(love &) Hate - Catradora

Contrato

Al despertar al día siguiente, noté que me encontraba en el departamento de Adora. Me levanté, confundida, dirigiéndome hacia el baño.

Una vez me higienicé con algunas de mis cosas que estaban allí, caí en la cuenta de que estaba en la habitación de Glimmer, por lo que Adora estaba despierta. Salí del baño, dispuesta a buscarla, pero no la encontré en el departamento. La última opción que tenía era su habitación. Abrí apenas la puerta y pude ver a Mara durmiendo en la oscuridad, por lo que la rubia no estaba aquí.

Fui a la habitación otra vez y tomé mi celular, viendo un mensaje de Adora.

Adora ^^ (06:48 am)
Salí temprano. Dime si quieres algo para desayunar y te lo llevo <3

Sonreí, aliviada de que se encuentre bien.

Tú (08:29 am)
¿Quieres traer algún café y algo para comer? Así desayunamos las tres juntas... ¿Te parece bien?

Salí dispuesta a tomar ropa de mi departamento. Una vez frente a mi armario, tomé unos jeans, unas zapatillas cómodas y el remerón de Adora. Sonreí, sintiendo su calidez y su olor impregnado en él.

Volví al departamento, encontrándome con Adora. Llevaba auriculares colgados en el cuello, un top mangas larga negro y un pantalón negro con líneas blancas deportivo. No pude evitar pensar en que sabe cómo vestirse para cada ocasión.

Saqué los cafés y las magdalenas de la bolsa, mientras Adora iba a su habitación a despertar a su hermana. Luego de aquello, salió otra vez del departamento, casi a las corridas. Mara se levantó, dio el buenos días y fue a darse una ducha. Confundida, prendí el televisor, encontrándome con algo que creí se había olvidado.

Catra nunca confirmó nada sobre su amiga...

Pero tampoco lo negó—. Mordí mis labios, claro que lo había negado. Reconocí al panelista que me había rebajado ese día que fui a dar la nota.

Sí lo negó, dijo que era un malentendido y que todos lo habíamos malinterpretado.

—¿No te parece conveniente de su parte?—refutó. Comencé a sentir un líquido recorrer mi labio, por lo que separé mis dientes para lamer la sangre y apagar el televisor, que tenía en plena pantalla las imágenes filtradas, mía y de Adora. Agradecí que, al menos, haya una persona sana en el estudio de grabación y censurara su rostro. Lo único que me faltaba era que, por culpa mía, no pueda continuar con su vida normalmente.

Una vez terminé de acomodar la mesa, chequeé mis redes sociales, encontrándome con algunos insultándome, otros diciendo que preferían que esté con la mujer rubia en lugar de con Rogelio. Reí, pensando en la ironía y en lo poco que podía interferir algunas mentiras dichas en los programas de chismes en la vida de los espectadores.

Giré en mi eje al escuchar las llaves de la puerta, para encontrarme con Adora. Cargaba una bolsa con algunos snacks y potes de distintas mermeladas y dulces. La miré interrogante, a lo que ella respondió, acompañado de un rodeo de ojos.

—Antojos de Mara.

Pasamos una colorida mañana, música de fondo para subir el humor y algunas anécdotas de parte de Mara sobre su vida cuando había adoptado a Adora. 

Sin darnos cuenta, habían pasado alrededor de dos horas mientras hablábamos. Llegó un punto en que ellas me invitaron a pasar el día juntas, puesto a que a la noche Mara partiría de vuelta a su ciudad donde vivía con su novio. No pasé por alto la reacción de Adora de confusión, pero la ignoré por el momento. Lo hablaríamos cuando tengamos la oportunidad. Estaba por acceder contenta, puesto a que Mara me había caído más que bien y quería escuchar más historias sobre mi rubia, pero una llamada me cambiaría el día.

—¿Hola?—contesté, confusa. Era un número privado.

¿Catra?

—¿Rogelio? ¿Qué sucede?—pregunté. ¿Por qué me llamaba desde un número privado?

Necesito que vengas a mi casa, urgente. Es una emergencia. Tus padres están aquí, no creo que quieras estar ausente en plena discusión...—. Tomé mi cabeza entre mis manos, estresada.

—Estaré allí en 15 minutos—corté la comunicación, observando a Adora. Lucía preocupada. Comencé a pensar que últimamente estaba muy callada—. Amor, debo ir a una reunión familiar... No estoy segura de que pueda pasar si no estoy allí...—. Adora no tenía ninguna mueca o gesto facial que exprese sus emociones, por lo que mi preocupación aumentó. Luego de unos segundos, ella respondió, haciendo que suelte el aire que no sabia que estaba conteniendo.

—No hay problema—respondió sonriente, tomando su brazo izquierdo con su mano derecha. No supe leer ese gesto puesto a que estaba perdida intentando hacer contacto visual con sus bellos ojos celestes, cosa que no logré—. Nos veremos a la noche, Catra.

Sin más que hacer para despedirme, salí del departamento con mis cosas, dispuesta a matar a quien sea que se cruce en mi camino. 

Mientras asesinaba mentalmente a mi madre adoptiva, llegué a la mansión de Rogelio. Entregué mi documento en la entrada e ingresé por el patio delantero, dispuesta a enfrentarme a cualquier cosa.

Toque la puerta, siendo recibida por el alto atleta, quien parecía a punto de tener un ataque de nervios.

—Tranquilízate. Dime, ¿qué está pasando..?—. Su rostro estaba pálido y parecía decir cosas incoherentes. Miré el entorno, buscando alguna pista que me explique la situación.

Kyle estaba sentado en el sillón de la sala, hablando con los padres de Rogelio y los míos. Pasé saliva, rogando por primera vez a Dios que no sea lo que parecía.

—Hija mía, que bueno que estás aquí. Ven, estamos discutiendo una situación interesante—. Weaber se asomó, para pasar sus brazos por sobre mis hombros y llevarme a los leves empujones a la sala donde todos estaban sentados. Comencé a comprender los grandes nervios de Rogelio al ver las fotos sobre la mesa.

Habían fotos mías, de Rogelio, de Kyle... y de Adora. Algunas de los cuatro juntos, algunas en el café, fotos comprometedoras de Kyle y Rogelio... y mías con Adora también. Tapé mi rostro, queriendo llorar a mares allí mismo, pero mi orgullo fue más fuerte, por lo que mantuve mi postura.




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