Love 1 // Amores secretos - Draco Malfoy

Capítulo 7 - MURO INQUEBRANTABLE

 

NARRA DRACO:

 

Camino de un lado al otro del pasillo, es la hora y ella aun no ha llegado. ¿Dónde demonios está? Va a hacer que nos castiguen el doble de tiempo.

Intento controlar la respiración y me apoyo en la pared de ladrillos, esperando a que aparezca por el pasillo. Mi cabeza no puede dejar de pensar en ella. ¿Qué me ha hecho?

Aun retengo en mi memoria, con todo detalle, el momento en el que nos conocimos en el tren. Esa manera de responderme, sin ningún reparo en decirme lo que piensa, sin temerme. Esas miradas de desprecio, de odio e incluso las divertidas que consiguen cautivarme. No sé que tiene pero no puedo evitar quitarle los ojos de encima.

Y lo de esta tarde… No logro entender porqué se interpuso entre el profesor Moody y yo. Ni siquiera sé cómo consiguió devolverme a mi forma humana. No necesito que nadie me salve o me mire con lástima, puedo defenderme yo solo, soy un Malfoy, pero verla preocupada por mí… Me enfurece y me complace a partes iguales.

Unos pasos comienzan a oírse por el pasillo desangelado, por lo que alzo mi mirada y veo que Parker camina hacia mí. No dejo de mirarla ni un segundo, su cuerpo es como un imán para mí, a pesar de que debería de producirme asco porque es una sangre sucia.

  • Llegas tarde – le digo enfadado apartándome de la pared cuando llega a mi altura.
  • No, no lo hago – me responde contradiciéndome y acercándose tanto a mi cuerpo, que solo nos separa una línea delgada – yo siempre llego a tiempo – me susurra cerca de mi oído y me produce un escalofrío.

La veo que intenta alejarse de mí pero se lo impido sujetando su cintura con mis manos, reteniéndola contra mí.

  • Esta vez no – susurro también en su oído intentando sonar seguro.

Siento como su cuerpo comienza a temblar ligeramente. Miro su rostro y sé que está nerviosa, le pongo nerviosa. Saber que la hago sentirse así me produce un cosquilleo en mi interior que no sé descifrar. Mi corazón late con rapidez y mis instintos empiezan a despertarse.

Nuestras respiraciones se entremezclan y me voy inclinando poco a poco hacia su rostro. Mi mirada viaja desde sus ojos a sus labios una y otra vez, sin poder evitarlo, creciendo dentro de mí un deseo que nunca antes había sentido por nadie.

  • Más quisieras tener razón – interrumpe el silencio que hemos generado.

Sus labios rozan mi mejilla erizándome la piel. Abro los ojos por la sorpresa de su contacto y veo que se aleja de mí, su cuerpo cálido se va y cruza la puerta del despacho del profesor sin mirar atrás.

Mis mejillas se enrojecen y me quedo ahí quiero como un tonto, como si nunca hubiera tenido a una chica tan cerca. ¡Ni que fuese la única! No… no puede ser, tengo que quitarme esas ideas locas de la cabeza. Ella es una sangre sucia.

Entro en el despacho aun con mi rojez en mis mejillas pero me yergo y levanto la cabeza con altivez. Los Malfoy caemos siempre de pie. Camino hasta llegar a la mesa donde está el profesor Snape y Parker, que ese encuentra sentada en una de las sillas frente a él.

  • Se agradece su aparición, señor Malfoy – dice fríamente Snape – Siéntese – me ordena y le hago caso, sentándome en la silla vacía al lado de Parker – Muy bien, después de alterar mi clase de ayer y de comportaros de manera insolente, el castigo que os voy a encomendar requiere de varias horas de su tiempo – nos mira a los dos – Tendréis que dejar mi clase impecablemente limpia y lo haréis sin magia – nos dice.
  • Pero profesor… - comienzo con mi queja – eso nos va a llevar horas – lo miro horrorizado por tener que trabajar.
  • Habérselo pensado antes – me dice sin ningún tipo de emoción – Os he dejado todo lo necesario en el aula. ¡Venga andando! – exclama echándonos de su despacho.

Me levanto de la silla y Parker me imita sin decir ni una sola palabra. Caminamos hasta la salida, abro la puerta y salgo por ella. Oigo un bufido y me giro para mirarla.

  • ¿Qué te ocurre ahora? – pregunto exasperado caminando hasta el aula.
  • Os dais tantos aires de ser mejores y no eres capaz de ser un caballero – me responde.
  • ¿Por no dejarte pasar antes por la puerta? – digo entre incrédulo y divertido. Parker asiente y se cruza de brazos – Soy un caballero pero con las personas que lo merecen – respondo acercándome a ella con autosuficiencia.
  • Ya veo la clase de “hombre” – hace el gesto de las comillas con la mano – que eres – se da la vuelta y entra por la puerta.

Voy tras ella sin decir una palabra. Creo que ahora mismo es mejor callarse porque sino creo que la voy a decir nos va a ocasionar más discusiones y la verdad, no me apetece nada tener que lidiar con ella. Solo quiero quitarme este castigo cuanto antes.

  • Creo que va a ser mejor que yo empiece quitando el polvo de las estanterías, tú puedes ir limpiando los pupitres y las sillas – coge un trapo y se encamina a las baldas.
  • Bien – digo con desgana y en un tono seco.

Los próximos minutos transcurren en silencio mientras limpio las mesas. Más de una vez mi mirada va a parar a ella, viendo como su cuerpo se mueve de un lado a otro, como se recoge el pelo en un moño desenfadado por el calor y que le queda endemoniadamente bien, como se pasa las manos por la cara… Todo, he podido memorizar todos esos pequeños detalles sin que ella se diera cuenta. A ver tengo que ser sincero conmigo mismo, será una sangre sucia pero eso no quita el hecho de que es preciosa.

Subo la última silla en la mesa y me siento encima de la mesa del profesor para descansar. Parker se gira y al verme sentado se acerca a mí.

  • ¿Has acabado? – me pregunta.
  • Sí, ¿no lo ves? – señalo la clase con mi mano.
  • Pues ahora coge la escoba y barre el suelo – me dice volviendo a su labor – Aun hay muchas cosas que hacer – termina de decir.
  • ¿Por qué debería de hacerte caso? – le digo algo cansado de que me mangonee, ya la he dejado antes que lo haga – Haré lo que me dé la gana – intento mantener mi autoridad. Además estoy cansado y no me apetece seguir limpiando.
  • Lo que te pasa – se gira y me sonríe ampliamente – es que no has usado una escoba en tu vida y no tienes ni idea de cómo utilizarla – dice divertida, acercándose a mí a paso lento.
  • Para eso tengo elfos domésticos – respondo como si fuese lo más obvio, aunque en el fondo estoy intentando esconder la verdad que hay en sus palabras.
  • Anda ven – me dice mientras coge una escoba. Me acerco a ella lentamente sin saber muy bien que esperar – Yo te enseño – me tiende la escoba y se coloca tras de mí.



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En el texto hay: amor, harrypotter, dracomalfoy

Editado: 24.08.2022

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