BROOKE
Me quedo mirando esos ojos grises que siempre me han cautivado. Mi corazón late deprisa y siento ese cosquilleo en el cuerpo que no había sentido desde la última vez que habíamos estado juntos.
—Eres… ¿Eres el perfecto de nuestra casa? —consigo preguntar, porque sigo aturdida por verlo.
—Así es —me sonríe—, ¿te esperabas a otro? —asiento con la cabeza, ya que no me salen las palabras y menos cuando siento sus dedos acariciando los míos—. Vaya, no sé si sentirme ofendido o no —sonríe ampliamente.
—Pensé que sería Theo.
—Era una opción sí —no aparta sus ojos de mí—. Pero ¿estás decepcionada de que sea yo? —su mirada me indica que desea saber desesperadamente mi respuesta, como si le importara mucho.
—No —digo rápidamente—, me alegro por ti, te lo mereces —sonrío tímida.
—Bien, porque a mí me encanta que seas tú mi compañera.
Las piernas me tiemblan ante su respuesta y me derrito allí mismo. ¿Cómo puede decir eso y quedarse tan tranquilo?
—Brooke, vamos —nos interrumpe Hermione—. Va a empezar la reunión.
Asiento y me separo de Draco y me siento junto a Hermione. Draco lo hace justo frente a mí. El sitio idóneo para mirarme todo lo que quiera y no ser descubierto por el resto de perfectos.
***
Una hora después la reunión termina, no me he enterado muy bien de muchas de las cosas que nos han contado. Seguramente tendré que preguntarle a Hermione, pero es que la mirada constante de Draco sobre mí me ha mantenido desconcentrada. No he dejado de estar nerviosa todo el rato y de sentirme desnuda ante su mirada abrasadora.
Me levanto y camino hacia la puerta, con ganas de salir de allí y respirar un poco de aire fresco. Lo necesito.
—Espera, Brooke —la mano de Draco se cierra entorno a mi brazo y me hace parar—. ¿Por qué no vienes conmigo a ver a los chicos?
—Yo… —su mirada es suplicante, pero no puedo. No estoy preparada para el interrogatorio que estoy convencida de que harán en cuanto tengan la oportunidad.
—Por favor —me dice en un susurro acercándose a mí—, los chicos quieren hablar contigo, te han echado de menos —y sé con esa frase que eso también por él, me ha echado de menos, igual que yo a él.
—Lo siento, pero he quedado ya que iba a pasar el viaje con Hermione y Harry.
Le dedico una pequeña sonrisa de disculpa, agarro del brazo a Hermione, que está esperando cerca de mí, como si pudiera sentir que en el algún momento pudiera necesitar su ayuda para escapar de allí.
Lo dejo allí plantado y camino junto a Hermione. Ni siquiera me doy la oportunidad de mirar atrás porque sé que, si lo hago, él estará mirándome y su rostro reflejará confusión, preocupación y quizá hasta un poco de decepción.
Ron va unos pasos por delante hablando sin parar, mientras las dos nos quedamos en silencio. Aunque siento la mirada de mi amiga sobre mí todo el tiempo.
Unos vagones más tarde, Ron se cuela en una de las cabinas, pero Hermione me retiene antes de que entre también.
—¿Estás bien? —me pregunta preocupada.
La miro a los ojos y pienso en mentirla, pero no soy capaz de hacerlo, necesito soltarlo o acabaré consumiéndome un día de estos.
—No, la verdad es que no.
Hermione me abraza con fuerza.
—Siento que te esté pasando esto, pero estoy segura de que todo volverá a ser igual que antes.
—¿Cómo estás tan segura?
—¿Has visto cómo te mira? —me dice con una sonrisa amplia y yo solo puedo ruborizarme—. Bueno, en realidad, como os miráis los dos. Joder, estabais los dos allí en vuestro propio mundo, como si los demás no existiéramos. Ha sido bonito, pero a la vez me sentía incómoda, sentía que estorbaba.
—Yo…
—Deja que tu corazón sienta lo que tenga que sentir y síguelo —me da un apretón cariñoso en el brazo.
—Pero tengo miedo, Hermione. Todo es…
—Lo sé, pero lo que yo he visto ahí dentro es algo especial. ¿Lo has echado de menos?
—Muchísimo.
—¿Lo quieres?
—Más de lo que debería —confieso.
—Pues deja que las cosas fluyan y olvídate de lo demás.
Me dedica una sonrisa y entra en la cabina. Me recompongo un poco de la conversación que acabo de tener y entro también, aún rumiando en mi cabeza las confesiones que acabo de hacerle a mi amiga.
***
Las puertas del gran comedor se yerguen frente a mí, tan imponentes como siempre. He echado de menos estar aquí. Dejo que mi hermano, Hermione y los Weasley pasen por delante y me quedo parada justo en la entrada.
Miro hacia la mesa de Slytherin y busco entre la gente. Es ahí, con la necesidad de sentarme en otra parte, cuando me doy cuenta de que Nicky ya no está. Este año no iba a volver y ya no iba a tener a mi amiga conmigo. ¿Cómo voy a sobrevivir todo el año con las arpías de mis compañeras de curso? Tengo que escribirla para averiguar qué tal está y cómo ha sido su inicio de curso.
El disgusto por su ausencia no se me va y mucho menos cuando me encuentro en una gran decisión. Sentarme sola, rodeada de gente que no conozco o sentarme con los chicos. Esos tres pares de ojos que no me han quitado la vista de encima desde que he aparecido por la puerta. ¿Hago caso a Hermione y dejo que las cosas ocurran como tengan que ocurrir o me alejo y corto todos nuestros vínculos?
Suspiro con fuerza y me dejo guiar por mi corazón, por lo que siento que quiero hacer y no por lo que debo hacer. Por lo que mis pasos me llevan a pararme justo al lado de los chicos.
—¿Puedo sentarme con vosotros? —pregunto tímida y mirando un poco al suelo, algo avergonzada por la situación. Aunque sé que en el fondo no debería de sentirme así.
—¡Pues claro! —oigo el tono ofendido de Blaise y alzo la mirada para verlo—. Me sentiría muy decepcionado si no lo hicieras —frunce el ceño algo enfadado y a mí solo me parece adorable y achuchable.