Escucho el ventanal de mi cuarto, abrirse, miro a través del espejo del baño, tal vez ya me volví del todo loca. Las chicas no están y mis papás están en el campo
—Gema — digo, saliendo del baño solo con la toalla que realmente no tapa mucho.
- Hola - me quedo helada, giro y veo al hombre que amo junto frente a mí, intento gritar, pero se adelanta y pone su mano sobre mi boca - no grites - mi corazón da un vuelvo - ¿no me reconoces Stefany? - niego mirando sus ojos oscuros y llenos de rencor, sé cómo se ve el rencor es lo mismo que yo siento por este hombre - tus ojos me dicen otra cosa - quita su mano y retrocedo.
— váyase o llamaré a mis hombres - él se encoge de hombres—¿Quién es usted?
—Soy tu dueño —ya quisieras desgraciado— Para tu mala suerte y mi buena suerte, no ahí nadie
- En la casa, pero allá afuera están todos mis hombres
- No llamarás a nadie —me cruzo de brazos en forma de protección—. ¿Sabes por qué lo sé? —Porque nunca dejaría que nadie te hiciera daño —porque me amas, aunque estés fingiendo
- ¿De qué hablas?
- tú no perdiste la memoria me recuerda muy bien - acaricia mi mejilla y su tacto me da tranquilidad - tu cuerpo al menos no me ha olvidado - se acerca e intento retroceder, pero la cama lo impide - tu cuerpo recuerda cada noche que pasamos juntos, cada momento que me arrodillé para llevarte al infierno - toma mi mano y la lleva a su pecho - nuestros corazones no se olvidan fierecilla
- No sé quién es usted
- ¿No? — niego — entonces llama a tus hombres para que me maten aquí mismo — miro hacia la ventana y luego de nuevo a él — no puedes — gruñe arrodillándose ante mí — Déjame llevarte a nuestro infierno.
Mi pulso se dispara cuando arranca la toalla de mi cuerpo y quedó totalmente expuesta ante él. Se relame los labios y pasa su dedo por mi ombligo hasta llegar al inicio de mis tetas. —¿Qué esperas, mi fiera? Llama a tus hombres.
Sus ojos oscuros tienen una mezcla de desafío y excitación, sus pupilas están dilatadas mientras me recorre el cuerpo con la mirada, cierro los ojos tirando la cabeza hacia atrás cuando besa mi abdomen bajo.
- dime la verdad - jadeo por instinto - dime qué no te has olvidado de mi Stefany - su voz está cargada de molestia - dime qué no dejaste que ese bastardo toque lo que es mío - niego inconscientemente - ¿Me dirás la verdad?
—¿Me dirás la verdad tú a mí?- asiente tomando mis caderas
— Después de darte un par de nalgadas —me tira sobre la cama.
Mi culo queda totalmente a su merced, lo miro a través del gran espejo —¿Te divertiste?— asiento, ahogando el primer grito en mi almohada.
- Déjame escucharte, mi Reina, déjame saber que solo eres mía.
—El seguro —jadeó cuando se inclina para dejar un beso donde acaba de dejar su mano marcada. Camina a la puerta y pasa el seguro y la llave, lo miro volver mientras se desabrocha su camisa
—Estoy a nada de perder el control, amor - suspiró enterrando mi cabeza en la almohada—. ¿Quieres que lo pierda y haga que todos en este maldito rancho te escuchen gritar mi nombre?
- Mauro - mi voz sale suave y muy baja
— Dime, amor, o mejor no hables - sonrió negando— ¿Qué?
- No puedo llamar "amor" a un hombre que se acuesta con cuánta mujer se le pone enfrente - sus dientes se aprendan y recibo una nalgada, pero más dura, gimo tapando mi boca
- Yo no acuesto con nadie que no sea mi mujer —me gira y se sube encima de mí, pero no deja caer todo su peso —te extraño cada maldito día —besa mi hombro —. ¿Por qué me haces esto?
- Tú no quisiste decirme la verdad - me cruzo de brazos y sonríe de lado - era aprovechar la oportunidad o no saber jamás que mi tía estaba casada con tu tío y que tu hermano no es tu hermano y que en realidad es nuestro primo, lo que nos hace familia lejana.
- lo sabes - asiento- ¿Qué verdad es la que quieres?
—Pensabas seguir mintiendo toda la vida si no lo describiría por mí misma - suspira negando
- Sabía que tu familia no aceptaría lo nuestro —deja un beso en mis labios—. Lo mejor era enamorarte y luego, cuando no pudieras vivir sin mí, y luego te lo diría.
- Tu plan tiene mal todo, debes conocerme lo suficiente para saber que no me quedaría si me engañabas por mucho tiempo
—Lo sé - se deja caer en la cama y me ubica encima de él— Perdóname fierecilla.
- Tú y mi familia me engañaron, eso nunca pasará - me levanto tomando la toalla y camino hacia mi closet, me sigue con la mirada mientras busco algo que ponerme
—Te amo, Stefany - sus palabras me congelan en el lugar—Nunca creí en el amor a primera vista, pero cuando te vi y luego me di cuenta de que no me tenías miedo, caí rendido a tus pies - terminó de aprovechar mi sostén
— Amor, cásate conmigo
—Te volviste loco, la familia es primero, tú lo dijiste.
Sé apoya en el marco de la puerta —jamás lo aceptarán
- Mis hermanos lo aceptan y tu familia lo aceptará en algún momento
—Nos echamos a toda mi familia, qué maravilloso - camina hasta mí y me toma en brazos— Mauro.
Se sienta frente al ventanal y me ubica entre sus puertas, apoyo mi cabeza en su pecho y me permito por primera vez en semanas bajar la guardia
— Ya no puedo vivir sin ti, mi vida no es la misma desde que llegaste a ella y no quiero que vuelva a serlo jamás
— dame tiempo - cierro los ojos y él gruñe abrazándome fuerte
—No hay tiempo, ese desgraciado te quiere para él y tú pareces muy feliz permitiendo que te toquen - río sutilmente— Es gracioso para ti que yo muera de celos
- sí - muerde mi hombro desnudo - una semana necesito tiempo, por favor
—Ni un minuto más —dice con autoridad—, si me voy de aquí sin lo que quiero, te dejaré libre para siempre y jamás nos volveremos a cruzar.