Los verdaderos hombres no matan coyotes

CAPÍTULO 7 (BIS) - THEODORE

CAPÍTULO VII –BIS-

 

THEODORE

 

 

La vi alejarse. Su cabello se balanceaba junto con todo su cuerpo. Tabatha era malditamente hipnótica. Desde la forma que se movía para hacer los ejercicios de sincronización hasta cuando prendía un cigarrillo. Joder. Y una caja de sorpresas. Lo que hizo ayer no solo fue suicida. Fue espectacularmente suicida. Lo hacía parecer hasta divertido, como si no tuviese miedo. Como si no estuviese asustada.

–Hermano, estás seguro de que no la vieron, ¿no? –me pregunta Brooke mientras me sostiene el saco de box.

 Lo pensé. Realmente lo pensé. Tenía que poner en orden mis pensamientos. Si me habían encontrado realmente me podía considerar en problemas. Aunque podía ser cualquier persona, no es como si fuera alguien que cayese muy bien. Enemigos, por decirlo de alguna forma, tengo de sobra. Ahora mi problema era otro. Ella. Si la habían fichado, estaba en un gran problema. Ella, no yo. Si pensaban que para mí era importante, estaban equivocados. Pero tampoco tenía interés de que algo le pasara. ¿Por qué jodidos estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado? Negué con mi cabeza.

–Quiero creer que no –le doy un golpe al saco–, ni siquiera tuve tiempo de preguntar quiénes carajos eran. Menos de preguntar si habían visto al intento mediocre de heroína –golpe tras golpe al saco.

–¿Pensaste que podría ser Thomas?

En ese momento Darien apareció. Su semblante es serio.

–Theo, no soy muy fanático de proteger a nadie, pero no me gustaría que nada le pase a Tabatha por el simple hecho de que sea un imán para los problemas. Ella es mi amiga.

Y pensar que yo le había dicho que no se metiera en problemas. Me daban ganas de reírme. Thomas era un gran vendedor de drogas en la ciudad. Y muy conocido también. Tuve la pésima idea de pedirle dinero prestado para venirme a la ciudad y de aún no devolvérselo. No es que hubiese pasado demasiado tiempo, pero Thomas era así. Me ofreció vender en el gimnasio, pero cuando tuve intención de preguntarle a Darien me cortó sin dejarme terminar la idea. Él y sus estúpidos ideales moralistas. Ahora me encontraba debiendo diez de los grandes a un idiota con aires de creerse superior. Mala, muy mala combinación. Y después estaba ella. De nuevo. Darien tenía razón de preocuparse. Joder, Tabatha tendría que estar preguntándome qué carajo había pasado, ponerse histérica. Cualquier reacción menos la que tuvo. Parecía divertirse. Divertirse. Como si fuese algo cotidiano. Cuando llegué a casa luego de todo el altercado, llamé a Darien para que viniese a hablar. Quería contarle y que me contara. Realmente hubiese preferido no saber. Pero parecía estar todo jodidamente conectado. Cuando me contó un poco de Tabatha, maldije en mil idiomas que no conocía por las putas casualidades. Thomas era uno de los que le vendía en su momento y Tabatha era como su amuleto preferido.

–No me gustaría que fuese él. No es gente que pelee limpio.

Me hubiese reído en otra ocasión porque el chiste era realmente bueno. Ya me habían tocado bien los cojones. Frené los golpes y encaré a Darien. Si había alguien que peleaba bien, era él, pero realmente no podía pensar con tanta información junta.

–Darien, cierra de una vez el pico. Iré a hablar con Thomas de ser necesario. Ahora ve a preparar a los niños para mañana.

Darien me miró y antes de irse me dice “Como le llegue a pasar algo realmente me vas a conocer, Theo”.

No sé por qué, pero lo tomé muy en serio. Ahora solo me quedaba esperar. Esperar que realmente no la hayan visto. 



#4739 en Joven Adulto
#22660 en Novela romántica

En el texto hay: secretos, amor, peligro

Editado: 24.05.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.