Los Xeronianos Del Universo - Libro I El Guerrero Del Sol

Capítulo XXIII

—¡Idiotas! ¿Cómo pudieron haber fracasado ante un solo xeroniano? ¡Y tu Radgen! Me garantizaste traer a ese muchacho y aun así no lo conseguiste. Estoy decepcionado esta vez contigo. 

     Daemon Kahn hablaba golpeado ante Radgen y Skleros después de que llegaron desde Arkania permaneciendo agazapados tragándose la reprimenda del emperador. El de pelo azul, contestó arriesgando a que sus palabras apagasen el incendio con bencina. 

—Tuvimos problemas con la revuelta producida en Arkania donde al parecer fue planificada por los xeronianos dificultando nuestra tarea. Le ruego una oportunidad más para... 

—¡No quiero explicaciones y disculpas! Ya se me informó de lo acaecido por lo que exijo resultados y avances ante lo que está próximo a suceder. El ejército comandado por Garilack, abandonó Ophianoi hace unas horas y en el camino se unirán otras huestes aliadas para atacar Cyrania, el cual no contará con las fortalezas adyacentes quedando completamente solos. El maestro Ares cree que esos dos individuos son una potencial amenaza, así que doblegaremos los esfuerzos para encontrarlos lo antes posible. 

—Emperador —decía Skleros—, permítame liderar un contingente para hallar a esos dos objetivos y le aseguro que los traeré. 

—¡Yo estoy a cargo de esa tarea, así que no te metas! —encaraba Radgen al enmascarado. 

—Ya fracasaste una vez, así que considérate fuera de esto. 

—¡Silencio, los dos! —reprendió el Kahn—. Soy yo el que da las órdenes y decide quién está fuera y quién no. Ustedes dos partirán de inmediato a acompañar a Garilack y al resto de las hordas, ya que un grupo especial se encargará de la pesquisa de los dos jóvenes. No necesito recordarles lo decisivo de este ataque planificado anticipadamente contando con el apoyo de varios reinos y dioses, así que los preceptos de Garilack son mis preceptos no queriendo saber nada de contrariedades, sobre todo de ti Radgen. ¿Han entendido lo que les ordené? 

—¡Sí, señor! —contestaron ambos al unísono. 

     En ese momento, un soldado imperial llegó para informar las últimas novedades al emperador. 

—Mi señor, me han notificado que los dos jóvenes buscados están en las cercanías de Cyrania; uno llegó vía marítima con Sokaku y otros xeronianos siendo visto en la Carretera Austral; el otro, sigue acompañado por esa mujer avanzando entre las colinas y bosques colindantes al cerro McKay. 

—Excelente, que el equipo especializado vaya ahora a esos dos puntos y pida refuerzos si es necesario. Infórmame del estado de la situación. 

—Así será, mi señor. —Y el soldado dio media vuelta marchándose a cumplir el mandato. 

     Daemon Kahn también se retiró a sus aposentos, mientras Radgen y Skleros se despidieron de su señor para luego salir a través de la puerta y caminar cada uno por su lado. 

***

     El silencio y la oscuridad reinaban en el Puerto del Ángel, ubicado a unos kilómetros al oeste de Puerto Chacabuco, manteniendo expectantes a los xeronianos que custodiaban la base bajo los rumores de una posible invasión enemiga según la información que averiguó el capitán Andemioun. No habían obtenido ninguna noticia desde entonces ni tampoco recibieron alguna instrucción proveniente de Cyrania que confirmara o desmintiera aquellas afirmaciones. Los cientos de soldados que vigilaban el puerto se organizaban para controlar el tráfico en la bahía, alertar a la ciudadela de algún peligro, y por, sobre todo, defenderse de cualquier ataque adversario. Sin embargo, esa noche sería muy distinta a como la estaban viviendo hasta ese minuto, puesto que a unos escasos metros de donde se situaban, miles de barcos se aproximaban con cautela para atracar en el puerto xeroniano repletos de guerreros de diversas latitudes; mientras que por el norte, una enorme columna negra avanzaba decididamente entonando canciones de guerra con dedicatorias a los xeronianos, siguiendo al pie de la letra la misma ruta descrita en el mapa encontrado por Demian en Arkania. 

     Lance junto a Marcia, Sam y otros compañeros más, patrullaban desde la altura de la pequeña ciudad que circunda el Puerto del Ángel, hasta que notó que una mancha negra se acercaba a través del mar despertando la curiosidad del joven. 

—Mira, Marcia, ¿ves lo que yo veo? Parecen ser cientos, mejor dicho, miles de embarcaciones. ¿Serán amigos o enemigos? 

—No parecen portar el emblema xeroniano y están pronto a zarpar. Hay que detenerlos o será demasiado tarde. —De repente la mujer escuchó un ruido de marcha y cánticos—. ¿Oyes eso? Un murmullo se aproxima a mi derecha. Siento que estamos en peligro. 

—Activemos la alarma en seguida. 

     El joven encendió la alerta en la pequeña ciudad haciendo que todo el ejército xeroniano se pusiera en movimiento sigilosamente para verificar quienes eran lo que estaban por llegar. Al alcanzar las orillas del puerto, comprobaron lo que muchos ya anticipaban: el ejército de Daemon Kahn había llegado. 

     No necesitamos preguntarles a qué han venido —decía Lance a Marcia y a su grupo quienes se apostaban escondidos en la gran entrada del puerto – esperaremos a que tengamos mejor visión para empezar la defensa y haremos que no desembarquen tan fácilmente, desde arriba nos apoyarán bloqueando todos los accesos y los otros grupos ayudarán en la lucha. 




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