Mientras Ian estaba reunido con los inversionistas en el elegante salón del hotel, todo parecía marchar según lo planeado. Hablaban de números, estrategias y el crecimiento de Smith Enterprises en el mercado europeo. Sin embargo, Ian notó algo que le resultó desconcertante.
Uno de los inversionistas, Harry Coleman, un hombre de unos treinta y siete con un carisma evidente, no dejaba de mirar en dirección a Sara. Ella, sentada discretamente a un lado tomando notas, no parecía darse cuenta de la atención que recibía.
Harry, sonriendo, aprovechó un momento de pausa para dirigirse directamente a Sara:
—Señorita Wilson, parece que Smith Enterprises tiene un talento excepcional no solo en sus cifras, sino también en su equipo. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando ?
Sara levantó la mirada, algo sorprendida por la pregunta.
—Llevo dos años como asistente del señor Smith. Es un placer contribuir al crecimiento de la empresa —respondió con profesionalidad, aunque notó el tono curioso en la voz de Harry.
Ian, que había estado observando el intercambio, intervino con su habitual tono autoritario:
—Sara es una pieza clave en mi equipo, y su eficiencia es inigualable. Ahora, si no les importa, volvamos al tema principal.
Harry se rio suavemente, levantando las manos en señal de rendición.
—Por supuesto, Ian. Pero debo decir que no solo es eficiente, también tiene una presencia encantadora.
Ian apretó ligeramente la mandíbula, pero no dijo nada más. Continuaron con la reunión, aunque su mente estaba dividida entre los números y el molesto interés que Harry parecía mostrar hacia Sara.
Al final de la reunión, cuando Sara estaba guardando los documentos, Harry se acercó nuevamente.
—Señorita Wilson, si tiene tiempo, me encantaría invitarla a un café mañana. Londres tiene algunos lugares maravillosos que podría mostrarle.
Antes de que Sara pudiera responder, Ian apareció junto a ellos.
—Harry, Sara estará ocupada mañana ayudándome con los preparativos para nuestra siguiente reunión. Aprecio tu interés, pero su tiempo está completamente dedicado a la empresa —dijo Ian con una mirada firme.
Harry lo miró con una mezcla de sorpresa y diversión.
—Por supuesto, Ian. Parece que tu secretaria es más valiosa de lo que pensé.
Cuando Harry se alejó, Sara miró a Ian, confundida por su actitud protectora.
—Señor Smith, yo podría haber respondido por mí misma.
Ian suspiró, pasándose una mano por el cabello.
—Lo sé, señorita Wilson. Pero no creo que Harry fuera solo amable. Es mejor mantener ciertas distancias en estos entornos.
Sara asintió, aunque no estaba del todo convencida. Sin embargo, no pudo evitar preguntarse por qué Ian parecía tan molesto por la atención de Harry hacia ella.
Esa noche, mientras Sara repasaba mentalmente el día, no podía quitarse de la cabeza la actitud de Ian durante la reunión. ¿Por qué había intervenido de esa manera? Aunque siempre había sido protector con su equipo, había algo en su tono que sonaba más personal.
Por su parte, Ian no lograba concentrarse en los correos que revisaba en su suite. La mirada de Harry hacia Sara seguía rondando en su mente, y el comentario sobre su "encanto" le resultaba insoportablemente irritante.
A la mañana siguiente, mientras desayunaban en el hotel antes de otra reunión, Ian estaba más serio de lo habitual. Sara intentó romper el silencio:
—Señor Smith, ¿todo está bien? Parece... distraído.
Ian alzó la vista, sorprendido por su observación.
—Todo está bien, señorita Wilson. Solo estoy enfocado en lo que viene.
Ella asintió, aunque sabía que algo lo preocupaba. Poco después, Harry apareció en el restaurante y se acercó a su mesa con su típica sonrisa.
—¡Buenos días, Ian! Señorita Wilson, qué placer verla de nuevo. ¿Ya pensó en mi invitación para un café? —dijo Harry, ignorando deliberadamente la presencia de Ian.
Sara estaba a punto de responder cuando Ian se levantó de su asiento.
—Harry, como mencioné ayer, Sara tiene un itinerario completo trabajando conmigo. No creo que tenga tiempo para reuniones informales.
Harry levantó una ceja, claramente entretenido por la reacción de Ian.
—Entendido, entendido. Aunque, Sara, si alguna vez decides cambiar de jefe, estoy seguro de que podríamos encontrar un lugar para ti en mi empresa —bromeó antes de retirarse.
Sara se giró hacia Ian, sintiendo que el ambiente se tensaba aún más.
—Señor Smith, ¿por qué está reaccionando así? Es solo una conversación.
Ian se recostó en su silla, exhalando con fuerza.
—Harry no es del tipo que simplemente conversa, señorita Wilson. Conozco a hombres como él, y sé exactamente lo que quiere.
—¿Y qué es lo que quiere? —preguntó Sara, desafiándolo con la mirada.
Ian la miró fijamente por un momento, su expresión más suave ahora.
—Lo que no puedo tener —murmuró, desviando la mirada.
Sara sintió que su corazón se aceleraba. Había algo en su tono, en la forma en que lo dijo, que la dejó sin palabras.