Lovers in Litnet.

Capítulo 16: Lo que haces por amor.

Para Ricardo no era suficiente contar los días para llegar hasta el fin de semana en que se verían. Faltaba todo un mes. De manera que se decidió a investigar la única pista que ella le dio. 


No es que fuera imprescindible su físico pero la curiosidad podía más que cualquier cosa. 


Volvió a leer las 98 páginas que ella había escrito y encontró algunos datos interesantes. 


Por ejemplo, la descripción de April era de una chica bajita, menuda, sin curvas relevantes según Solsikke. De cabello castaño oscuro, largo medio y un flequillo largo que llegaba hasta el filo de su barbilla.

Ojos, marrones y dedos finos con uñas que siempre traía pintadas de rojo carmesí. 

 

“Pero ella dijo que trabajaba en producción de alimentos. No podría tener las uñas arregladas. Ese lo descartaré”. 


April tenía labios llenos, delineados naturalmente y resaltaban en sus facciones. También añadía su perfume favorito. Un aroma cítrico. 


Esos últimos dos detalles fueron suficientes para que Ricardo se la pasara soñando con el perfume de Solsikke y… Sus labios. 


“Sus labios. Suaves y tibios. ¿Qué sabor tendrán?” pensaba mientras la recreaba en su mente. 


“Su voz, sus ojos, sus manos. ¿Cómo se sentirá poder tocarla por fin? Aunque solo sea la punta de sus dedos”. 


April, tenía novio. Uno celoso. Pero hace unos capítulos que habían terminado sin tanto drama más que el que ese hombre había hecho. 


“¿Eso quiere decir que ya no tiene pareja?”. 


Luego llegó al capítulo de la tormenta. Esta vez, poniendo más atención de la acostumbrada, una corazonada le agitó el pecho. 


“¿Será posible?”. 
Todo lo que leía era justo lo que él vivió pero en el otro lado de la versión. Incluso las palabras de los escasos diálogos de la escena se le antojaron familiares. Es más, eran sus propias palabras. 


“No puede ser. No puede ser” se dijo leyendo todo de prisa de nuevo. “¿Visita la misma cafetería? ¿Ya nos hemos visto?”. 


Pero por más vueltas que le daba, no lograba recordar con claridad a la chica de esa tarde. Únicamente que alguien había chocado con él, estaba empapada y Tatiana no la dejaba usar el baño. 


“¿Le habré visto antes?”. 


Cada semana visitaba ese local. En realidad cada día, era la última parada antes de abordar el transporte directo a su casa. Sin embargo, no llegaba a la misma hora pues tenía distintos horarios de salía. 


“Pero usualmente estoy ahí después de las 6 de la tarde” apuntó mentalmente. 


En un ataque de melancolía, volvió a releer los blogs publicados. El último, donde hablaba de su desaparición, llamó su atención la fotografía que añadió. Un sándwich Cubano en la cesta verde y papel envoltorio con el logo de la empresa: Súper 7. 


“Esa… Es el nombre de la línea de cafeterías de las gasolineras”. 


Una idea vino a su mente. Había oportunidad. Podría verla y estaba más cerca de lo que pensó. 


“Bien. Bien. Bien. ¿Qué tengo? Una chica de cabellos castaños y… Que come un cubano. Dios. No tengo nada. ¡Nada!” se quejaba dando vueltas en la cama. 


Deseaba poder verla, conocer por completo a esa chica dulce, simpática, talentosa y de bella personalidad. 


—Oppa. ¿Qué estás leyendo?
—Ah. Eh. Esta — dijo tendiéndole el teléfono con la historia de Solsikke en la pantalla. 
—Ay. Esa es bien bonita. Pero es triste — habló exagerando la expresión en su rostro para denotar el sentimiento. 
—Es interesante. 
—Uy. ¿Y eso? ¿Vos leyendo una historia romántica? 


Ricardo se encogió de hombros. 


—Esa no está mal. 


Tatiana sonrió con malicia y cerró el navegador para buscar la aplicación de mensajería instantánea. 


—Veamos. ¿Con quién hablás últimamente que ya te convencieron? 
—Con nadie — respondió despreocupado.

 

Pues de todas formas él hablaba con Solsikke por correo. 


—¿Querés ver algo conmigo? — preguntó dándose por vencida al no encontrar nada bueno con que molestarlo. 
—M. Depende. ¿Qué es?
—Un Dorama nuevo. Se llama: Miércoles a las 3:30. 
—¿Y eso?
—Es súper bonito — dijo con ilusión y sonriendo—. Te va a gustar. 
—Bueno. 
—¿De verdad? ¿Lo vas a ver conmigo? 
—Sí. 
—Wow. Vos estás enamorado. Si no cómo es que aceptás ver algo romántico conmigo. 
—Con que no me pongás esos tus vampiros que brillan, suficiente. 




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