(love &) Hate - Catradora

Recuerdos revividos

—¿Qué haces aquí?—. Catra tenía los ojos abiertos como platos. Yo sólo pude mirarla con normalidad.

—¿No ves? Trabajo—. Continué guardando los vasos limpios en el estante. Betty estaba atendiendo a un cliente y Catra estaba sentada frente a mí.

—¿Y Melsy?

—Se fue a dormir a la casa de una amiga. ¿No creerás que la dejé sola?—. No recibí respuesta, sólo unos ojos preocupados, observando a la gente del lugar. Para ser un domingo por la noche con lunes feriado, había poca gente.

—Adora—. Betty se asomó hacia mí—. Puedes retirarte antes, si quieres. Yo me iré cuando llegue el jefe, no te preocupes.

—¿Segura?—. Ella asintió sonriente. Le agradecí y fui al vestidor para quitarme el uniforme. Saliendo de allí, me encontré a Catra hablando con una muchacha. No pude evitar ver lo incómoda que estaba con sus insinuaciones, lo que me pareció tierno. Me acerqué, parándome a su lado.

—¿Todo bien?—. Catra me miró con tremendos aires de relajación, lo que colocó una sonrisa de burla en mi rostro.

—¡Oh, amor mío! Te estaba esperando, ¿nos vamos?—. La muchacha me miró, juzgándome con los ojos. Rodó los ojos, para luego regalarme gestos de asco y retirarse. Sólo pude reírme a lo alto—. ¿De qué te ríes, idiota? Vámonos antes de que me salte alguna hetero curiosa a la cara.

En el camino, Catra mantuvo su brazo rodeando mis hombros. Era tarde, como las 4 y algo de la mañana, pero ambas estábamos bien. 

—¿No te dieron celos?—. Dirigió su mirada intrigante hacia mí.

—Hubieran aparecido de no ser por tus inútiles intentos de alejarla de tí. Deberías haberte visto—dije con obvios tonos de burla. Su rostro se deformó en indignación, lo que provocó aún más risa de mi parte. 

—Como sea. ¿Irás a tu casa a dormir? ¿O quieres hacer algo?—. No pude descifrar sus intenciones en las palabras, pero tampoco estaba mirándome a los ojos, así que sí insinuaba algo.

—Tal vez podamos hacer algo, ¿no te parece?... Pero, ¿algo como qué?

—Podemos pasar por unas cervezas, o algo...—. La miré incrédula.

—Catra, acabamos de salir de un bar. Además, ¿no deberías haberte quedado con tus amigos? Digo, estaba el grupo entero allí y tú sólo te fuiste.

—No te preocupes, están acostumbrados a mi ausencia.

Seguimos caminando, sin apuro alguno. Pasando por una tienda, ambas entramos y compramos un pack de cervezas en lata, retomando el camino hacia el edificio en el que vivíamos.

Nos sentamos en los escalones del hall, abriendo el pack y agarrando una lata cada una.

—Fue justo allí...—. Catra señaló un punto de la pared del edificio, aquel cercano a la columna—. Justo allí donde Huntara se te confesó, ¿verdad?—. La miré sorprendida—. Nunca te lo había dicho, pero ese día bajé a buscarte y te encontré acorralada por ella. Desde mi vista, parecía que se estaban besando...—. Rió de manera irónica, tomando otro trago para seguir hablando—. Aparte de que, cuando nos cruzamos en nuestro piso, me dijiste "lo siento" para correr hacia tu puerta llorando. En serio creí que la habías besado, no la pasé muy bien luego de eso...

—¿Por qué lo dices ahora? ¿Por qué no antes?—pregunté.

—No recuerdo si fue el dia siguiente, pero cuando Mara llegó el primer día, no pude evitar pensar que hablabas de ella cuando estabas borracha—. Hice gestos de no entender nada, por lo que prosiguió—. La vez que te embriagaste, cuando saliste con Huntara, lo único que decías era "una bella mujer morena". Luego de ver a Mara, no pude evitar pensar que hablabas de ella.

—Por supuesto que no hablaba de ella.

—Lo sé, es sólo que el momento me llevaba la cabeza por lugares en los que no quería estar y terminaba pensando de esa manera—. Le dio otro trago a la lata—. Hablé con Huntara apenas se fueron del café. Me dijo que la habías rechazado y que no se habían besado, que ella lo había intentado pero que se retractó al momento—. Asentí, confirmando el recuerdo.

—Siendo sincera...—. Comencé a contar—. Creía que en realidad te gustaba Rogelio y que sólo usabas la excusa de cubrirlo de sus padres para estar más cerca de él...—. Me miró con un gesto de incredulidad, seguido de una mueca de asco que me sacó una risa.

—¿Recuerdas cuando tuvimos la pijamada del completo fin de semana en tu departamento?—. Reí, por supuesto que lo recordaba.

—Esos días fueron los más cambiantes de mi vida. Pasaron tantas cosas en tan poco tiempo.

—Concuerdo. Pasamos los tres días, el primero fuimos muy buenas amigas, el segundo te la pasaste coqueteando conmigo sin que lo note, y el tercero...—. Miró hacia otro lado, tomando la lata entera de un trago—. El tercero la pasamos en tu sillón—. Miré la lata, tomando un largo sorbo, queriendo pensar en otra cosa.

—¿Para qué me pediste el remerón el otro día?—. Volví a dirigir mi mirada hacia ella. Llevó una de sus manos a su rostro, cubriéndolo.

—No me habías dejado dormir contigo...—. Quedé completamente sin palabras—. Supuse que me ayudaría a dormir—. Miré mis manos, jugueteando con mis dedos. Que ironía que la noche anterior yo haya dormido con el mismo, pensando en ella. Asentí, dando a entender que había recibido respuesta necesaria—. ¿Puedo preguntarte algo?—. La miré a los ojos—. ¿Por qué cambiaste tu manera de vestir de un año a otro?

—Pues...—. Yo no tenía muy clara la razón, pero sabía de seguro que eran más de dos, así que comencé a explicar—. A pesar de haber pasado la mayoría de edad hace tres años, en ese entonces, seguía vistiéndome como una adolescente. La ironía era que mi cabeza tardaba en procesar la rapidez del paso de años, por lo que en secundaria me vestía de la misma manera infantil y, finalizando ésta en adelante me vestía como una adolescente—. Le di un gran sorbo a mi lata para proseguir—. Fue luego de irme de Nueva York que caí en la cuenta de que no era más una niña. Sí soy joven, pero no soy una niña, así que inconscientemente comencé a vestirme como una mujer madura. Además de la entrada de Bee a mi vida y las situaciones que había pasado aquí... Fue como un crecimiento forzado, de cierta manera—. Terminé la lata y abrí otra, esperando que aquello fuera suficiente para ella, puesto a que no sabía qué más decir al respecto.




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