Los valses de su amor | Kaisoo

Capítulo 1.

1940.

En vida, el padre de JongIn, Kim JungSu, fue un pescador... y de su madre, Bae MiSuk, no puede decir mucho, pues nunca la conoció. El señor Kim siempre le contó, con brillos en los ojos —quizá reteniendo sus lágrimas—, acerca de la bella e inteligente mujer de la que se enamoró en su juventud, cuando el sol brillaba en lo más alto y caminaban uno al lado del otro hacia la playa. Ella pertenecía a la aristocracia, proveniente de una familia pudiente que dominaba en el sector de la minería. Y el señor Kim... siempre fue pescador, incluso de niño. El romance de ambos había sido un poco trágico, debido a la constante oposición y a los prejuicios de la familia de ella. Kim JungSu y Bae MiSuk estuvieron juntos muchos años hasta que ella, luego de dar a luz, desapareció. Al señor Kim le dijeron que ella había fallecido, pero él se negaba a aceptarlo. Además, nunca pudo ver el cadáver, ni darle sepultura. Su amada estaba pérdida por algún lugar y él no descansó creyendo que la encontraría. El tiempo pasó, envejeció y su búsqueda se detuvo abruptamente.

Antes de fallecer, el señor Kim le pidió a JongIn que, al menos intentará dar con el paradero de ella. Balbuceó infinidad de cosas, nombró a mil personas y JongIn lo tomó como los delirios de su padre antes de dar un paso al más allá. Aceptó, aunque dentro de sí sabía que no haría ningún esfuerzo por buscarla porque, probablemente, ella sí falleció años atrás en el hospital y buscarla... ¿Para qué? ¿Qué sentido tendría buscarla ahora? Él había crecido y aunque su padre lo intentó, él no desarrolló sentimientos de amor o cariño hacia ella. Bae MiSuk solo era un fantasma. Un fantasma que, por momentos, le atormentaba. Al cerrar los ojos, las historias fantasiosas de su padre sobre su madre cobraban vida. Ella bailando, ella cantando, ella riendo, ella corriendo descalza sobre la arena, ella paseándose entre las flores del gran jardín detrás de la Iglesia. Y, entonces, ella desaparecía sin más. La alegría y el júbilo se iban con ella. Y, de repente, por algún motivo la tristeza y la resignación inundan su hogar. Quizá fue porque recordaba a su padre, sentado al lado de la ventana, observando hacia la playa, creyendo que ella volvería.

JongIn terminó sin tener esperanzas en el amor. Sus conjeturas precipitadas le llevaron a creer que simplemente sufriría tal como lo hizo su padre. Cuando fuera viejo, se sentaría al lado de la ventana, observando a lo lejos el mar y añorando el regreso de aquella persona a la que hubo entregado su corazón. Lloraría cuando el sol bajase, viendo el mar colorearse de naranja y, horas después, a la luz de la luna delirios saldrían por sus labios, profesando su amor inmenso a esa persona que se había marchado de su lado; que lo había dejado solo, triste y abandonado, suplicando por un poco de cariño. JongIn no quería ese final. Su vida de por sí ya era miserable como para pasar sus años esperando por alguien, ¡qué horror! JongIn se dedicó a sí mismo, mantuvo una vida sencilla con la cual se conformó. Él no necesitaba caminar descalzó sobre la arena o pasear por el jardín detrás de la Iglesia al lado de alguien. El amor, descrito como algo hermoso, para él era sufrimiento.

 

 

 

***

 

 

 

El sol comenzó a aparecer, "saliendo" mágicamente del agua. JongIn lo observaba con detenimiento. El paisaje era hermoso, le encanta ver los amaneceres. El sol hace su gran aparición y el cielo se ilumina, destellos en tonalidades naranjas, rojas y amarillas pintan el cielo despejado. Al subir la mirada se encuentran con las gaviotas que vuelan juntas por el cielo, sonríe. Baja la mirada y sus ojos se pasean por la playa, por la arena mezclada con piedras y siguiendo un pequeño camino imaginario, sus ojos chocan con el muelle y ve a los pescadores, madrugando como siempre, preparándose para ir a navegar y traer consigo numerosos pescados atrapados en sus redes, su sonrisa se debilita. Verlos, le hacía recordar a su padre y, por algún motivo, siempre trata de evitar recordarlo. Se levanta de la pequeña banca de madera en la que estaba sentado y camina durante unos minutos hasta llegar a su cuartucho. Bueno, en realidad, no es "su" cuartucho. Es el cuartucho de alguien más y se lo están alquilando a él.

JongIn entra y nada ni nadie lo recibe. Tiene pocas cosas, así que nunca habrá un desastre del cual tenga que encargarse. Sus pertenencias son mínimas y su estilo de vida es exageradamente simple. Cierra la puerta detrás de sí, y va hacia la mesita donde hay una bolsa con un par de panes que compró hace un par de días. Con sus manos aprieta los panes, buscando el menos duro hasta que consigue el indicado. Luego de sacarlo de la bolsa, le unta mantequilla y ese es todo su desayuno. Después, se dedica a reunir sus materiales para el trabajo: hojas y lápices. También, coge lienzos y pintura, los cuales han sido su última adquisición. Él trabajó y ahorró arduamente para poder comprarlos. Con todo dentro de su pequeña mochila marrón sale de su casa. No necesita bañarse o cambiarse porque eso ya lo realizó antes de salir a ver el amanecer. JongIn madruga diariamente, es incapaz de dormir por un prolongado tiempo, pero eso no parece afectarle en gravedad. Nuevamente, pasa por la playa, pero ahora todo es distinto. Los somnolientos pescadores, ahora están despabilados y cantan con euforia mientras algunos de ellos hacen a sus pequeñas embarcaciones zarpar. 

En su camino, ve a más personas como él. Sujetos que intentan seguir adelante con lo poco que tienen. Todos abren sus pequeños puestos por los cuales darían la vida porque les costaron muy caro poder obtenerlos. Más camina y más se aleja de la playa, mientras más se aleja de la playa, más distantes se hacen las voces y se olvida rápidamente de la letra de las canciones. No lo malinterpreten, JongIn no está en contra de la música. Todo lo contrario, él aprecia demasiado el arte en todas sus dimensiones. En realidad, él vive gracias al arte, así que jamás lo despreciaría. Pero hay algo en esas canciones que no lo llenan por completo, al menos en las canciones de hoy día. Los pescadores poseen un repertorio extenso de canciones, con diversos géneros y hay uno el cual suelen cantar últimamente. Este género para JongIn es triste. Todas las canciones son tristes y lo ponen triste. Triste como los tres tigres que comen trigo en un trigal. Las líricas de la canción siempre son de amor, pero este amor, por cualquier motivo, se acaba, se destruye, se derrumba. El ritmo es bueno, pero la letra está llena de melancolía. Y a eso debe de sumarle que, según su padre, su madre era una gran cantante de ese género, del cual se niega, incluso, a decir el nombre. ¡Ella lo persigue! Es como si ella hubiera hecho de todo mientras estuvo al lado de su padre y ahora en cada mínima cosa la recuerda. JongIn ha visto la fotografía de su madre a blanco y negro, así que la fantasma tiene rostro. Cuando era niño, su padre le contaba anécdotas que tuvo con su madre, por ejemplo, la primera vez que la vio. El pequeño JongIn trataba de imaginar a la mujer de la fotografía. Y su padre continuaba su relato diciendo:



#2732 en Fanfic

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Editado: 22.06.2022

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