Capítulo 5
Los días se convirtieron en semanas, y Gabriel y Jihoon continuaron navegando por los altos y bajos de su relación, construyendo lentamente una rutina que les brindaba cierta estabilidad. Aunque ninguno de los dos había mencionado el futuro, sabían que las decisiones difíciles aún estaban por venir. Pero por ahora, ambos se aferraban a los pequeños momentos que compartían: paseos por Seúl, tardes de estudio, y esas miradas que decían más de lo que las palabras podían expresar.
Una tarde, mientras Gabriel estaba sentado en una cafetería revisando algunas notas, recibió un mensaje de Jihoon:
"¿Te gustaría salir a caminar? Hace un rato que no salimos solos."
Gabriel sonrió ante la pantalla y respondió rápidamente:
"Claro, ¿a dónde quieres ir?"
La respuesta no tardó en llegar:
"Tengo un lugar en mente. Te veo en una hora."
Curioso por el tono misterioso de Jihoon, Gabriel terminó su café y se dirigió al punto de encuentro. No sabía qué esperar, pero cualquier excusa para pasar tiempo con Jihoon era bienvenida.
Cuando llegó, Jihoon lo estaba esperando con una sonrisa cálida. Vestía una chaqueta ligera, sus manos en los bolsillos, pero lo que más llamó la atención de Gabriel fue la tranquilidad en su expresión.
—Listo para una pequeña aventura? —preguntó Jihoon, con una chispa en los ojos.
—Siempre —respondió Gabriel, sintiendo esa emoción familiar que lo llenaba cada vez que estaban juntos.
Caminando lado a lado, Jihoon lo guió por calles menos transitadas hasta que llegaron a un pequeño parque escondido, un lugar que Gabriel no conocía. El sol comenzaba a ponerse, llenando el cielo de tonos cálidos, y el ambiente era perfecto. Las hojas secas cubrían el suelo, crujían bajo sus pies, y todo parecía en calma. Era uno de esos momentos que Gabriel sabía que recordaría mucho tiempo después.
Se sentaron en un banco de madera, justo en la orilla de un pequeño lago. Jihoon miraba al agua, con una expresión pensativa. Gabriel lo observó en silencio, esperando que hablara.
Finalmente, Jihoon rompió el silencio.
—Este es uno de los lugares donde vengo cuando necesito pensar —dijo suavemente—. Es tranquilo, casi nadie viene aquí. Y creo que hoy lo necesitaba más que nunca.
Gabriel asintió, dándole su espacio. Sabía que Jihoon estaba lidiando con muchas cosas en su vida personal, y estaba agradecido de que lo hubiera invitado a este lugar tan íntimo.
—¿Todo está bien? —preguntó Gabriel, intentando sonar lo menos intrusivo posible.
Jihoon se mordió el labio, una señal de que estaba debatiendo internamente qué decir.
—He estado pensando mucho en mi familia —dijo finalmente—. En cómo me han criado, en las expectativas que tienen para mí. Y... me doy cuenta de que nunca había considerado lo que realmente quiero para mí, hasta ahora.
Gabriel lo miró con comprensión. Sabía que Jihoon estaba luchando con el conflicto entre sus sentimientos y las expectativas familiares.
—¿Y qué es lo que realmente quieres? —preguntó Gabriel, su voz suave, casi como un susurro.
Jihoon lo miró, y en sus ojos Gabriel pudo ver un torbellino de emociones. Pero antes de que Jihoon pudiera responder, el sonido distante de un trueno interrumpió el momento. Miraron hacia el cielo y vieron cómo unas nubes oscuras comenzaban a cubrir el horizonte, avanzando rápidamente hacia ellos.
—Parece que va a llover —dijo Jihoon, poniéndose de pie.
Pero antes de que pudieran decidir qué hacer, la tormenta cayó de golpe. La lluvia empezó a caer intensamente, empapándolos en segundos. Ambos corrieron hacia un pequeño quiosco cercano en un intento de refugiarse, pero ya era demasiado tarde: estaban completamente mojados.
Gabriel no pudo evitar reírse, y pronto Jihoon se unió a él. La situación era tan absurda, tan inesperada, que la risa parecía la única respuesta posible.
—Esto no estaba en el plan —dijo Jihoon, tratando de sacudir el agua de su cabello, aunque sin mucho éxito.
—Bueno, al menos ahora tenemos una excusa para quedarnos aquí un rato —respondió Gabriel, sonriendo. La lluvia golpeaba el techo del quiosco con fuerza, pero a Gabriel no le importaba. A pesar de la tormenta, se sentía bien estar allí, solo ellos dos, en su pequeño refugio improvisado.
Jihoon se quedó en silencio por un momento, mirando hacia afuera. Luego, giró hacia Gabriel, y con una voz que apenas era audible por el sonido de la lluvia, dijo:
—Creo que lo que realmente quiero... eres tú.
Las palabras de Jihoon cayeron sobre Gabriel como un rayo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras lo miraba, intentando procesar lo que acababa de escuchar.
—Jihoon... —comenzó Gabriel, pero antes de que pudiera decir algo más, Jihoon se acercó lentamente, sus ojos fijos en los de Gabriel, y en un gesto suave pero decidido, tomó su rostro entre las manos.
El tiempo pareció detenerse. La lluvia, el trueno, el mundo a su alrededor desaparecieron. Solo estaban ellos dos, bajo la tormenta, enfrentando sus sentimientos sin miedo. Y antes de que Gabriel pudiera pensar en otra cosa, Jihoon lo besó.
El beso fue suave, lleno de todas las emociones que ambos habían guardado durante tanto tiempo. Gabriel cerró los ojos, dejándose llevar, sintiendo el calor de Jihoon, su cercanía, y por un momento, el mundo pareció perfecto.
Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio, respirando con dificultad, todavía procesando lo que acababa de ocurrir. Gabriel sonrió, sintiendo cómo su corazón se desbordaba de felicidad.
—Eso fue... inesperado —dijo Gabriel, con una sonrisa tímida.
Jihoon rió suavemente. —Lo sé. Pero ya no quiero seguir esperando. Ya no quiero seguir reprimiendo lo que siento.
La lluvia seguía cayendo con fuerza, pero en ese pequeño quiosco, bajo la tormenta, Gabriel y Jihoon se dieron cuenta de que, a pesar de las dificultades que pudieran venir, lo que compartían era algo real, algo por lo que valía la pena luchar. Y mientras se abrazaban bajo el sonido de la lluvia, supieron que, pasara lo que pasara, enfrentarían juntos lo que el futuro les deparara.