(love &) Hate - Catradora

Falta a clases

Al día siguiente, al querer hacer el desayuno, noté que Entrapta no se encontraba en el departamento. Me sentí un poco sola al principio, pero decidí interpretarlo de otra forma y logré disfrutar esos momentos.

La música resonó levemente en el departamento, se escuchaba muy baja por lo que el ambiente tranquilo y silencioso predominaba, brindando paz a mi ser.

Comencé a cantar, dejándome llevar, feliz. Estaba feliz, a pesar de las situaciones de mierda que venía pasando, estaba feliz. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que sólo era la calma antes de la tormenta.

Salí de bañarme y, con la toalla enrollada en mi cuerpo y cabeza, tomé mi celular para verificar la hora. Las 07:01 am. Tenía bastante tiempo, considerando que tenía 15 minutos de trayecto hasta la universidad.

Fui a la cocina, directo a comenzar mi desayuno. Comencé a cocinar algo delicioso, unos huevos revueltos con algunas frutas y un café. La tranquilidad era tan bella, tan pacífica, sin darme cuenta, era algo que hace tiempo necesitaba. 

Luego de pensarlo un rato, la excesiva tranquilidad y paz podría ser agobiante, por lo que comencé a entender a la gente que buscaba problemas. Sonreí, pensando que debía ser divertido.

Luego de bastantes dudas existenciales al respecto, pensando en que ya suficiente tengo con los padres que me eligieron, que ya tendré tiempo para buscar problemas una vez consiga mi moto y anule is papeles de adopción.

Lavando los platos, escuché la puerta de mi departamento abriéndose.

—¿Seguirá durmiendo? No creo, tal vez se entró a bañar. ¿Estará enferma? ¿Debería haber traído medicamentos?—. Fruncí el ceño, confundida, mientras escuchaba a una voz muy conocida. Cerré el grifo. Antes de siquiera poder terminar de girar en mi eje, escuché un leve grito que me asustó, provocando un pequeño salto en mi sistema—. ¿Catra?

—Oh, Adora. Buenos días...—. Me sorprendió bastante que aparezca un día de semana, entrando a mi departamento... con llaves—. ¿Qué haces aquí? ¿Cómo entraste?—. Adora parecía perdida en su cabeza. Sus ojos estaban abiertos cual platos por la sorpresa, sus labios se abrían y cerraban, queriendo decir algo sin que sus palabras pudieran escaparse. De repente, golpeó levemente su rostro y sus ojos volvieron a la normalidad, acompañados de una bella sonrisa de las que ella ofrece siempre.

—Entrapta me dijo que me necesitarías esta mañana... Sólo tocó mi puerta, me dio las llaves luego de decir eso y sólo se fue—. Sonaba como algo que Entrapta haría, por lo que no me costó digerir sus palabras—. Me quedé preocupada, pero no caería en tu departamento a las 5 am, así que...

Asentí, comprendiendo la situación. Su presencia fue rápidamente aceptada por mi cabeza, a pesar de haberme acostumbrado a esa hora de soledad. En mi consciencia, me quejaba de que mi tranquilidad haya sido interrumpida, pero también estaba contenta de que haya sido así. Estaba contenta de que haya sido Adora quien interrumpió mis momentos de soledad. 

Irónicamente, esa frase podría tener muchos más significados, algunos más profundos que otros, y, raramente, estaba de acuerdo de que Adora los tome todos.

Repentinamente, unas manos se posaron en mi cintura y pude sentir una respiración en mi cuello. Sonreí, cayendo en la cuenta, y coloqué mis brazos por sobre sus hombros.

—De verdad, pensé que algo te había sucedido y por eso Entrapta había pedido mi ayuda. Tampoco sabía si estarías sola aquí, capaz ella había llamado a Rogelio o a alguno de tus otros amigos, por lo que no sabía como actuar al entrar o có-

—No hay nada de qué preocuparse, amor. Estoy más que bien—mencioné interrumpiéndola, tomando su mentón suavemente para que me mire a los ojos. Se notaba la leve preocupación en sus ojos, seguro se había tranquilizado luego de verme—. Entrapta seguro sólo estaba preocupada por partir tan temprano y dejarme sola en el departamento, no debe ser más de eso. No debes preocuparte.

Adora sonrió, para luego besarme. Un beso lleno de amor y ternura. Sonreí a la mitad del mismo, agradeciendo a quién sea el ser supremo por haberme permitido reencontrarme con esta mujer luego de tantos años.

—Me alegra que no sea nada importante...—dijo, acariciando mi mejilla, escaneando mi rostro minuciosamente. Mi sonrisa no había desaparecido hasta entonces, y estaba segura que tan bella manera de empezar el día continuaría por el resto.

—¿Desayunaste?—. Giré mi cuerpo hacia el lavamanos, para volver a la tarea que estaba cumpliendo. Sus manos bajaron de mi cintura a mi cadera., un escalofrío recorrió mi columna en respuesta. Apoyó sus labios en mi hombro desnudo, trazando pequeños brazos desde el extremo, haciendo un camino hacia mi cuello.

—Tal vez, pero prefiero el desayuno que tengo en frente...—. Sentí la sangre subiendo por mis mejillas, reí nerviosa.

—¿Sabes que debemos ir a la universidad en menos de una hora?—. Su respiración y su nariz hurgando en mi nuca me hacía... cosquillas.

—Lo sé..

—No lo parece—declaré, riendo levemente. Ella también rió, pero sobre mi cuello, por lo que yo sólo lograba ponerme más y más nerviosa.

—Sólo me estoy divirtiendo un poco...—. Comenzó a mover sus manos en mi torso, acariciando mi silueta—. Ya que debo soltar la preocupación que pasé hace un rato.

Terminé con el último plato, cerré el grifo y sólo me giré para atrapar sus labios en los míos, una vez más. Sentí como expresábamos la necesidad en el beso, como si habláramos sin palabras. Me acercó a ella, pegándome a su cuerpo sin dejar espacio alguno entre nosotras.

Deseaba que no terminase, que durara mucho más tiempo del que acostumbramos, pero no fue así. Nos separamos, mirándonos a los ojos, sonriendo traviesas, sólo para volver a besarnos. Sólo que, esta vez, nos dirigimos a mi habitación.

Creo que deberé ducharme otra vez...

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