Love Sonets

Capítulo 14. Musa.

Yoongi.

He estado inspirado en otras ocasiones, he creado álbumes completos, canciones por montón y melodías inolvidables, pero las más recientes composiciones que he creado, se sienten más especiales que nunca. Esto es más que una leve inspiración, es algo más profundo que eso. Suelto el lapicero, sacudiendo un poco mi mano, acalambrada de tanto escribir.

Me encuentro bastante sorprendido al ver que he escrito más de dos libretas con nuevas composiciones, una muy diferente de la otra. La primera trata sobre el dolor, sacrificio, perdida y cicatrices imposibles de borrar. La segunda y en la que aún estoy trabajando, se trata de esperanza, ilusión, felicidad y motivación. Parece una especie de transición una de la otra, y todo esto nació, gracias a una persona: Carol.

No ha pasado mucho desde nuestra cita… ¿Unos cinco días, tal vez? Hemos conversado mucho por teléfono, ya sea en llamada o mensajes, también en persona, cuando nos vemos en la empresa, pero igual no han sido momentos largos, hemos estado muy ocupados en la organización para la apertura de la galería, cada uno en su área, sin embargo, he notado leves cambios en ella.

Se ve más relajada, tranquila y feliz. Suele quedarse conversando con Jhoath, y no puedo culparla, Jhoath es una chica muy interesante y carismática, además, no dudo que JungKook le haya pedido hacerle una que otra pregunta sobre algunas piezas en su galería. Cuando los ojos de Carol suelen chocar con los míos, puedo ver un brillo cautivado en ellos, un brillo que no existía antes, pero ahora es demasiado claro.

Me dejé caer en el respaldo del sillón, al darme cuenta de algo. Estoy comenzando a sentir algo más que atracción por Carol. No me sorprende en realidad, ya lo veía venir, era demasiado obvio. Su personalidad, carácter y oscuridad llamaron mi atención desde el primer día. ¿Qué espero exactamente? Que ella logré sentir lo mismo que yo, que quiera atreverse a aventurarse a esto conmigo, porque no pienso hacer este viaje solo, necesito a mi Musa a mi lado.

Musa, exactamente lo que Carol se ha convertido para mí. Una inspiración. Un sueño. Un deseo. Revolví mi cabello, sonriendo un poco, tomando mi celular en la mesa, para llamar a mi Musa y hacerle una interesante propuesta.

–Extraña hora en la que decides llamarme, no es habitual en ti –fue lo primero que dijo al contestar.

–Las personas normales dirían que es una buena hora, pero todo depende de la perspectiva. ¿Has despertado temprano, o no podías dormir? –pregunté curioso, ya que parece dormir a altas horas de la madrugada, o despertarse y no volver a dormir.

–No he dormido desde las dos de la mañana, he estado trabajando. ¿Qué hay de ti?

–Desde la una de la mañana.

–¿No duermes nunca?

–No cuando tengo mucha inspiración.

–Ah, ¿estas componiendo?

–Sí, y quería saber si querías venir al estudio, para conocer en lo que estoy trabajando.

–Dame la dirección –aceptó, haciéndome reír.

–Te la enviaré por mensaje. Cuando llegues, sólo dale mi nombre al chico que está en la entrada, él te indicará donde estoy.

–¿Tu nombre real, o tu alias?

–Como prefieras, él me conoce.

–Muy bien, estaré ahí pronto.

–De acuerdo, te espero –finalicé, colgando la llamada.

Asentí algunas veces, completamente de acuerdo en dejar entrar a mi Musa a un lugar tan importante e íntimo, porque no planeó tener secretos con ella, de hecho, me gusta compartirlos. Seguí con mis composiciones, esperando pacientemente su llegada, esperando todo y nada de esta interacción entre nosotros.

♣♣♣♣♣

–Adelante –respondí, rayando unas partituras, cambiando las notas que creí estarían bien, alzando la mirada hacia la puerta, viendo a mi Musa entrar con una expresión llena de asombro.

–Vaya, esto se siente muy irreal… –murmuró, observando todo a su alrededor, cerrando la puerta.

–Bienvenida. Pensé que tardarías más en llegar –saludé, dejando el lápiz en la base del piano, donde estaba ahora.

–Sólo hice una sencilla parada –respondió, alzando unas bolsas –. Ya es hora de almorzar, supuse que tendrías hambre.

–¿Debo tomarlo como un gesto de preocupación? –curioseé, haciendo que sonriera.

–Tómalo como un gesto de agradecimiento.

–No es lo que esperaba, pero lo haré.

–De acuerdo. ¿Quieres comer ahora? Traje unos sándwiches.

–Más tarde. Ven aquí, quiero mostrarte algo que he estado arreglando –la invité, palmeando un asiento cercano.

–¿Vas a mostrarme algo nuevo? –preguntó emocionada.

–Más o menos, ha sido algo que no ha podido salir de mi cabeza.

–¿Le has mostrado esto a alguien más?

–No, eres la primera.

–Me siento honrada –se sinceró, haciendo que le sonriera.

Comencé a tocar la melodía, una de tantas que había hecho para ella. Tantas veces la he practicado, que podía pasear mis dedos en las teclas con los ojos cerrados, y eso es lo que hacía. Como siempre, sentía las emociones en las puntas de mis dedos, esa sensación de que el piano iba a sangrar, que las teclas se volverían espinas, todo era real, crudo, palpable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.