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《Me has demostrado que tengo razones
Debo amarme a mi mismo
Mi aliento, el camino por el que caminé, son todas respuestas para mi
El yo de ayer, el yo de hoy, el yo de mañana
(Estoy aprendiendo cómo amarme a mí mismo)
Sin perderme una sola parte, sin dejar un solo hueco, todo, de mí ...》
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— ¡Oye ya déjalo! — chilló indignado el niño antes de propinar un fuerte empujón al muchacho que no dejaba de reírse del castaño que yacía recostado en el piso, incapaz de moverse.
El enorme pelinegro se tambaleó y su risa cesó al instante, se irguió por completo y sus gruesas cejas oscuras se fruncieron con ira. JiMin tragó fuerte. Los ojos miraron fijamente al pequeño rechoncho delante de él que se había atrevido a empujarlo.
—Tú qué te metes, cerdito. — Canturreó burlesco — ¡Hey todos! — gritoneó. — Miren como el cerdito defiende a su novio el chico raro.
Las blancas y suaves mejillas del pelinegro enrojecieron y se mordió el abultado labio inferior para no llorar. Miró a todos lados, sintiéndose indefenso cuando unos cuantos rostros comenzaron a rodear a los tres, al enorme mastodonte delante de él, a su pequeño amigo aún en el piso y así mismo, quien en su cabeza, intentaba buscar desesperadamente una salida a todo eso.
—Escúchame bien cerdito — el enorme niño se acercó a él y lo sujetó por las blancas solapas de la camisa del uniforme escolar — No te atrevas a tocarme o te daré una paliza tan fuerte que desearás haber terminado en el matadero... ¿Me oíste?
JiMin asintió frenéticamente.
— Asqueroso cerdo — musitó el muchacho antes de soltarlo con brusquedad. JiMin retrocedió trastabillando y cayó sentado, observando como todos comenzaban a marcharse entre pequeñas risitas.
—JiMinie... — El castaño gateó jadeando hasta el — ¿Estás bien?
—Eso creo — murmuró — ¿Tú lo estás?
—Si... me golpeó un poco el estómago pero... no es nada
El pequeño pelinegro se levantó y sacudió sus pantalones, extendiendo sus manos hacia Taehyung, quien las tomó agradecido en busca de ayuda. JiMin quitó unas cuantas ramitas que se habían entreverado entre las finas hebras castañas antes de echar un vistazo a la camisa blanca y los pantalones grises del flacucho y pequeño niño.
Siempre se metían con TaeHyung por eso. Era bastante pequeño para tener trece años. JiMin estaba seguro de que crecería en cualquier momento. Esperaba que les diese una paliza a todos en cuanto eso pasara.
Tras su pequeño examen, asintió para sí mismo.
— Parece que solo fueron golpes. — Sonrió, pero aquel gesto se desvaneció con rapidez — ¿Cómo es que fácilmente podrían matarnos y nadie lo notaría?
Taehyung se encogió de hombros.
—Quizá sea algo sobre la cadena alimenticia.
—¿Eh? — preguntó JiMin sin comprender.
—Ya sabes, el plantón es devorado por peces, esos peces por otros peces más grandes y esos peces por ballenas.
JiMin rió suavemente y negó con la cabeza.
—Si eso fuera así, me los comería a todos y esto terminaría. — Afirmó divertido. El castaño puso mala cara mientras sus dedos alisaron gentilmente el cuello de la camisa del pelinegro.
— No digas esas cosas. — Reprendió.
—En serio, Taehyung. — suspiró el pelinegro.
—En serio, ¿qué? — insistió el castaño mirándolo reprobatoriamente.
— Mírame. — instó JiMin señalándose.
Los ojos ambarinos observaron sin atisbo de risa alguna el ligeramente ondeado cabello negro azabache, el rostro de piel lechosa, redondas mejillas y los ojitos café ocultos tras ellas. Había un pequeño puchero en los gruesos labios sonrosados. Taehyung admiró la suave y esponjosa piel en los brazos de su amigo, siendo resaltados por la camisa blanca que le llegaba hasta poco más abajo del antebrazo. Ese era el lugar favorito de TaeHyung cuando se sentía triste, el blando pecho del JiMinie.