Lost Memory

Capítulo 9: Reunión

Han pasado un par de semanas desde el último incidente.

Carina no ha repetido esos repentinos Deja Vu´s que ha tenido desde que sus nuevos empleados entraron a trabajar. A decir verdad, ella misma los ha estado evitando y solamente interactúa con ellos para trabajo.

Ambos chicos han decidido dejar de acosar tanto a la pobre de Carina, porque han comprobado que no se trata de la misma chica que conocieron años atrás.

Sin embargo, Darío se ha percatado de aquellos Deja Vu´s de parte de Carina y cree firmemente que ella puede comenzar a recordar todo lo vivido con ellos. Así que tendrá paciencia hasta que vuelva a ocurrir uno de estos.

En un día común en la oficina, todos estaban bastante atareados debido a que se encontraban en el fin de mes y necesitaban cerrar todas las facturas, compras y ventas. William era el más atareado en este aspecto.

—Alina, aquí están mis facturas del mes —le entrega una carpeta con papeles.

—Bien, se lo enviaré a Estela en un momento —dice mientras captura datos en su computadora.

—Si quieres, yo lo hago. Enviaré las del señor Harun —se ofrece Katia.

—Oh, muchas gracias —Carina agradece y le da la carpeta.

—Te debo un almuerzo —comento Alina sin despegarse de su computadora.

—Lo acepto con gusto —responde y se va hacia la oficina de William.

Carina estaba por entrar nuevamente a su oficina, pero fue interrumpida por Alina.

—Oye, no se te olvide que mañana es la reunión con los clientes —dice mientras se gira de su silla.

—¿Es este fin de semana? —dice con pesar.

—Si —responde igual de desanimada.

—Ya tengo suficiente con el cierre del mes, no estoy de humor para ir —argumenta irritada.

En ese momento, Darío sale de su oficina y oye su conversación.

—Tienes que ir —responde velozmente.

Ambas chicas se giran a mirarlo, algo confundidas e incómodas.

Al notar que se metió a la conversación tan abruptamente, afina su voz.

—Lo siento, no era mi intención interrumpir de esa manera —argumento.

—No importa —comento Alina.

Carina se extrañó por su respuesta, pero lo dejo pasar.

—¿Por qué tengo que ir? —pregunto Carina.

—Los clientes esperan que tanto el gerente comercial como la gerente general vayan a la reunión. Para aclarar dudas respecto al pedido.

—¿Eso no puede hacerlo el señor Wandelbar? Él sabe más sobre el manejo de los clientes que yo.

—En eso tiene razón, pero el señor Wandelbar estará ocupado con el cierre del mes y además de que los clientes la pidieron específicamente a usted —respondió.

—Eso es cierto, eres parte de la imagen de la empresa, es natural que te soliciten —apoyo Alina.

Carina suspira.

—Supongo que no tengo opción. Te veré allá, supongo —dijo Carina de mala gana al entrar a la oficina.

Al hacerlo, Darío da un salto en señal de celebración. Se acerca a Alina y la toma de la mano.

—Muchas gracias por apoyarme —agradece.

—¿Apoyarte? Discúlpame, pero los clientes si la pidieron a ella este fin de semana. Solo dije la verdad, no quise ayudarte en tus dobles intenciones —contesto molesta.

—De todas formas —le besa la mano—. Muchas gracias —entra emocionado a su oficina.

Alina toca su mano besada lentamente y sonríe tenuemente.

—¿Sucede algo? —Pregunto Katia al regresar a su escritorio—. ¿Te duele?

—¿Eh? —Alina la mira avergonzada—. No, no. Yo, nada —se incorpora en su asiento y continúa transcribiendo en su escritorio.

Inconforme, Katia hace la misma acción.

El día siguió igual de atareado, hasta la hora de salida.

Afuera hacia un clima fresco y con lluvia, así que esperaron un poco en la puerta para que el tráfico de las calles se calmara un poco.

—Yo tengo que llegar a la casa ahora, mañana me espera una terrible noche —bostezo Estela.

—Tienes razón, te llevaré —se ofrece Alina con una sonrisa—. Te veré mañana —se despide de Carina.

Carina se despide con la mano y espera que pase un poco la lluvia.

En ese momento, Darío llega a la entrada y ve a su amada mirando hacia fuera.

Siendo lo suficientemente cauteloso, hace presencia tosiendo un poco para no asustarla.

—Oh, señor Harun. Buenas noches —saluda cordial.

—Buenas… —se posiciona a su lado.

—¿Esperará a que pase la lluvia? —pregunto curiosa.

—Así es, mi departamento queda al lado de una avenida —dice mientras se rasca la nuca.

—Ya veo.




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