Lovers in Litnet.

Capítulo 1: El escéptico.

—Oppa. Por favor — rogaba Tatiana. 
—Tatiana Verenice. Ya te dije que no me digas así en la calle. 
—Por favor. Entremos a ver esa. Estamos a tiempo. Y mi papá no me va a querer traer si solo yo la veo. 
—Nosotros no queremos ver esa. 
—Oppa — repetía alargando el sonido de la “A”. 
—Nosotros sí. ¿Verdad amor? — dijo Brittany aferrándose al brazo de Bryan. 
—Eh. Y porqué no ven esa ustedes y nosotros entramos a ver esta — sugirió señalando el póster del estreno de superhéroes. 
—¡Ay sí! — Chilló Tatiana tomando la mano de Brittany. 
—Amor. Pero, yo quería verla contigo — dijo la chica haciendo ojitos y apoyándose en él. 


Ricardo suspiró y puso los ojos en blanco. Sabía que un poco más de presión y su amigo cedería a los caprichos de su novia. 


—Taty. Tomá, andá comprá las entradas de las dos y algo que comer. Nosotros vamos a ver esta. 
—¡Gracias! Gracias, gracias — decía la chica saltando y abrazándolo al final. 


Ricardo trató de desprenderse de su férreo abrazo pero le fue difícil. Odiaba que su hermana menor se pusiera en ese plan histérico de niña fresa. Y le fastidiaba su nueva etapa de amante a todo lo que viniera de Corea. Ahora incluso había incrustado palabras en ese idioma en su vocabulario. 


Por lo menos sabía que cuando le decía 'Oppa', era para referirse a él como su hermano mayor que era. Sin embargo le avergonzaba que le dijera así frente a otras personas. 


—Bueno ya. Vayan o se perderán el inicio donde el guapo se muere — dijo despeinándola un poco. 


La chica sonrió y se empinó para darle un beso en la mejía. Era lo único que le agradaba de su pasión por coreanos, ahora era más expresiva y cariñosa con él. 


—Gracias. 


Bryan y Brittany seguían hablando en voz baja. Ricardo los observó unos segundos y sonrió. Las muchas caricias de ella sobre el pecho de su amigo solo le decían las estrategias que la chica intentaba usar con él para lograr su objetivo. 


—Bryan — le llamó—. ¿Venís? 


El chico despidió a su novia con un beso y le entregó un billete pero ella extendió la otra mano exigiendo más. Resignado sacó la billetera y le dio otro. Ella sonrió y lo besó. 


—Nos vemos a la salida amor — le dijo antes de irse. 


—Así nunca vas a poder ahorrar para la moto, viejo. 
—Vos no digás nada Ricardo, que la Marilyn te tenía igual. 
—Aja. Correcto. Vos lo has dicho: Tenía. Del verbo: La dejé porque solo era dinero para todo. 
—Pero a la Taty bien le soltás el billete. 
—Toca viejo. Es mi hermana. 'Hoy que ya trabajás tenés que ayudar y encargarte de tu hermana' — citó haciendo una voz aguda —. No creás, me sale cara. Por eso ya no le doy tanto para ir al colegio. Y vos, que excusa tenés, ella trabaja y gana lo mismo que nosotros. 
—Lo que uno hace por amor — respondió sonriendo. 
—Amor. Sí como no. A la billetera nada más es el que ella te tiene. Por eso este país está como está. Con novias que solo saben sacarte el dinero — se quejaba mientras se incorporaban a la fila para comprar las entradas. 
—Tanta películas gringas les afecta vos — respondió su amigo riendo y justificándose. 
—Y vos que solo le alentás la ilusión. Yo porque no tengo remedio. Pero vos — decía negando con la cabeza. 
—Por eso no tenés novia. Solo sos quejas y peros. Gran tacaño que has de ser. No sos nada romántico — le refutó riendo. 
—No. Soy justo y realista. El dinero no alcanza y todavía te metes a tener novia. Esos son gastos y problemas innecesarios. Y romántico no es pagar todo, ni que te anden de chofer, ni consentirle todo o cargar sus cosas y hacer solo lo que ella quiere. 

 

La pareja que estaba delante de ellos les miraron de reojo y otros que les rodeaban. 

 

—La Marilyn te llamó, verdad. 
—Sí. Me cae mal que me llame. Quería que le hiciera un favor. Pero vos ya sabes que eso solo significa una cosa. Para eso tiene novio nuevo. 
—No le hagan caso. Quedó curado del amor con esa muchacha — le dijo Bryan a los que les veían un tanto incomodos por los comentarios directos de Ricardo—. Y vos no te amargués con ella. No le hagás caso, que ya no es problema tuyo. 
—Sí, es cierto — dijo luego de suspirar—.  Solo por eso vos pagás las entradas. 
—¿Yo? No molestés. Aquella me dejó pobre. 
—Bueno. Yo las pago y vos el almuerzo. Con una pizza de $5.00 es suficiente. 
—Ok. 


La chica del mostrador les observó en silencio. 




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