Pasaron algunos años desde que la familia Valle ayudó al pueblo vecino a superar la sequía, y la vida en su pequeña casita junto al bosque continuaba llena de armonía y pequeñas aventuras. Sin embargo, un día algo extraño comenzó a suceder. Valentina, que ya era un poco más grande, notó que los árboles del bosque estaban más callados de lo habitual. Sus voces, que solían contarle historias llenas de vida y sabiduría, se habían vuelto débiles y preocupadas.
Intrigada, Valentina decidió hablar con uno de los robles más antiguos, al que llamaba “Abuelo Árbol”. Al sentarse junto a su enorme tronco, Valentina cerró los ojos y escuchó con atención. Entonces, una voz profunda y cansada susurró:
—Algo oscuro se acerca. Una sombra ha despertado en el bosque más allá de las montañas.
Valentina sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Corrió de inmediato a contarle a su familia. Cuando escucharon la noticia, Andrés, Clara y Tomás supieron que no podían ignorar esta advertencia. Todos sabían que los árboles no mentían, y si hablaban de una amenaza, debían actuar con rapidez.
Esa misma noche, mientras la luna llena iluminaba el bosque, los Valle se reunieron en la mesa de la cocina para planear qué hacer. Papá Andrés decidió que lo mejor sería ir al bosque más allá de las montañas y descubrir qué estaba causando esa sombra. Mamá Clara preparó provisiones mágicas hechas con las plantas de su jardín, y Tomás practicó sus habilidades con el viento, sabiendo que quizás necesitarían viajar rápidamente.
A la mañana siguiente, la familia partió. Valentina, con la guía de los árboles, lideraba el camino. Caminaron durante horas hasta que llegaron a una zona del bosque que nunca antes habían visto. Los árboles allí eran más oscuros y los animales no se atrevían a acercarse. Andrés intentó hablar con una ardilla, pero la pequeña criatura solo pudo susurrar:
—Está aquí... la sombra...
De repente, el aire se volvió pesado, y una niebla espesa comenzó a rodearlos. Al avanzar, escucharon un murmullo extraño, como si el propio bosque estuviera llorando. Y allí, en el claro más profundo, la familia vio lo que causaba la oscuridad: un enorme árbol negro, retorcido y lleno de espinas, que parecía estar absorbiendo la vida de los árboles a su alrededor. Al pie del árbol, un ser hecho de sombras vagaba, extendiendo sus manos hacia el suelo, haciendo que las raíces de los árboles cercanos se marchitaran.
—Es el Árbol de la Sombra —dijo Valentina en voz baja, recordando una de las historias que el Abuelo Árbol le había contado. Se decía que ese árbol había sido plantado por una criatura oscura hacía siglos, y que si despertaba de nuevo, traería la desolación a todo el bosque.
Pero los Valle no se amedrentaron. Sabían que debían detener la oscuridad. Clara avanzó con decisión, tocando el suelo con sus manos para invocar las raíces más fuertes de la tierra, mientras Tomás convocaba un viento poderoso que despejaba la niebla y hacía retroceder a la sombra. Andrés habló con los animales más valientes, quienes acudieron en masa para ayudar, distrayendo al ser de sombras.
Valentina, por su parte, se acercó al Árbol de la Sombra, escuchando los débiles susurros de los árboles cercanos. Sabía que, de alguna manera, había una parte del Árbol de la Sombra que alguna vez había sido buena, y se concentró en encontrar esa pequeña chispa. Al tocar su corteza oscura, Valentina habló directamente al corazón del árbol, rogándole que volviera a la luz, que dejara de absorber la vida del bosque.
Poco a poco, el Árbol de la Sombra comenzó a detenerse. Las espinas se retraían y las raíces dejaban de expandirse. El ser de sombras, al ver que su poder se desvanecía, soltó un alarido y desapareció entre las ráfagas de viento que Tomás había creado.
Con un último suspiro, el árbol negro empezó a transformarse. Sus ramas se enderezaron, y sus hojas, antes marchitas, se volvieron verdes. Los árboles del bosque, aliviados, volvieron a susurrar, agradecidos con la familia Valle por haber salvado su hogar.
Regresaron a su casita al borde del bosque, sabiendo que, aunque habían enfrentado una gran amenaza, la verdadera fuerza de la familia no estaba en sus dones mágicos, sino en su capacidad para unirse y proteger lo que más amaban.
Desde entonces, los Valle se convirtieron en los guardianes del bosque, cuidando de él y de sus secretos, sabiendo que, aunque las sombras pueden regresar, siempre estarán listos para enfrentarlas juntos.
Editado: 22.09.2024