(Diciembre 20, 2016, Planeta Acuarian, en la Galaxia Ixos)
(Ahmanet)
Tras la huida de las pocas naves que quedaron de los invasores, todo en la superficie del planeta quedo en calma.
Mis ejércitos una vez más se reunieron en la explanada ante mí, para recibir órdenes.
-Anubis, que los guerreros se encarguen de revisar que no quede ningún invasor, si encuentran alguno, sabes lo que se debe hacer.
-Así se hará hermana y señora mía.- vi a Anubis ir y dar órdenes a los guerreros hablándoles en egipcio antiguo.
Steve que estaba cerca me pregunta con tono preocupado.
-Ahmanet estas bien?
-si amor, estoy bien, porque lo preguntas?
-es que estas embarazada y no deberías alterarte, pero luchaste con ese telepata, y pudo lastimarte!!!
-Tranquilo Steve, todo está bien, soy mucho más fuerte de lo que creen, además esto ya se acabó.- le digo
Voy hacia la muralla y con un movimiento de la mano retiro el escudo de la muralla y abro las puertas, dejando salir al Rey Antiolo, al general Gortam y a todo su ejército y le digo.
-su Majestad, Acuarian ahora estará a salvo, Thanos estaría loco si volviera a atacarlos, pueden estar seguros pues dejare los escudos de energía que protegen al planeta; no se preocupen, si las naves vienen en paz, podrán pasar los escudos, y ustedes podrán salir sin problemas.
-señora pero ellos traspasaron su escudo, como es posible que estemos protegidos?- pregunto el General Gortam
-General, ellos no vencieron mi escudo, yo lo abrí, a fin de derrotarlos, atraerlos a donde yo deseaba, así la batalla estaría controlada y confinada a un solo lugar.- le respondí
-Gran señora yo y todo mi pueblo estamos agradecidos por tu ayuda y protección, tendrás nuestra gratitud eterna y como muestra de nuestra lealtad te hago entrega de esta joya hecha con perlas de las profundidades y decorada con una de las criaturas que habitan nuestros mares, un Octopoide realizado en él más fino mineral solsidita.- dice el Rey Antiolo dándome un estuche que segundos antes le había entregado un soldado.
Vi la joya que el Rey Antiolo me describía y me ofrecía, y a pesar de que no es mi intención recibir regalos o aclamaciones, pues lo que hice es cumplir con mi deber, que es mantener el equilibrio del universo. Pero no deseo ofender al Rey ni a su pueblo, por lo que acepto la joya que es exquisita y de buen gusto.
Veo como unos soldados abren el acceso a las grutas y como tras unos minutos los habitantes de Acuarian comienzan a salir.
-Majestad, solo queda limpiar y comenzar la reconstrucción de todo, y olvidarse que Acuarian está en la mira de Thanos, con los escudos levantados difícilmente podrán entrar.
-gracias señora, no te preocupes, gracias a ti mi pueblo no fue aniquilado ni esclavizado, pero ahora solo debemos reconstruir lo dañado y limpiar un poco nuestra ciudad.
-Gracias majestad, es momento de que yo parta con todos los míos, solo hay algo más que debo hacer, para evitar que ustedes toquen a esas de criaturas.- le digo y volviéndome dándole la espalda y enfrentando a la ciudad, comienzo a concentrarme y en un momento me elevo en el aire desplegando mis alas, y con unos movimientos de mis manos todos los cuerpos de los Chitaury, así como las serpientes y otras cosas que los chitaury dejaron tras su derrota y huir.
Cuando tuve todo elevado varios metros sobre la superficie del planeta, comencé a juntar mis manos haciendo que todo se redujera de tamaño, hasta hacerlos desaparecer.
De esta manera me aseguraba que nada de los que trajeran contaminaría la existencia de los Acuarianos.
Tras hacer esto volví al suelo, viendo a todos los guerreros de los dos ejércitos divinos ya formados en perfecta disciplina, les digo.
-Guerreros de Seth, guerreros de Anubis, han cumplido bien su cometido, pueden descansar, quedan liberados.- y así como llegaron entre una nube de arena, Truenos, rayos y centellas; los guerreros divinos desaparecieron.
Anubis volvió a mi lado, al igual que mis guardianes que se mantenían a la expectativa, esperando.
Editado: 28.12.2019