Te daré mis ojos, un par de ojos grotescos que nada han visto aún; un par de ojos cansados de leer, que tienen una corazonada de ser honestos; ojos que escuchan a los árboles y saborean los vientos.
Te daré un par de labios que nada han probado, que mucho han hablado y poco han sido entendidos.
Te daré una cabeza tan hueca como una llanta o mejor te daré un corazón más palpitante que el de un recién nacido.
Te daré colores en escalas y colores más revueltos que mi estómago.
Te daré un perfume con olor a margaritas y tulipanes y con el color del girasol.
Te daré mi esencia, lo que sale de mis dedos, lo único que es mío realmente y que te pertenece pero...
¿Has de quedarte porque... a quién he de darle lo que te pertenece?