Capítulo 6
La tormenta que había caído sobre Seúl parecía reflejar las emociones de Gabriel y Jihoon en las últimas semanas: intensa, impredecible y, en ocasiones, abrumadora. Después de aquel beso bajo la lluvia, todo cambió entre ellos. Aunque aún no habían definido su relación, ambos sabían que lo que sentían era profundo y real, y eso los unía más allá de cualquier duda o miedo.
Sin embargo, ese nuevo paso no fue fácil. A medida que su conexión se volvía más evidente, las complicaciones no tardaron en aparecer. Jihoon seguía lidiando con el miedo de confesarle a su familia su verdadera identidad, mientras que Gabriel, aunque apoyaba a Jihoon en todo, comenzaba a sentir la presión de estar en un país donde, aunque se sentía cómodo con él, la sociedad aún tenía mucho camino por recorrer.
Una tarde, mientras estaban en el departamento de Jihoon, los dos conversaban en el sofá, con las luces bajas y una suave música de fondo. Gabriel, que siempre había sido un tanto optimista, sabía que había una conversación inevitable que debían tener. Habían estado esquivando el tema del futuro, pero no podían seguir así para siempre.
—Jihoon —dijo Gabriel con un tono serio, mirando a su novio—. Sabes que te amo, ¿verdad?
Jihoon lo miró sorprendido por la seriedad de su tono, pero asintió lentamente. —Y yo te amo a ti, Gabriel. Lo sabes.
Gabriel le tomó la mano, apretándola suavemente. —Entonces creo que necesitamos hablar sobre lo que viene después.
Jihoon dejó escapar un suspiro, claramente sabiendo a qué se refería Gabriel, pero aún así temiendo la conversación.
—¿Te refieres a mi familia? —preguntó Jihoon, sin apartar la mirada.
Gabriel asintió. —Sí, y también sobre lo que quieres para ti, para nosotros. No puedo quedarme en Corea para siempre. Mi programa de intercambio terminará pronto, y no sé si... bueno, si esto puede sobrevivir a la distancia.
El silencio se apoderó de la habitación. Jihoon sabía que este momento llegaría, pero no se había dado cuenta de lo pronto que el tiempo se les estaba acabando. Todo lo que habían construido, todo lo que habían compartido, parecía pender de un hilo.
—No quiero perderte —dijo Jihoon finalmente, con una voz quebrada—. Pero también sé que no estoy listo para enfrentar a mi familia. No quiero mentirte, Gabriel. Quiero que sepas la verdad, y la verdad es que tengo miedo. Miedo de lo que dirán, de lo que harían. Sé que no puedo seguir escondiéndome, pero tampoco sé si soy lo suficientemente fuerte para decirles la verdad ahora.
Gabriel lo miró con compasión. Sabía que Jihoon estaba atrapado entre su amor por él y las expectativas de su familia. Era una situación complicada y dolorosa, y Gabriel entendía que la solución no sería fácil ni inmediata.
—No quiero que te sientas obligado a hacer algo para mantenerme a tu lado —dijo Gabriel suavemente—. Pero tampoco quiero que lo que tenemos se pierda por miedo. Sé que enfrentarte a tu familia es una decisión muy personal, y no puedo hacerla por ti. Pero lo que sí quiero que sepas es que estaré contigo, no importa lo que decidas.
Jihoon bajó la mirada, sintiendo el peso de esas palabras. No era que no quisiera ser honesto con su familia, pero había algo aterrador en la idea de perderlos, de que lo rechazaran por ser quien era. Y, sin embargo, cada día que pasaba con Gabriel le hacía sentir que estaba perdiendo una parte de sí mismo al no ser completamente sincero.
—No sé cómo hacerlo —dijo Jihoon en un susurro—. ¿Cómo enfrentarse a todo eso? ¿Y si me rechazan? ¿Y si pierdo a mi familia?
Gabriel le acarició la mejilla con ternura. —No puedo prometerte que todo saldrá bien, Jihoon. Pero lo que sí puedo prometerte es que no estarás solo. No importa lo que pase, siempre tendrás a alguien que te ame, alguien que te apoye. Y si decides dar ese paso, estaré a tu lado.
Jihoon cerró los ojos por un momento, sintiendo las lágrimas acumularse detrás de sus párpados. Era un dilema que no sabía cómo resolver, pero ahora entendía algo importante: el miedo no podía seguir controlando su vida.
—Voy a hablar con ellos —dijo finalmente, tomando aire profundamente—. No será fácil, pero no puedo seguir viviendo de esta manera. No quiero perderte, Gabriel. No quiero perder lo que tenemos. Y si ellos no pueden aceptarlo... tendré que aprender a vivir con eso.
Gabriel lo abrazó con fuerza, sintiendo una mezcla de orgullo y tristeza. Sabía que esto era solo el principio de un nuevo desafío para Jihoon, pero también sabía que, sea cual fuera el resultado, ambos enfrentarían el futuro juntos.
Una semana después…
La tensión era palpable en el aire mientras Jihoon caminaba hacia la casa de sus padres. No había dormido bien la noche anterior, ni la anterior a esa. Sabía que el momento había llegado, que no podía seguir posponiéndolo. Gabriel lo había alentado a ser valiente, pero en ese momento, frente a la puerta de su hogar, la valentía parecía algo lejano.
Finalmente, reunió todo el coraje que pudo y cruzó la puerta. Sus padres lo recibieron con sonrisas cálidas, pero Jihoon apenas podía sonreír de vuelta. Durante la cena, no dijo mucho, y finalmente, cuando terminó de comer, supo que no podía seguir esperando.
—Mamá, papá, tengo algo importante que decirles —comenzó Jihoon, con el corazón acelerado.
Sus padres lo miraron con curiosidad, sin sospechar lo que estaba por venir. Jihoon tomó aire, y en un solo suspiro, lo soltó.
—Estoy enamorado… de un chico.
El silencio que siguió fue ensordecedor. Sus padres lo miraron, incapaces de procesar lo que acababan de escuchar. Jihoon sintió cómo su corazón latía con fuerza en su pecho, esperando la reacción que tanto temía.
Su madre fue la primera en hablar, con una voz temblorosa. —Jihoon… ¿qué estás diciendo?
—Lo que escuchaste, mamá —respondió Jihoon, más firme de lo que esperaba—. Estoy enamorado de Gabriel, un chico, y esto no va a cambiar.