Love 2 // Amores encontrados - Draco Malfoy

Capítulo 1 - SUPERAREMOS CUALQUIER CAOS

BROOKE

Agitada me incorporo de la cama, me paso una mano por la frente quitándome el sudor e intento respirar con normalidad de nuevo. Desde el final del curso, desde ese día, no he dejado de tener pesadillas. Siempre son las mismas. Yo, recorriendo el cementerio con los mortífagos persiguiéndome, intentando defenderme, pero al final siempre acaban alcanzándome. De fondo los gritos de mis padres, de mi hermano, de Hermione, de Blaise, de Theo y el más frecuente, los gritos de Draco.

Pero nunca consigo saber cómo termina todo, me despierto siempre con el corazón acelerado, sudando y con mal cuerpo. Después ya no soy capaz de volver a dormirme. Así que me levanto, y sin abrir la ventana porque aún es de noche, me meto en el baño para darme una ducha.

***

Salgo de la habitación que me han asignado en un pequeño hotel del barrio de Greenwich en Londres. Tanto el profesor Dumbledore como el profesor Snape decidieron que era mejor que me alojara en un barrio muggle mientras entrenaba. Y siendo sincera es de las pocas cosas en las que hemos estado de acuerdo durante este verano.

Unos golpes resuenan en la puerta de mi habitación y, con la varita en la mano, camino hasta a ella. Sé que los magos de edad no podemos hacer magia fuera del colegio, pero tener un mentor como Dumbledore me da ciertos privilegios, como tener la oportunidad de pasar desapercibida por el radar del Ministerio de Magia. Más después de cómo están las cosas. Todo el mundo piensa que Harry mintió, que Dumbledore está chiflado y que Voldemort no ha vuelto, pero los que somos sensatos sabemos que es así.

La puerta se abre, deshaciendo todos mis hechizos de bloqueo y ante mí aparecen un par de varitas en alto, de las que salen unas luces brillantes. Sostengo mi varita con fuerza esperando al ataque, pero las luces se atenúan y las caras que veo me son familiares.

—¿Hija? —la voz me es tan familiar que el corazón se me acelera—. ¿Estás aquí? —vuelve a preguntar.

—¿Papá? —pregunto mientras bajo la varita y lo veo en la puerta.

Su sonrisa se ensancha cuando me ve y la mía también. Corro hasta él y me lazo a sus brazos, sintiéndome segura por fin desde hace semanas. Que haya decidido querer alejarme de todos no quiere decir que no haya echado de menos a mi padre.

—Muy bonito este reencuentro, pero estaría bien que nos dejarais pasar dentro. Aquí fuera llamamos mucho la atención —la voz grave del profesor Moody me hace separarme de mi padre y me aparto para dejarlos pasar.

Ante mí aparecen varias personas de entre las cuales solo reconozco a mi antiguo profesor y a mi padre. Dos personas más comienzan a dar vueltas por mi habitación curioseando todo lo que ven.

—¿Qué hacéis aquí? —pregunto sin entender nada.

—Hemos venido a buscarte, nos vamos —me dice mi padre.

—¿A dónde?

—Aquí no podemos hablar —sentencia el profesor Moody—. Recoge tus cosas, nos vamos en diez minutos.

Asiento y comienzo a recoger mis cosas. Meto lo imprescindible en el baúl y sujeto bien a Roxy, mi lechuza, en su jaula. Cuando estoy lista, el profesor Moody encanta el baúl y la jaula para que lo sigan a todas partes.

—¿Cómo iremos? —vuelvo a preguntar.

—En escobas voladoras —sentencia Moody—, aún tienes el detector de menores y es muy arriesgado usar otro método.

Alzo las cejas, sorprendida, y miro a mi padre sin entender nada. ¿No saben que he estado todo el verano usando la magia? No tengo el detector puesto.

—¡Nos vamos! —grita Moody.

Cada uno coge su escoba y salimos de la habitación. Bajamos por las escaleras de incendios y salimos por la puerta trasera del hotel que da a un callejón oscuro.

—Estupendo, un cielo despejado —noto el tono irónico de Moody mientras recorre con su ojo mágico el cielo—. Habría preferido el cielo nublado, pero es lo que hay. Escúchame —se acerca a mí—, vamos a volar en formación cerrada. Tu padre irá delante de ti, así que no te separes de tu cola. El resto te iremos rodeando. No rompáis filas bajo ningún concepto, ¿entendido? —mira al resto del séquito—. Si alguno de nosotros muere, el resto que siga volando, sin romper filas. Nuestra misión consiste llevar a la muchacha sana y salva al cuartel general —mira uno a uno a los adultos.

Un escalofrío me recorre por completo y miro inquieta a mi padre. No quiero que le pase nada malo.

—Todo irá bien, pequeña —me dice cuando ve mi cara angustiada—. Tú sígueme y acata las órdenes que te demos, ¿vale? —asiento con la cabeza y me da un pequeño abrazo y un beso en mi coronilla—. La señal —anuncia y nos separamos para subirnos a nuestras escobas.

***

A pesar de estar en Londres ya, el vuelo se me hace largo y siento que han dado demasiados rodeos por si alguien nos estaba siguiendo. Tengo el cuerpo entumecido y tirito del frío que tengo.

Aterrizamos en un pequeño parque en un barrio de Londres. Moody hace desaparecer las luces del parque y de la calle y todos caminan hacia unos portales.

—Es aquí —habla en voz baja Moody y me planta un trozo de papel en las manos—. Léelo rápido y memorízalo.

Hago lo que me pide sin entender absolutamente nada. El texto reza:

“El cuartel general de la Orden del Fénix está ubicado en el número 12 de Grimmauld Place, en Londres”.

¿El cuartel está aquí? ¿En medio de una urbanización de muggles? ¿Cómo es posible?

Miro a mi padre sin entender nada y Moody me arrebata el papel y lo quema ante mis narices.

—¿Dónde…?

—Piensa en lo que acabas de memorizar —me recuerda mi padre.

Hago caso a sus palabras y ante mí una puerta maltrecha aparece de la nada entre los números 11 y 13. Después le siguen unas paredes sucias y unas ventanas asquerosas. Añadiéndose una más y empujando al resto, sin que los muggles de los edificios se den cuenta de nada.

—Adentro —ordena con urgencia Moody.



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En el texto hay: amor, harrypotter, dracomalfoy

Editado: 17.09.2024

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