Los Xeronianos Del Universo - Libro I El Guerrero Del Sol

Capítulo XXXI

    Los tenientes Kevin Rodan y Bryan Howard se defendían de las violentas entradas enemigas que acechaban en las cercanías de la sala de controles. Kevin neutralizaba con su poder congelante, mientras que Bryan hacía lo propio con la fuerza del león en medio de los cadáveres xeronianos que cayeron peleando por Cyrania. 

     En el momento en que se acercaban otros adversarios por la retaguardia, el disparo mortal de una sorpresiva flecha impactó de lleno al grupo que se disponía a atacar a los tenientes, salvándolos de un destino peor. 

—¡Capitán Andemioun! —exclamó Kevin jadeante—. Agradecemos su intervención. El enemigo ha invadido todos los sectores y estamos siendo superados en varios flancos. 

—Qué bueno que al menos ustedes se encuentran bien. —Y mirando a los hombres caídos—. ¡Maldita sea! Lamento profundamente lo que les ha sucedido, pero debemos irnos de inmediato. 

—Fuimos emboscados poco después del sonido del gran cuerno — añadió el teniente Howard—, alcanzamos a emitir las imágenes y nos sitiaron mientras caía la lluvia de bolas de fuego. 

—Me alegra saber que pudieron defenderse de tamaña agresión. Ahora salgamos de aquí para coordinar en los lugares más urgentes. Por cierto ¿no han visto llegar a Sam y Demian? Los envié con objeto de que se reúnan con vosotros. 

—No han arribado y no sentimos la energía de Sam —contestó el rubio teniente Rodan—, el camino que daba aquí fue destruido y no hay rastros de ellos. 

—¡Demonios! —gritó urgido Cybot—. Fue mi culpa, los envié aquí para que estuvieran más seguros ya que los demás tuvieron que disgregarse a sus puestos de batalla. 

—Pero el hecho de que no hayan llegado no significa necesariamente que estén muertos. Sam conoce a la perfección los caminos y sabe cómo moverse —replicó Bryan. 

—Además, que, de estar con nosotros, podrían haber sido asesinados como nuestros heroicos compañeros. Por algo pasan las cosas capitán, no se culpe ahora —añadió Kevin. 

—Tienen razón, iniciar una búsqueda es complicado mientras sucede toda esta batahola. Intentaré comunicarme telepáticamente con Sam o alguno que los pueda hallar. De momento vayamos a organizar a las huestes, pues debo tomar una decisión dependiendo de cómo va la situación. 

     Luego de las palabras del capitán, los tres emprendieron la marcha mientras el fuego incrementaba la destrucción de la ciudad, en un instante donde la tarde estaba muriendo al igual que la esperanza de los xeronianos. 

***

     Los generales del Kahn encabezados por el despiadado Garilack, irrumpían avasallando todo a su paso. El poder destructor era un tanto menos poderoso que del mismísimo Daemon Kahn, por lo que al enfrentar xeronianos de menor envergadura, no les costaba demasiado trabajo derrotarlos abriéndose paso al objetivo principal: La Torre de la Luz. 

—¡Rattler y Varg! Aniquilen ese par de cañones que disparan a nuestros guerreros —exigió Garilack. 

     Los mencionados generales, combinaron poderes creando un enorme rayo verde que se movía con lentitud al edificio donde estaba Sam y Demian reduciendo todo a cenizas. Los jóvenes alcanzaron a huir mientras a sus espaldas, la torre de los cañones caía espectacularmente arrasando con algunas estructuras aledañas dejando un triste ambiente de desolación. 

—¡Excelente! ¡Ahora avancen hacia la Torre de la Luz, por la gloria del Kahn! —gritaba el brazo derecho del emperador. 

     La legión preparó la irrupción siguiendo a su principal general en busca de la victoria, pero valientemente y rodeado de algunos gallardos xeronianos, Ukyo Tatsomura le salió al encuentro. 

—No darán ni un paso más: ¡Vuelo del Dragón de Fuego! 

     Un enorme dragón ígneo emergió desde la tierra matando a cientos de imperiales, pero Garilack y sus secuaces más cercanos, evadieron el ataque, mientras Rattler sacó de su cuerpo unas cuerdas amarrando al xeroniano de fuego e impidiendo que obstruya el avance de los invasores. 

—Yo me quedaré jugando con esta presa —dijo Rattler—, ustedes vayan que los alcanzaré pronto. 

—No te demores y síguenos al horno principal —contestó Garilack. 

     El principal general del Kahn continuó la marcha golpeando brutalmente con su mazo a los que se oponían. Ukyo por su parte, veía con impotencia cómo las sólidas amarras de Rattler lo sujetaban sin que pudiera hacer nada por evitar la caída del emblema más importante de los xeronianos. 

     Al arribar a la entrada de la Torre de la Luz, Garilack ojeó a los que quedaban todavía a su lado antes de comenzar la última etapa de la invasión, sin embargo, se percató que Radgen estaba ausente, porque a una considerable distancia, atisbó que el guerrero de pelo azul y cicatriz en la cara se debatía en una enconada lucha contra el guerrero del tigre. 

—Maldito seas, Radgen, pones tu venganza personal por encima de nuestra gloria. Ojalá que ese xeroniano te mate, así me sacas un peso de encima. 

***

     Homter, Kenji, Mick y Akira resistían junto al ejército el embate de las fuerzas imperiales con la «Formación Espartana», hasta que un viejo enemigo del xeroniano del tigre, corrió veloz abandonando a Garilack y su séquito con el único objetivo de zanjar la enemistad forjada en Arkania. A medida que el guerrero de la serpiente se arrimaba, Homter perdió la concentración mellando la solidez de la estrategia defensiva. 




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