Los tres se encontraban conversando con sus clientes, asegurándose que ninguno de ellos tuviera dudas respecto a la mercancía ni al contrato que firmarían posteriormente.
Uno de ellos comenzó a reír de la emoción.
—¿Entonces todo queda arreglado? —pregunto Carina alegre.
—Por supuesto, me alegra saber que elegimos a la persona correcta —dice refiriéndose a ella.
—No es para tanto —dice apenada.
—Él tiene razón. Lo explicaste bien —halago Darío.
—De todas formas —dice cambiando el tema—. Estoy segura de que el señor Wandelbar lo hubiera hecho mucho mejor.
—Oh, sí. Lamentamos que no haya podido asistir a esto. Pero lo entendemos, muchos de nuestros colegas también se quedaron en nuestra empresa por lo mismo.
—Lástima por ellos. Hay que divertirnos con mayor empeño por ellos, señores —comento Darío alzando una copa.
Todos alrededor hicieron lo mismo y tomaron.
Sin dudas presentes, firman el contrato y Carina comienza a probar los bocadillos de la noche.
—Creo que podré comer algo de esto —dice Carina hacia Alina.
—Lo mismo digo —ambas ríen ante esto.
En ese momento, Katia se acerca a Darío para susurrarle algo que parecía inquietarla demasiado. Pero en ese momento la música cambia a una que él reconoce.
—Ahora no —dice y se apresura a ir hacia Carina—. Carina —la llama.
Ella se gira a mirarlo confundida.
—¿Te gustaría bailar? —extiende su mano.
Carina lo mira perpleja, estaba a punto de rechazarlo, pero sus clientes la alentaron.
—Vaya, esto es una fiesta. Disfrútela al máximo, se lo merece —comento uno de ellos.
Les sonríe nerviosamente y dudosa extiende su mano la cual es tomada delicadamente por Darío.
Él la encamina hasta el centro de la pista y coloca una de sus manos en cintura y la otra en su mano. Mientras que ella coloca la mano sobrante en el hombro de él.
—Qu—Quiero aclararle de una vez… —dijo mirando hacia el piso—. Que no sé bailar —murmuro.
Sorprendido, él la mira con una mirada tierna.
—No te preocupes, me han dicho que soy un buen instructor, aprenderás rápido. Confía en mí.
Ella alzó la mirada y él le guiña un ojo.
Darío espera a que se sincronice la música y comienza a guiar a Carina. Ella se siente algo torpe y cree que lo pisara con frecuencia.
—Relájate. Yo te guiaré —susurro en un tono más grave.
Estremecida, ella asintió. Suspira y deja su cuerpo más frágil y flexible. Rápidamente ella se da cuenta de que parece fluir con la música y hasta sonríe de lado.
—Te dije que era muy buen instructor —comento orgulloso.
Carina lo mira curiosa, pero sonriente.
—Parece ser que usted es alguien muy soberbio —comento con gracia.
Darío ríe por su comentario.
—No he de denegarlo, mi lady —comento coqueto.
Un cierto calor en sus mejillas se hizo presente por el apodo tan inoportuno. Incomodidad y nerviosismo se hicieron presente en Carina, quien rápidamente desvió su mirada hacia el público, donde logra divisar a Alina.
Alina la saluda al ver que ambas hacen contacto visual. Al perderse el contacto, su sonrisa se va apagando poco a poco mientras los mira danzar en la pista.
Katia se acerca a ella, cansada y algo frustrada deja salir un suspiro pesado.
—¿Todo está bien? —pregunto Alina.
—La verdad… —coloca sus dedos en la punta de su nariz en señal de desesperación—. No, nada está bien.
—¿Peleaste con Darío? —pregunto curiosa.
—No, en realidad es todo lo contrario —comento vagamente—. Él trata de evitar cualquier tipo de conflicto —explico.
—¿Acaso eso no es bueno?
—Lo sería, pero… En esta situación, todo tiene su consecuencia. Más tarde que temprano, el tiempo se le acabara y la caja de música dejara de sonar —comento a modo de metáfora.
Alina interpretando sus palabras para sus propios problemas, vuelve a mirar a su pareja de jefes danzar en la pista. Una profunda tristeza se logra ver en sus ojos, pero a la vez, un brillo inusual alrededor de ellos.
Nuevamente en la pista, Darío intenta hacer conversación con Carina mientras bailan.
—¿No eres fanática de los bailes? —pregunto Darío.
Carina bufa.
—En lo absoluto, nunca me ha gustado bailar. Ser el centro de atención siempre me ha parecido absurdo, no es mi estilo —respondió honesta.
—¿Te soy sincero? No esperaba esa respuesta de ti —comento.
—¿Así? Parece ser que intentas adivinar siempre mis respuestas —dijo en tono juguetón.