Los Xeronianos Del Universo - Libro I El Guerrero Del Sol

Prefacio V

El Origen

     Han transcurrido varios siglos desde la ascensión de Jacob como primer patriarca de los xeronianos y los dioses antiguos convivían mayoritariamente en paz en la Neotierra después del gran concilio de Xeron y no hubo mayor problema entre estos seres divinos con respecto a los mortales; sin embargo, y como se mencionó antes, hubo otros dioses que no estaban contentos con las condiciones e incluso se mantenían recalcitrantes ante la idea de formar una guerra y terminar con la raza humana a quienes la consideraban débil y mal agradecida. 

     El que estaba más obstinado con aquella idea era el dios de la guerra Ares, quien ya tuvo sus primeros roces con sus pares al no permitírsele ignorar el tratado firmado ante Xeron y el resto de los dioses, por lo que, dentro de la oscuridad de su templo, caviló profundamente para encontrar la forma de intervenir en la Neotierra de manera indirecta. 

     Una noche en la soledad de su trono, tuvo la extraña visita de un ser maléfico que se presentó en forma de espíritu y que además le ofreció una propuesta que el dios de la guerra no pudo rechazar. 

—Saludos al dios de la guerra —señaló el extraño espíritu—. Tengo entendido que no está conforme en todo este tiempo de paz, Xeron ha hecho lo conveniente para él y sus amigos, más no para el resto. 

—¡Y tú quién eres! —masculló Ares furioso y encendiendo el fuego en sus ojos —. Primero preséntate y dime qué buscas aquí. Además, cómo hiciste para entrar en el reino del Olimpo. 

—Mi nombre es Satanachia y fui el comandante del ejército rebelde en la lucha contra las huestes de Miguel. He venido hacerle una interesante proposición que no puede rechazar. 

—Será mejor que me convenzas, porque no tengo tiempo para estupideces. 

—Bueno, he venido porque necesitas intervenir en la Neotierra, pero no puedes hacerlo debido a ese maldito tratado o de lo contrario serás castigado. Nosotros ofrecemos la solución a ese problema que tienes y hacer que la Neotierra se inunde nuevamente en un charco de sangre, y de paso, derrotar a esas escorias de los xeronianos y al propio Xeron, puesto que nosotros los ángeles caídos, podemos intervenir en el corazón de los débiles seres humanos y hacer que caigan en pecado en favor de su ambición, y cuando eso suceda, los mortales serán tuyos y puedes hacer de ellos lo que quieras. No obstante, eso tiene su precio, y a cambio de lo que te ofrecemos, necesitamos que liberes nuestras almas atrapadas en el reino de los mortales para regresar a los cielos y completar nuestra venganza. 

     Ares se lo pensó un poco, y luego de reír sardónicamente respondió: 

—¿Acaso crees que un simple demonio como tú derrotado por Miguel y su ejército puede ofrecerme algo tentativo a mí, el dios de la guerra? ¿Cómo alardeas de ayudarme cuando vosotros fracasasteis en su rebelión contra Jehová? 

—Nosotros lo haremos; y Lucifer no fracasó del todo, porque terminará su venganza a través de su heredero, que es su plan secreto, y el único ajeno a nuestra orden que lo sabe es el arcángel Metatrón. Libéranos del castigo de Dios y crearemos una secta con un montón de seguidores que te adorarán y podrás controlar los hilos de la Neotierra de manera implícita. Te haremos una demostración de lo que nosotros podemos realizar mediante alguien que ya conocemos y que moldearemos para ti, y una vez conseguido eso, harás lo que te pedimos. Piénsalo de momento y nos respondes gran Ares. —Y diciendo esto, Satanachia desapareció haciéndose humo en la tenue luz, mientras Ares se quedó solo y meditabundo en su templo. 

***

     En la Neotierra, la civilización humana se recuperó paulatinamente con grandes avances tanto en América, Europa, Oceanía, África, Asia y la Atlántida, y en algunos lugares los países (y los nuevos reinos surgidos) revivieron el esplendor perdido de antes gracias al enorme esfuerzo de los respectivos pueblos. 

     Pero como también ocurría cuando el planeta se llamaba Tierra, existen muchos grupos de poderosos hombres adinerados que movían los hilos del comercio permitiendo el desarrollo económico de los países y reinos. Había hombres buenos que invertían su riqueza y otorgaban trabajo a mucha gente, pero también existían hombres oscuros que utilizan el dinero como medio de poder para maquinar e influenciar sobre las decisiones de una nación. Entre esos magnates, había un ser lo sumamente siniestro que reunía en forma secreta a muchos pares como el, con el objeto de formar una secta de índole luciferina donde solo familias opulentas, influyentes e importantes podían acceder a él. Ese hombre se llamaba Gerard Roth. 

—Bien señores —decía Gerard en una de las tantas reuniones—, los antiguos Masones han construido hace muchísimos milenios el plan de un gobierno único. Sabemos que el planeta ha sufrido convulsiones, pero nosotros estamos protegidos y podemos llevar adelante nuestro trabajo. Ahora tenemos que conseguir el apoyo del resto de hermanos de la logia de los otros continentes para poder capitalizar este macroproyecto. 

—¿Cuándo podremos tener listo todo ese apoyo? —preguntó uno de los hermanos. 

—Tenemos entendido que estás recibiendo respaldo de alguien importante. Necesitamos saber quién es para estar al tanto —inquirió otro de los miembros. 




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