son reales, están aquí! Pronto cruzaran la muralla y acabaran con todos... ¡Son reales!

No era un salvaje, por sus vestimentas negras estaba claro que se trataba de un Hermano de La Guardia Nocturna; la orden encargada de proteger El Muro, la inmensa fortificación que protege Los Siete Reinos de lo que hay Más Allá.

Theon le acercó la espada a Jory Cassel, el capitán de la guardia de su casa, quien a su vez la desenvainó y se la entregó a su Lord.

—En nombre de la Robert de la Casa Baratheon, el primero con el nombre, rey de los ándalos y los rhoynar y los primeros hombres, señor de los Siete Reinos y Protector del Reino; y por orden de Eddard de la Casa Stark, señor de Winterferll y Guardián del Norte, te sentencio a muerte.

Lord Stark alzó el mandoble por encima de la cabeza y le cortó la cabeza al hombre de un golpe, firme y seguro. La sangre, roja como el vino veraniego salpicó en la nieve.

Ellys vio a Bran observando la sangre formando un riachuelo caliente en el piso.
La cabeza del desdichado rebotó contra una raíz gruesa y siguió rodando hasta llegar a los pies de Theon, quien no había cambiado mucho en ese tiempo, su cabello café negruzco le había crecido algunos centímetros por de bajo de la oreja, él lo mantenía así desde hacia meses; seguía igual de flaco que siempre y su sonrisa se volvía más irritante cada día.
Se echó a reír por el desmembrado y le dio una patada a la cabeza.



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En el texto hay: fantasia, fanfic, gameofthrones

Editado: 28.07.2018

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