(love &) Hate - Catradora

Reencuentro / Enojo

—¿Tara..?—susurré. No podía creer lo que estaba observando. Huntara se veía igual de sorprendida que yo, pero seguro no en el mismo modo. Ella frenó a sus dos amigos, los cuales pude reconocer que eran del orfanato, e ingresó al McDonald's, directo a nuestra mesa.

—¿Adora?¡En verdad eres tú, Adora! Ha pasado un tiempo... ¡Y Catra! Pudieron reencontrarse, qué alegría...

—Sí, hemos sido afortunadas...—dijo Catra. Su sonrisa tenía aires de incomodidad.

No deberíamos haber hablado de ella anoche, prácticamente le dijimos al universo que queríamos verla...

—¿Cómo te está tratando la vida, Tara?—. Catra levantó una ceja inquisitiva hacia mí, sólo pude sonreír apenada en respuesta. Supuse que ella no estaba al tanto de nuestra cercanía.

—Muy bien, la verdad. Tengo unos padres severos, pero amables. Se preocupan por mí—. Luego de echar un vistazo a su vestimenta y a su cuerpo, pude notar los extremos cambios que había pasado, además de la pubertad.

—¿Estás practicando algún deporte, no?—pregunté. Me llamaba mucho la atención que se haya vuelto tan... grande.

—Pues, mi padre es profesor de boxeo, así que sí. Me divierte mucho, la verdad. Me desestresa y me permite liberar mi enojo sin matar a alguien en el proceso...—dijo riendo. Se estaba rascando la nuca en señal de incomodidad, así que supuse que no lo decía muy en serio. Catra y yo reímos en respuesta.

—Estaría bueno que nos reunamos uno de estos días, Adora. Podríamos hablar sobre lo que pasó en nuestros años que no nos vimos y no sé... ¿Tomar un café?—. Sinceramente, no me podía negar. Lo único que podría pedir sería que esto sea una casualidad o coincidencia y no que ella me haya encontrado buscándome.

Eso sonó tan egoísta.

—Seguro, Tara. Cuando tenga un día libre te hablo —dije sonriente. Las expresiones de Catra eran un poema, uno muy bien narrado. Su perplejidad se veía, o por lo menos para mí que la conozco lo suficiente como para descifrarlo. Huntara, contenta, escribió su número en un papel y me lo entregó para despedirse de nosotras e irse con sus amigos otra vez.

—Adora. ¿Qué acaba de pasar?

—¿Por qué la pregunta?

—¿Es un chiste?—. Catra parecía tener los pelos de punta—. ¡Anoche estábamos hablando de ella, Adora! ¿Acaso no te parece raro que apareciera así?¿De la nada? ¿Justo donde estamos almorzando?—. Su paranoia no estaba incorrecta, yo también me había asustado al principio, pero luego de procesar el contexto y su reacción, caí en la coincidencia.

—Fue sólo una casualidad, Catra. O eso espero... Ella nos vio por la ventana y entró a saludar—. Tomé de mi gaseosa, restándole importancia.

—¿Adora, sabes de dónde eran sus padres?—. Catra me miró de manera inquisitiva, una vez más.

—Sí, de Londres. ¿Por?

—¿Sabes dónde estamos?—. Catra parecía a punto de perder sus cabales.

—En Nueva York-—. Casi escupía la gaseosa al procesar mi respuesta.

—¡EXACTO, IDIOTA!—. Catra se levantó golpeando la mesa. Se fue murmurando maldiciones hasta que llegó a la caja—. Oye, tú—. La cajera pareció dar un saltito de miedo, para luego dar una sonrisa cordial, pero incómoda—. ¿Tienes una bolsa para que me lleve la comida?—. La cajera sólo asintió para entregarle la bolsa. Catra, furiosa, le arrancó la bolsa de las manos y giró en su eje para retirarse, no sin antes susurrar un "gracias" apenas audible. El aura que Catra irradiaba era increíblemente negativa. Se notaba que estaba muy enojada.

Íbamos caminando en camino a casa, yo tomaba lo que quedaba de mi gaseosa mientras Catra comía sus papas como si le arrancase la cabeza a sus peores enemigos.

Cruzamos una heladería y ella entró sin avisarme, por lo cual casi paso de largo. Retrocedí y esperé afuera, hasta que Catra salió con 2 kilos de helado.

—¿Qué sabores compraste?—pregunté asustada por su reacción.

—Helado de chocolate, por supuesto—. Odio cuando mira a cualquier persona así. Sólo sabe enviar escalofríos a los cuerpos de las personas. Aunque... visto desde otro punto de vista...

Mi cara de repente se puso como un tomate. ¿Qué hago pensando en estas cosas? Catra está enojada conmigo por lo estúpidamente ingenua que soy, no debería pensar que verla enojada es sexy... ugh, estoy roja otra vez.

Llegando a los departamentos, Catra prendió la televisión y puso una película de acción en Netflix.

Se acomodó rápido en mi casa...

Abrió el helado, buscó dos cucharas y dejó un espacio a su lado.

—¿Qué esperas? Te quedarás sin helado...—dijo, insertando una cucharada en su boca.

Sus acciones seguían siendo bruscas, pero todavía quería estar cerca mío, así que supongo que no estaba muy enojada...

________________________________________

Estaba furiosa. Muy enojada. ¿Acaso en serio Adora podía ser tan ingenua? Enfrentaría a la albina de no ser porque mide como 40 cm más que yo, y que un brazo de ella sea igual a dos míos.

En fin, si tengo que actuar, actuaré. No recuerdo desde cuando me importa la ventaja física de alguien que pelea conmigo. Supongo que me dio envidia, en especial luego de ver a Adora chusmeando su cuerpo como si de una obra de arte se tratase.

¿En serio? ¿Ese tipo de mujeres te gustan, Adora?

Al salir de la heladería, además de seguir murmurando maldiciones al universo por reencontrarnos con una persona NO deseada, noté que Adora miraba a todos lados, a su derecha, sus manos, al suelo, y sin mencionar su notorio sonrojo.

Ugh, seguro se quedó pensando en ella. Que asco.

Llegando a los departamentos, seguía enojada, pero ¿con Adora? No, conmigo misma, por no haber actuado en su momento. Podría haber enfrentado a Huntara y decirle que Adora es mi novia, aunque no sea cierto, para que no la presione para que se vean.

Simplemente no pude hablar, escucharla y pensar en que estaban robándome algo preciado justo frente a mis ojos no me dejó reaccionar.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.