Loveless

La carta.

“Hola, Ericka. No sé cómo comenzar esto. Quizá con una disculpa, quizá con Te amo, o quizá no debería estar escribiéndote esto. No cabe en mi la vergüenza y dolor al escribirte esto. El llanto me llena y el odio a mi mismo me invade al pensar en dejarte. Te lo juro, no quiero dejarte, pero no puedo quedarme. Si me quedo, solo te haría más daño y la tristeza que te crearía me haría odiarme más que el odio al dejarte.

Hice el esta carta para decirte la razón de mi huida. Pero ahora temo decirtela, solo prométeme que no me buscarás, que nuestro amor quedará en el olvido. Aunque para mí, nuestro amor nunca será olvidado. Bueno, amor mío, te explico:

La vida puede ser tan injusta y a nosotros nos tocó vivirla. El hecho de que a tu padre no le agradará siempre me tuvo en la intriga, pero hace un mes me explicó todo. Nunca había odiado tanto a alguien. En el profundo ser de tu padre se escondía un ser egoísta y malévolo, que quería destruir nuestras vidas. Y al final lo logró. Tu madre, el ser más dulce del universo, me contó toda la verdad. Rectificó lo que tu padre me contó. Y fue lo más doloroso del mundo.

Amor mío, tu y yo no podemos estar juntos nunca más y lo siento, por qué te amo como nadie en el mundo. Y, aclaro, no me fui por tu padre, sino por ti. Tu y yo somos tan parecidos que es incorrecto, compartimos tantas cosas que el destino no desea que nos amemos. Hermosa, tu y yo somos hermanos. Y no los de una sola madre, no. Fui dado en adopción por tus padres. Ellos me alejaron de ti una vez, y hoy, lo han vuelto hacer. No deseo que te pelees con tus padres, no deseo tu tristeza, pero creo que estoy en mi derecho de contártelo. Solo necesito darte mi razón de mi huida.

Por eso tuve que alejarme de ti, por eso me fui. Lo siento, mi amor, te amo. Adiós para siempre.”




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