Los Xeronianos Del Universo - Libro I El Guerrero Del Sol

Capítulo XV

    En un lugar recóndito de la galaxia, se disponía a celebrarse una secreta reunión entre diversas deidades. En ella, asistieron algunos selectos dioses convocados por Ares, quien, desde hacía tiempo, deseaba comunicar un plan que se estaba articulando. 

—Os agradezco su buena voluntad por haber asistido a este lugar tan remoto del cosmos para que podamos decidir tranquilamente nuestro proyecto y puedan expresar su molestia desde que Xeron nos obligara a firmar ese estúpido tratado en la Cima del Universo. La hora decisiva se acerca y es momento que tomemos cartas en el asunto. ¿Alguien quiere coger la palabra? 

—Será mejor que esta convocatoria tenga algún sentido - respondió el dios egipcio Seth—, llevamos milenios soportando la restricción impuesta y aún no hemos logrado nada. 

—Tampoco conseguimos algo relevante en la Gran Guerra Divina — añadió Loki—, pero de momento, hicimos un pacto secreto de no agresión para el apoyo mutuo, con el propósito de restaurar nuestro antiguo poderío. 

—Una vez que dicho pacto finalice, debemos zanjar ciertas diferencias no resueltas —señaló el dios sumerio Nergal—, pero primero veamos qué nos ofrece Ares. 

—Bien, estamos cansados de la restricción que firmamos hace milenios a consecuencia de la gran guerra. Ciertamente, tuvimos diferencias como mencionó Nergal, pero por ahora tenemos que resolver algunos asuntos de mayor importancia. Requerimos un gran golpe que desnivele la balanza cósmica a nuestro favor porque en el mundo de los mortales se viven días decisivos, sin embargo, nos falta aquello que nos garantice la victoria sin contratiempos. La prioridad en este minuto es hacer que caiga Cyrania con sus guerreros y luego el propio Xeron para posteriormente ir por el Reino del Cielo y terminar su tiranía - respondió Ares a todos los presentes. 

—¿No será mejor acaso esperar a que Lucifer termine su castigo? Él nos será de gran ayuda para acabar con el Cielo gracias a sus legiones de ángeles caídos —intervino Hades. 

—No creo que esté interesado en aliarse, ya que prefiere terminar su venganza milenaria desde la última batalla contra el arcángel Miguel — añadió Kali. 

—Yo pienso que debemos seguir adelante con el plan por nuestra cuenta —intervino Wakon—. Lucifer es un vanidoso que no permitirá que nadie se siente por encima de él; además, entre menos sepan nuestra conspiración, menor será el riesgo en que se nos opongan. 

—Lo que dice Wakon es cierto —respondió Ares—, la arrogancia de Lucifer es tan grande, que derivó en una escisión entre sus mismos hermanos. Hace años recibí una propuesta del general de las hordas infernales Satanachia, pero a cambio de liberar sus almas del tormento divino. Personalmente no confío en los viles demonios porque son traicioneros hasta con ellos mismos, siendo mejor que no nos atasquemos en especulaciones baratas y escuchen lo que les voy a proponer, porque nos asegurará el triunfo inmediato contra el resto de los dioses y los insignificantes humanos. 

     Todos los presentes estaban intrigados ante la sugerencia del hijo de Zeus, por lo que centraron su atención en el inminente ofrecimiento. 

—Les propongo que obliguemos a las Moiras cambiar los hados a nuestro favor porque son las únicas que pueden decidir la existencia de los humanos y los dioses alterando sus hilos. Una vez realizado esto, podemos ir en masa a terminar con el pacto firmado y exterminar a aquellos que se opongan a nuestra voluntad. También tengo en mente derrocar a Zeus y tomar lo que me pertenece. 

     Las reacciones que suscitaron a las palabras de Ares provocaron todo tipo de comentarios, hasta que Hades tomó la palabra. 

—Eres un ingenuo al decir que las Moiras obrarán con tan sólo obligarlas, ¿acaso no sabes que los humanos, dioses e incluso el mismísimo Zeus les teme porque está subyugado a sus designios? Tu plan carece de lógica y harás que seamos malditos por siempre. Me opongo a vuestra decisión. —¿Es posible que el gran rey del inframundo tenga miedo de tres ancianas? —preguntaba burlonamente Loki—, no creo que pienses lo mismo si el plan funciona y tengas todo el destino a tu disposición para dominar a Zeus y Poseidón. 

—No tengo por qué demostrar nada a nadie y menos a un dios inferior como tú —respondió molesto Hades—, alterar los hilos del destino es lo más estúpido que se te ha ocurrido Ares y por ello es que siempre serás la sombra de Atenea. 

—¡No me compares con mi hermana! —contestó furioso el dios de la guerra—, al menos tengo la voluntad de hacer algo por los dioses que han sido marginados por la nueva creencia y que rechazamos las imposiciones pese a que las firmamos, a diferencia tuya que vives cómodamente en tu inframundo con una esposa secuestrada y aburrida de ti. 

—¿Nos reunimos para escuchar discusiones familiares? —intervino Seth—, yo apoyo a Ares y es menester que aseguremos nuestra victoria. El pacto nos ata y no podemos dejar todo en manos de un mortal como Daemon Kahn. Hay que revolucionar el cosmos y recuperar el esplendor de los días remotos. 

—Hades tiene razón, alterar los hilos es sentenciar nuestra existencia. Desestimo la propuesta —señaló Kali. 

—¡Yo apoyo! —dijo Loki—. Ares tiene asuntos pendientes con Zeus, así como yo los tengo con Odín. 




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