Capítulo IX

La anciana realizó extraños movimientos circulares con sus manos frente al cuerpo de Beatriz,acompañados por un misterioso cántico, y como por arte de magia,la hermosa muchacha dio paso a una desgarbada y tosca aldeana.Su esplendida cabellera desapareció, y en su lugar,unas mechas cortas y ralas de color oscuro cayeron flacidas y desigualmente desparramadas sobre su frente. Sus grandes ojos celestes se decoloraron en una tonalidad gris e inexpresiva como los charcos en un día nublado y su pequeña nariz perfecta  aumentó de tamaño.La muchacha se miró a sí misma en un estrecho arroyo que corría cerca.Al ver su nueva imagen,dio un salto atrás espantada:no podía reconocerse en aquella figura extraña y desencajada,sus delicados ropajes ahora eran una vieja falda llena de parches y una sencilla blusa desteñida.

_¿Qué has hecho conmigo? _pregunt  horrorizada a la anciana.

_Te salvo la vida,¿ves que ni tú te reconoces?, ahora podrás caminar adonde sea sin preocupación, cuando llegue el momento indicado,volverás a ser la preciosa niña que siempre fuiste.Ah,se me olvidaba,esto se te quedó, guardalos bien,te ayudarán en el momento preciso_contestó la anciana entregando en sus manos las mágicas zapatillas de cristal.

_¿Para qué las quiero ahora?, he perdido cosas más importantes _repuso la joven con tristeza

_Ellas serán sumamente importantes a la hora de descubrir la verdad,ahora vete,la aldea está cerca,pregunta por el señor Hugo y dile que vas de mi parte,él te ayudará, me debe favores,yo me marcho ahora,regresare cuando llegue la hora indicada_dicho esto,desapareció entre un polvo de estrellas ante la mirada atónita de la muchacha.

Beatriz quedó sola en el medio del bosque,aún sin poder creer todo lo que había sucedido, pero siguiendo el consejo de la buena mujer,comenzó a andar a paso rápido hacia la aldea.Había caminado un corto tramo cuando escuchó una vez más, el ruido de cascos de caballos y ladridos que se acercaban peligrosamente en su dirección.Su primer instinto fue ocultarse,pero a pesar de que  le temblaban las piernas de miedo, quiso hacer una prueba.Continuó caminando como si no pasara nada,sintiendo a sus espaldas  que el estrépito  provocado por sus perseguidores se acercaba cada vez más. Pronto se encontraron frente a ella,y el capitán de la guardia desmontó  mirando receloso a su alrededor. _Oye muchacha,no has visto por  aquí a una joven muy bella,vestida con ropas reales y más o menos de tu edad?_preguntó con severidad observandola inquisitivo.

No señor,yo vivo en la aldea del otro lado del bosque,vine a recoger algunas bayas,pero ya me iba,no me he cruzado con alguien así en mi caminorespondió Beatriz sin levantar la mirada del suelo.El oficial la observó otra vez receloso:si tú o cualquier otro campesino ven a una muchacha como la que te acabo de describir, deben informarlo de inmediato en el palacio, se trata de una peligrosa fugitiva que asesinó a Su Majestad, y el que la encubra será ejecutado_prosiguió el ceñudo oficial acercando su rostro al de la joven;los perros no cesaban de ladrar,pues habían identificado el olor de Beatriz, pero los soldados los sujetaban fuertemente

 _De acuerdo señor,si veo algo les informaré enseguida,siento mucho la muerte de nuestro rey y la culpable deberá pagar un justo castigo.

El capitán volvió a montar su caballo y con la mano hizo un gesto a los soldados para continuar, dejando atrás a la pobre Beatriz que contenía la respiración del susto.Cuando los guardias desaparecieron de su vista,lanzó un suspiro de alivio y continuó su camino,ahora más confiada,dando gracias en su interior a la misteriosa anciana que le había salvado la vida.Al atardecer llegó a una pequeña y pintoresca aldea donde algunos niños retozaban en las cercanías de las rústicas chozas con techo de paja, mientras sus padres labraban el campo y recogían las calabazas color naranja del otoño.Beatriz se acercó a los campesinos y humildemente les preguntó por la vivienda del señor Hugo.Los sencillos trabajadores le señalaron  una casa de ladrillos rojos...