Los Xeronianos Del Universo - Libro I El Guerrero Del Sol

Capítulo XXX

     Los estruendos provenientes desde el exterior debido al fragor de la batalla resonaban en la oscuridad de las largas escalinatas que Bubba y Syria recorrían veloz con la energía a tope. De pronto, unos golpes retumbaron al interior de la torre generando la preocupación de los jóvenes al pensar que habían sido descubiertos, por lo que debieron apresurar aún más el paso quedando a sólo escasos metros para llegar al Salón del Cielo, y posteriormente, al horno principal. 

—Esos golpes me preocupan —dijo Syria mientras corría—, da la impresión de que quieren botar la torre completa a punta de martillazos. 

—Espero que nadie sepa nuestra presencia —respondió Bubba—, desde que dejamos las Catacumbas Secretas y a Sunprime, no hemos tenido inconvenientes pese a la catástrofe que está padeciendo la ciudad. Es un enorme ejército el que vimos por las ventanas. 

     Al oír la última palabra de Bubba, Syria se frenó en seco. 

—¡Las ventanas! Oh no, eso es un problema grave. Si el enemigo rodea la torre, entonces puede introducirse por algunas de las ventanas o balcones, ya que la estructura es ultra sólida ante cualquier ataque, sin embargo, esas entradas son un punto débil. 

     De pronto, unos horribles chillidos agudos se escucharon desde lejos, a unos pisos más abajo de donde estaban parados los jóvenes, lo que aumentó el desasosiego en ellos cuando unos potentes golpes, hacían temblar la estructura produciéndose un molesto eco. 

—¿Escuchaste eso? —preguntó el joven—, es el repulsivo grito de las arpías que han logrado penetrar al edificio. 

—Sigamos entonces. No sé cómo, pero nos han descubierto y tratan de impedir nuestro avance. No creo que el enemigo mande a sus secuaces a pasear a la torre si saben que no hay un protector en ella. 

     Los jóvenes marcharon de nuevo con la velocidad proporcionada por la energía cósmica, no obstante, el ruido desgarrador de las arpías y otros seres demoníacos crecía paulatinamente a la par con los constantes golpes que venían del exterior. Lograron recorrer un buen trecho, hasta que de manera inesperada, una nube de horrendas criaturas aladas llegó desde la retaguardia agrediendo a los jóvenes quienes de inmediato extrajeron sus armas y comenzaron a luchar afanosamente. A medida que se deshacían de ellas, aparecían otros enemigos desde las ventanas como perros cancerberos, tigres demoníacos, enormes trolls y furiosos berserkers que le salían al encuentro para bloquearles el paso. No eran en realidad enemigos muy a considerar para guerreros con el poder de Bubba y Syria; sin embargo, el objetivo no era derrotarlos, el verdadero motivo era hacerlos perder tiempo en favor del verdadero rival que se avecinaba. 

—¿Te encuentras bien, Syria? 

—Sí, ningún problema... espera... ¡cuidado ahí! 

     La mujer se abalanzó sobre el joven salvándolo de una violenta irrupción desde uno de los balcones aledaños, destrozando toda la entrada al desparramar enormes bloques de concreto y levantando mucho polvo. Los ojos verdes esmeralda de la xeroniana de Venus, observaban como la figura envuelta en un negro torbellino irradiando un poder maligno, descendía lentamente desafiándolos a una contienda mortal. 

—Hasta aquí llega su viaje —decía Aradia transformando sus manos en afiladas puntas y con una expresión vampiresca—, gracias a la revelación de Kyro, sólo tengo que deshacerme de ustedes para que el imperio del Kahn establezca la gloria ante una Cyrania que está al borde de su destrucción. ¡Prepárense a morir! 

—Maldito seas, Kyro —contestó Syria—, pero pese a su traición, mientras nos mantengamos con vida, los xeronianos lucharemos hasta el final, así que no cantes victoria antes de tiempo asquerosa rata. 

     Aradia atacó con sus puntas en dirección a los jóvenes, y estos la esquivaron con un veloz salto hacia los costados. La persecución de la emisaria del Kahn se hizo constante no dejando lugar a que Bubba y Syria pudieran reaccionar a los ataques. En un momento dado, el joven se lanzó con decisión buscando perforar el corazón de la agresora con su lanza, pero Aradia fue más astuta y lo esquivó haciéndose humo con el torbellino golpeando al joven y dejándolo listo para matarlo, no obstante, cuando los brazos puntiagudos de la enemiga iban camino al cuerpo del muchacho, los látigos ígneos de Syria lograron contener las puntas, salvando al elegido del cielo de una muerte segura. 

—¡Vete ahora, Bubba! Ve a donde ya sabes y salva a Cyrania. Yo me encargaré de Aradia. 

—¡Pero, Syria, no te dejaré sola! 

—¡Haz lo que te digo y no me contradigas! El destino de los xeronianos y la Neotierra está en tus manos. ¡No falles! 

     Syria encendió su poder al máximo quedando con los ojos blancos y dejando que los látigos también se incendiaran quemando los brazos de Aradia quien gritaba de dolor y rabia al no poder desengancharse de la fuerte presión de la guerrera de Venus. El joven miraba con tristeza a la mujer que lo acompañó en el tramo final de su viaje, pensando en que no la volvería a ver más; sin embargo, al divisar que la enemiga estaba a punto de soltarse y que el destino de Cyrania lo separaban a sólo unos metros delante de él, Bubba cogió su lanza y escapó del energúmeno que logró liberarse de las amarras de Syria. 




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