Lost Memory

Capítulo 8: Incomodidad

Mientras tanto, Carina iba rumbo a un restaurante que suele frecuentar ella sola o acompañada. Tratando de despejarse de tantas cosas ocurridas ese mismo día.

Carina suspira al sentarse en la mesa.

—Parece ser que hoy tuviste un mal día —dice observador.

—No te imaginas cuanto, Arthur —dice incorporándose en la silla.

Un mesero llega y les ofrece un par de bebidas y el menú.

—¿Quieres un par de donas glaseadas? O ¿Prefieres un postre más dulce? —pregunto mirando el menú.

Carina mostró cierto asombro e incomodidad ante la pregunta, Arthur lo nota al instante.

—Perdóname, no quería pedir por ti ni nada por el estilo, es solo que…—Carina lo interrumpe.

—No, está bien… Es solo que —suspira.

Arthur hace a un lado al menú y la mira atento.

—Los nuevos empleados estuvieron sobre mí todo el día. Demasiado cerca, demasiado atentos y demasiado… cercanos —Carina sufre un escalofrío al decir eso último.

Arthur sabe perfectamente a que se refiere y le acerca la taza de café caliente que le trajeron momentos antes. Carina la bebe con tranquilidad.

—Nunca te ha gustado ser el centro de atención ni que la gente se acerque tanto a ti. Lo sé —comprende.

—También… También se comportaron muy raro. Ofreciéndome comida que odio y que simplemente no tolero —dice con desagrado.

—Quizás solo quieren asegurar su puesto, o coquetearte —bromea.

—Ja—Ja —ríe levemente—. El punto es, que ahora tú dijiste dos postres que adoro y simplemente me fascinan —le sujeta la mano—. Tú si me conoces —sonríe.

—Claro que te conozco, esos tres años juntos no fueron nada —acaricia su mano.

Carina respira hondo y aparta su mano.

—Sí, pero eso ya termino —acomoda su cabello, algo nerviosa.

—Si… Tienes razón —Arthur aparta la mirada.

Ambos volvieron a mirar sus menús y al poco tiempo pidieron una merienda breve mientras conversaban de otras cosas para distraerse entre sí.

Sin embargo, alguien más los acechaba, William se encontraba a fuera del restaurante, observando a su ex mejor amiga de la adolescencia sonriendo genuinamente. Una sonrisa, que hacía muchos años no veía.

En todo el día en el trabajo, nunca la miro sonreír de esa manera, haciéndolo sentir patético y una horrible ira hacia aquel chico que la acompañaba.

Apretó su puño, conteniendo esa furia y se marcha del lugar antes de que cometiese una locura. El día de mañana seria uno nuevo y quizás las cosas mejoren para todos.

Por otro lado, Alina se encontraba en el auto con Estela, llevándola hacia su casa mientras la segunda de ellas no dejaba de hablar durante todo el camino.

—Yo digo que hay formas de decir que uno no está de humor para acompañarlo a casa o si tiene otros planes, no tiene nada de malo que me lo informe —comentaba disgustada.

Alina escuchaba todas y cada una de sus quejas, estaba acostumbrada de todas formas.

—Cuando salíamos solía ser antipático con los demás, pero no conmigo o sus amigos.

—Él siempre fue así —respondió Alina instantáneamente.

En ese momento, se da cuenta de que estaba hablando de más y se tapa la boca rápidamente.

—Sí, creo que tienes razón… Espera —Estela se percata de lo que dijo—. Acaso tú… ¿Conociste a William de antes? —pregunto asertiva.

—¿Eh? No —bufa—. No, solo supuse que él siempre fue así desde la secundaria.

—No, no es así. Tú lo conoces —sonríe pícara—. ¿Desde hace cuánto? ¿Tú lo contrataste? ¿Interviniste en la selección de personal? Dime —dice ansiosa.

En ese momento, Alina detiene su auto de golpe.

—Llegamos, esta es tu casa. Ahora bájate —impone.

—Mmm… No, en realidad mi casa queda más adelante —señala.

—Dije, que te bajes —dice algo molesta.

—De acuerdo, de acuerdo —se baja—. Oye, ¿pasarás por mí temprano? No quiero llegar tarde como el día de hoy.

Alina suspira.

—Está bien, paso mañana temprano. Te quiero lista —arranca el auto y se va.

—¡Adiós! —se despide Estela.

Alina deseaba que el día de mañana su compañera de trabajo olvidara aquella frase y no se hablara más del tema. Lo último que necesitaba era que la vida de Carina y de ella estuviese en la boca de todos los empleados de la empresa.

Al día siguiente, Alina se levantó un poco más temprano para ir a recoger a su nueva compañera de trabajo. La cual demoro un poco más de lo que esperaba.

—Uff, lo siento. Llegaste más temprano de lo que creí —decía al entrar al carro.

Estela tenía una barra de pan en su boca mientras una plancha del pelo en una mano y en la otra su bolso.

—¿Vas a arreglarte en el auto? —pregunto Alina sorprendida.




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