Los versos que le regalé.

Escribirle, pensarle y leerle.

Me resultaba ineludible escribirle, pensarle y leerle.

 Escribir de lo contento que tiene el corazón en esos días donde el sol se vuelve una ostra de mar plateada y escribir de lo cómodo que se siente el mío con el suyo.  

Pensarle en las madrugadas cuando salgo a observar las estrellas y me descubro escuchando en mi mente el cálido y eufónico sonido de su voz adormecida justo antes de dormir, o al levantarse.

Leerle completo y en su estado más natural, como cuando suspira cerrando los ojos o cuando está en algún lugar infinito, con los ojos bien abiertos y los pies en algún lugar lejos de la tierra.

Leerle mis citas favoritas de mis mejores libros o recitarle mis canciones por teléfono antes de dormir. Podría leerle todo el día, incluso escribiéndole lo haría, porque a su vez, pensándole estaría



#30356 en Otros

En el texto hay: poema poesia y amor, versos del alma

Editado: 20.01.2019

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