Lost Memory

El día que me enamore de ti

—¿Un baile? —pregunte algo confundido.

—Así es, iremos a un salón para celebrar la conmemoración de un excelente negocio —explico mi padre, quien sostenía un vaso lleno de vino en su mano.

—Yo… No quiero ir —no me gustaba estar rodeado de gente que no conocida.

—Darío, deja de comportarte así —mi madre se agacho a mi altura y acomodo mi ropa—. Deja de ser tan egoísta y has esto por nosotros.

Odiaba mucho como mi madre me hablaba, se preocupaba demasiado por lo que pensaran los demás, por eso ponía tanta resistencia. Además de que realmente no me importaba la opinión de los demás.

—Pero… Ni siquiera se bailar —mencione a la defensiva.

—Por eso que a partir de hoy iras a practicar con un maestro privado. Comportante y aprende mucho —hablo con cierto tono de amenaza y amor.

—El evento es la otra semana, será mejor que hagas lo mejor que puedas —sentencio mi padre.

Realmente me sentía nervioso e inseguro sobre todo esto, en mi recaía una imagen que ni siquiera me corresponde, no entendía porque hacían todo esto.

—No quiero ir, ni siquiera conozco a nadie —me cruce de brazos molesto.

—Eso no es cierto, la familia Entoni también asistirá —comento mi madre con cierto recelo.

—¿Rina también ira? —pregunte emocionado.

Hace un par de meses que conozco a Rina, es una chica bastante alegre y mi única amiga, ya que somos vecinos cercanos. Últimamente por sus estudios no ha salido mucho a jugar, así que saber que la podre ver la otra semana me hacía mucha ilusión.

—¡De acuerdo! Me esforzare —alza la voz, determinado a lograrlo.

Las clases eran bastante duras, no eran divertidas y me sentía cansado todo el tiempo, ¿realmente hay gente que le gusta todo esto?

Finalmente, después de muchas lecciones, el maestro pudo dar luz verde de mi progreso y que ahora todo dependía de mía, que él ya había cumplido con su trabajo.

La buena noticia, es que en ese tipo de eventos siempre tiene buena comida o golosinas, así que comeré un banquete, además de jugar con Rina mientras que nuestros padres estén ocupados.

—Mas te vale que no me hagas pasar un ridículo —advirtió mi madre mientras me vestía para el baile.

Respiré lo más hondo de pude, tratando de controlar mi impotencia y mi claro sentimiento de inferioridad, realmente creo que mi madre solo me tuvo por presión social que por gusto.

—Querida ya deja al pobre niño —reprendió mi padre el cual se encontraba fumando un cigarrillo.

—Es fácil para ti decirlo, tu no escuchas lo que dicen las personas sobre nosotros —respondió mi madre molesta.

—No importa lo que hagamos o dejemos de hacer, siempre hablaran de nosotros —contesto mi padre de forma tranquila.

Mi madre solo lo miro con furia y se fue de la habitación.

—No le hagas mucho caso, solo esta nerviosa —comento mi padre para tranquilizarme.

Deje salir todo el aire que contenía y mire el suelo inseguro.

—Entonces… ¿No está mal no querer ir? —pregunte inseguro.

Mi padre suspira.

—Así como te sientes tu ahora, me sentí yo cuando era más joven, pero cuando crecí, me di cuenta de que no importa cuánto intente hacer felices a todos, nunca lo voy a lograr, así que mejor pienso solo en mi —relato.

—¿Pensar solo en mí? —pregunte confundido.

—Si, se egoísta, está bien serlo. De todas formas, siempre vendrá la gente hacia a ti, eres un Harun. No lo olvides —se fue de la habitación después de decir eso.

—¿Un Harun?

No entendía mucho de lo que decía mi padre, pero creo que pensar en mí me gusta, así que solo me preocupare por mí a partir de ahora, no me preocupare mucho de mi imagen hacia los demás.

—¡Mas te vale que ya estes listo, Sebastián Harun! —grito mi madre furiosa desde el baño.

Bueno, no me preocupare más de lo necesario. Definitivamente, mi madre da mucho miedo y no quiero hacerla enojar.

Llegamos al salon y era extremadamente grande, los colores dorados hacían que todo pareciera de oro y yo solo podía mirar con asombro.

—¡No hagas eso! —susurro mi madre hacia mi—. No demuestres sorpresa, siempre mira por encima del hombro.

No entendí a que se refería, pero si esconder mis reacciones es lo que quiere mi madre, supongo que tengo que hacerlo…

—Deja de preocuparte tanto —le susurro mi padre a mi madre.

Mi madre inmediatamente hizo una mueca que desapareció cuando escucho a sus amigas llamándola.

—¡Berenice! Me da mucho gusto verte —saludo una mujer con un abanico de papel.

—No me lo perdería por nada. Tenía mucho trabajo, pero hice lo posible por venir.

Miente, estuvo planeado todo esto desde hace semanas, pero supongo que mentir también es bueno si hace parecer a uno más interesante…




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