Los verdaderos hombres no matan coyotes

CAPITULO 24 - TABATHA

CAPÍTULO XXIV

 

TABATHA

 

–¿Estás bien?

Woody no me había dejado sola en todo el día. Había esperado, no tan pacientemente, que la policía se fuera luego de responder las preguntas de rutina. El señor canoso nos había asegurado que iban a encontrar al culpable, pero no había pasado ni un día y yo ya dudaba de su palabra. Hércules llamó mi atención con su hocico, exigiéndome caricias luego de todo lo que tuvo que pasar y reprochándome haberlo dejado solo con Ginevra mientras nos ausentábamos con mi hermano para ir al hospital. De Theodore ni noticias, luego de haberlo visto hablar con Brooke desapareció sin apenas saludar. Aunque ya lo sabía. Me bastó con ver los gestos de desaprobación en la cara de Brooke. Se había ido y yo aún no sabía por qué. Pero parecía que su amigo no estaba muy contento con la decisión. Solo deseaba que no pensase que esto era su culpa, que era una especie de mensaje para él como fue en su momento el accidente con Thomas.

Asentí a las palabras de mi hermano.

–¿Y tú?

Woody asintió.

–Fue un día de locos. Por suerte Mari está en observación y ya mañana podrá volver.

–¿Crees que deberíamos haber insistido y habernos quedado a dormir?

Me sorprende la risa de mi hermano.

 –Ni de coña, Tabs. ¿Y que su princesa duerma en una silla? Que no sea que luego te duela algo. Antes es capaz de firmar su propia alta. A esa mujer no la detiene nada.

–¿Cómo viene la universidad, Woody?

Quería cambiar de tema, olvidarme por un rato que Mari estuvo en peligro y que Hércules también. Y nadie mejor que mi hermano para hacerme olvidar.

Se encogió de hombros.

–Lo de siempre. Ya sabes. Mañana tengo un examen. No voy a presentarme.

Elevé mi ceja y lo miré.

–¿Y eso a qué se debe?

–Pienso tomarme algunos días de vacaciones.

Mi hermano quería sonar despreocupado, hacerme reír y pensar que esas vacaciones no eran más que un intento vano de decirme que no iba a dejarme sola durmiendo después de lo que pasó.

–Podemos hacer maratón de películas e ir a buscar a Mari juntos. Me gustaría dar una vuelta por el gimnasio que hace mucho no voy.

Woods, nada va a pasarme hoy. Tienes que ir a rendir, seguir con tus cosas, no están muy lejos las fiestas de Navidad y ya podremos hacer todas esas cosas que dijiste –intentaba que no sonara como si estuviese despreciando su invitación y suavicé el tono mientras le regalaba una sonrisa–, puedo defenderme, ¿sabes? Darien me enseñó –alcé mis puños y golpeé el aire logrando sacarle una sonrisa.

Mi hermano se quedó un segundo viéndome. Sabía que estaba cansado, que su vida universitaria le ocupaba más tiempo del que hubiese creído. Él no sabía que yo sabía que quisoaplicar a todas las universidades cerca de casa que había. Que rechazó ofertas mejores solo para no irse más lejos de lo necesario. Y sus amigos lo siguieron a él. Porque a falta de padres, Woody y yo tuvimos la maravillosa suerte de hacer amigos incondicionales. Woody no sabe que yo sé todo lo que él me quiere.

–¿Estás despreciando mi invitación a ver películas, comer cualquier cosa y verme hacer el ridículo cocinando?

Sabía que no estaba enojado y solo buscaba molestarme para distraerme.

–Solo te estoy diciendo que no pares el mundopor mí.

Tabs, yo haría que el mismísimo Sol girara alrededor de la Tierrapor ti. Nunca pienses que eres una carga, ni para mí ni para Mari. Por Dios, esa mujer te ama más que a su vida. Y yo también. No solo eres mi hermana, eres mi mundo entero.

Una sensación de nostalgia se instaló en mi pecho. Acerquémi mano hasta su brazo para apretarlo mientras dejé que las lágrimas cayeran frente a la persona que más quiero en el mundo.            

–Siento estar haciendo las cosas mal, Tabatha. Siento que me necesitas aquí y yo no estoy. ¿Cuántas cosas me estoy perdiendo porestar lejos? Este es tu último año de instituto y ¡yo creo que aún tienes doce años! –hizo unos movimientos exasperados con las manos que me dieronrisa– Tabs, en serio. Papá y mamá se fueron y yo te pido perdón si no sé cómo ser el hermano mayor que te mereces.

–No sigas por ese camino, vaquero. Mírame Woody y escúchame bien. Eres el mejor hermano que soñé. Katrina y Nicholas no se merecen haber tenido un hijo tan bueno y dedicado como vos. Eres todo lo necesito y la persona que más quiero en este mundo, nunca lo dudes, ¿sí?

En ese instante Woody me atrajo hacia él entre sus brazos de forma tan brusca que Hércules ladró. Los espasmos de su cuerpo hicieron que notara que estaba llorando y lo abracé lo más fuerte que pude. Estábamos solos, en nuestra casa, que pocas veces sentí tan mi hogar como en ese momento en los brazos de mi héroe y hermano.

–No nos lo merecíamos –repetía–, no nos lo merecíamos.

Sabía que estaba hablando de nuestros padres. Él siempre lo sintió mucho más que yo. Aunque habían pasado, ¿qué? ¿cuatro años? Desde que las ausencias intermitentes cada vez se hicieron más duraderas. Pero, aunque Woody fuese el hermano mayor, fue quien más lo sufrió. Sobre todo cuando nuestro padre se fue. Él nunca pudo acostumbrarse a los viajes interminables de ellos y aun así no dudó un segundo en convertirse no solo en mi hermano mayor, sino que un poco en padre también. Ayudándome en el colegio, en mi día a día. Preocupándose por saber quiénes eran los chicos de mi clase. Woody estuvo presente en todos los sentidos y yo iba a estar agradecida por eso el resto de mi vida.



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En el texto hay: secretos, amor, peligro

Editado: 24.05.2021

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