El viejo rey conocía a la perfección a sus protegidas, aunque para los demás lucieran idénticas. Beatriz,tan dulce,tan calmada y compasiva tanto con los nobles como con la servidumbre, y por otro lado estaba Margaret, siempre tensa y a punto de explotar; delante del monarca y el príncipe se mostraba equilibrada y sencilla, pero su otra cara perversa se manifestaba en su trato humillante y cruel hacia el resto incluyendo a su propia hermana.También sabía de la secreta atracción que su hijo había desarrollado por Beatriz, precisamente seducido por su alma bondadosa.
Está bien,claro que ustedes merecen lo mejor,y,esta tarde antes del baile tendrán vestiduras propias de reinas,serán las doncellas más hermosas del salón_,respondió indulgente. Las muchachas se retiraron haciendo una profunda reverencia. Margaret iba radiante de alegría, en su rostro se reflejaban el triunfo y la complacencia.
_¿Ves,a pesar de que no pronunciaste una sola palabra de apoyo siempre conseguiré lo que quiero.Gracias a mí brillaremos entre todas esaa damas viejas y rancias y esas jovencitas envidiosas, deja de ser mojigata y aprende de una vez cómo luchar por lo que quieres_cotorreaba con su silenciosa hermana de vuelta a su habitación.
El soberano cumplió su promesa, esa misma tarde,se reunieron en la cámara de las chicas,decenas de comerciantes desde los más lejanos rincones del reino que portaban espléndidos ropajes que Margaret ordenó desplegar encima del lecho para seleccionar los de su agrado.Beatriz observaba sentada en un rincón sin mostrar el más mínimo interés. _¿Acaso eres tonta o te has quedado muda?, ven,aprovecha y escoge una de estas bellezas _la invitó con un gesto divertido su entusiasmada hermana.
_Ya te dije que no necesito nada de eso,sólo escogere un.par de zapatos sencillos que combinen con el vestido de mamá, pues los que tengo ya están viejos_respondió la muchacha.
_tú sabrás_respondio Margaret encogiendose de hombros con desdén.
Beatriz se acercó saludando amablemente a los mercaderes y comenzó a probarse uno a uno los zapatos que le ofrecían.Tenía para escoger,de todas las texturas,diseños y colores, verdaderas obras de arte traídas desde los más lejanos rincones del reino y de países exóticos y distantes,pero ninguno resultaba de su agrado,los veía demasiado ostentosos para su gusto más sencillo y refinado que el de su hermana, que alborozada, se exhibía con cada prenda de vestir que le mostraban,modelando en el centro de la habitación. Decepcionada,Beatriz había renunciado a su búsqueda, cuando una humilde anciana,que se encontraba un poco apartada de los otros vendedores y cuya mercancía no había sido del agrado de Margaret por encontrarla deslucida y poco llamativa,se acercó tímidamente a ella:
_Pruebese estos, milady,son muy cómodos y creo que lucirán preciosos en sus pies_ le dijo con voz dulce mientras le extendía unas extrañas zapatillas de un material tan fino y transparente que parecían de cristal.Beatriz quedó prendada inmediatamente de aquel precioso calzado y con un gesto de agradecimiento, se dispuso a probarselos, pero antes de que pudiera tomarlos en sus manos,los mágicos zapatos se deslizaron solos desde las manos arrugadas de la anciana hasta sus pies,ajustándose a ellos de forma tal, que parecía como si la joven hubiera nacido con ellos puestos.