Love Sonets

Capítulo 17. Recaída.

Carol.

Lo decidí, ya sé que le voy a contar a Yoongi.

Fueron los tres días más largos de mí vida, pero finalmente, llegué a una conclusión: Voy a contarle sobre los abusos que recibí en la escuela. Teniendo en cuenta que mis demás secretos derivan de ello, es necesario iniciar con esto, de lo contrario, lo demás no será muy entendible que digamos.

Hoy es la reunión con los accionistas mayoritarios, el equipo encargado del proyecto y algunos managers de los artistas. Tengo entendido que Yoongi va a estar presente, así que aprovecharé para pedirle que salgamos juntos, para contarle ese pedazo de mi vida. Lo confieso, estoy bastante nerviosa, pero ya lo he decidido, y no soy de las personas que se retracten de sus decisiones.

Algo que también reflexione, fue que ya no tengo tantas pesadillas como antes, de hecho, he podido dormir bien estos días. ¿Hace cuánto no dormía tan profundo, que casi no escuchó la alarma? Uy, estoy segura de que eso es demasiado tiempo. Creo que al expresarme un poco con Yoongi, he logrado calmarme un poco, porque con él, no siento la presión de esconder alguna de mis facetas, él las acepta, y eso me agrada.

Dejé de pensar un poco, ya que tenía que pasar a la oficina de Hoseok, para darle un boceto de la publicidad de la galería, boceto que hice, pero que no voy a decir, para evitar algún malentendido. Llegué a la empresa, y cuando iba de camino a su oficina, sentí mi vello erizarse. No, no habló de la misma sensación que tengo cuando Yoongi está cerca, esta sensación es de miedo.

Sólo he sentido esto en el pasado y… y cuando fui a la fiesta de máscaras. Inmediatamente me puse alerta, esperando cualquier señal de peligro y alarma, hasta que sentí un toque en mi brazo. Mi cuerpo se estremeció de tal modo, que incluso mis músculos dolieron en el proceso, así que giré con rapidez, incrédula de la presencia que veía.

Pueden pasar años, pero siempre voy a reconocer esos ojos. Unos ojos grises, fríos, atemorizantes, los mismos ojos que aparecen en mis pesadillas. ¿Cuántas veces, esos ojos me miraron con burla? ¿Con asco? ¿Con superioridad? Mi boca estaba seca, mi corazón latía demasiado rápido y fuerte, mi cuerpo se enfrió en casi un segundo, creo que no parpadeaba, pero no estoy segura.

El miedo estaba presente en cada partícula de mi ser, eso me impedía reaccionar de manera racional, al menos, hasta que comenzó a hablar.

–Disculpa, no quise asustarte –dijo con voz amable, un tono que jamás escuché tan cerca –. ¿Sabes hablar inglés? Necesito algo de ayuda.

–S-sí sé inglés –respondí con voz firme, controlando mis sentimientos.

–Genial. ¿Dónde puedo encontrar a Kim SeokJin?

–Por allá –señalé al otro lado del pasillo.

Al regresar la mirada, vi una sonrisa que me atemorizo. Odio su sonrisa, la odio, era lo último que veía, luego de que me diera una paliza que me dejaba en cama hasta dos días.

–Gracias, fuiste muy amable. ¿Cuál es tu nombre?

–Carol González.

–Un placer. Soy Allison Banks –contestó, alargando su mano.

Es aquí cuando me doy cuenta que no es un sueño, es la realidad. Mi principal acosadora está aquí, mirándome como si no me conociera, pero yo jamás la olvidaría. Es la misma chica de cabello castaño oscuro, piel apiñonada, ojos grises y cuerpo delgado, que me hizo la vida imposible, hasta que decidí alejarme de todos sus maltratos.

Mi clavícula pica demasiado, es como si le prendieran fuego, y aun cuando quero encogerme del dolor, no me lo permito, de hecho, ni siquiera le doy la mano, sólo la observo. ¿Qué es lo que hace aquí? ¿Qué es lo que quiere ahora?

–Carol –llamó Hoseok, cortando este momento tenso, haciendo que lo mirará –, pensé que te habías perdido –comentó, mirando a mi acosadora.

–Señorita Banks, llegó temprano.

–Así es, señor Jung, necesito hablar de algunas cosas con el señor Kim –respondió ella, usando ese tono amable que comienzo a odiar.

–Ah, ya veo. Ya conoció a Carol, ¿verdad?

–En eso estaba.

–Bueno, no quiero ser grosero, pero tengo una reunión con ella. Si nos disculpa –ella asintió, así que me fui con Hoseok, que me guio a su oficina.

» ¿Estás bien? Te ves algo pálida –señaló, cuando llegamos a su oficina.

–¿Qué se supone que hace ella aquí? –pregunté, ignorando su preocupación.

–¿La conoces de antes?

–No, pero he escuchado hablar de ella –mentí.

–Ah, pues ella es una de las accionistas mayoritarias, ha estado interesada en el proyecto desde el primer día –respondió, ignorante de mi sorpresa.

No lo puedo creer. De todas las personas, ¿tenía ella que venir aquí? Siento que voy a vomitar y entrar en una crisis nerviosa, pero no puedo, no ahora.

–¿Sería mucho pedir, un vaso de agua? Me siento algo acalorada –murmuré, abanicándome con la mano.

–No hay problema, iré por ello –respondió, dejándome sola en la oficina.

Fue ahí, cuando comencé a colapsar.




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