Lovesick girls: Viraha

Capítulo 1: Me compré una cajita infeliz.

“me gusta mi dolor,

Crecí con él.

Es mi fiel compañía,

Desde que tengo memoria”

All For Venus.

 

 

 

 

¿Cuál es tu primer recuerdo? ¿uno triste? ¿uno feliz? ¿uno gracioso? ¿uno estremecedor? ¿alguna vez habías indagado en ello? Mi primer recuerdo es uno con mi padre, un día de pesca; recuerdo que estaba soleado, el sol brillaba, el agua, en ese entonces era bastante cristalina y sacábamos peces para después devolverlos al agua. Pero, esta no es mi historia ¿cuál es el primer recuerdo de Elizabeth? Lizi me dijo que cuando era una niña, sus padres no tenían mucho dinero, así que solían ahorrar para darle un gusto a su hija y llevarla a una reconocida cadena de hamburguesas.

la bañaban y ponían su mejor ropa, a ella, en ese entonces le gustaba mucho el rosa, ahora su color favorito es el azul, ella es tan azul. Así que se fueron al lugar, solían haber toboganes con muchos pasadizos y a ella le parecía tan divertido. Subir, escalar, pasar por elásticos y entre miles de pelotas plásticas de colores, tirarse por un tubo que, a esa edad, parecía infinito y volver a empezar, todo eso era una diversión para alguien que tenía cuatro años.

En uno de esos “volver a empezar” cuando era el momento de atravesar el con pelotas de colores, la entonces pequeña Elizabeth se encontró con un niño, tendría como siete o, tal vez, ocho años.

−Hola – lo saludó Elizabeth con una voz muy dulce, hasta ese momento, era una niña muy sociable.

−Fuera – le respondió el niño con un aire de tiranía.

− ¿Por qué? – esa respuesta la atemorizaba y se preguntaba si había hecho algo malo.

−¡qué te vayas! – exclamó el niño – Sos fea y gorda, gorda – repitió – Ándate de mí vista, es mi cumpleaños y como es mi cumpleaños, no quiero que nenas tan feas como vos estén en el pelotero.

 

Elizabeth corrió, tanto como pudo y llegó con sus padres. Lloraba desconsoladamente, abrazando a su joven madre.

−Elizabeth ¿qué pasa? – preguntó la mujer extrañada, porque Lizi no era alguien que verías llorar y menos, en un lugar con gente.

−Quiero irme – susurró entre sollozos.

−Pero… − acarició la cabeza de la niña que no lograba calmarse.

    −Ya vamos, Eleonora – dijo el padre de Elizabeth, que pensaba que tal vez la niña se sentía mal. Tomaron sus abrigos, la comida intacta de Elizabeth, para marcharse a casa.

 

 

 

¡Bienvenida a este cruel mundo! La niña se marchó a casa con su cajita infeliz, aprendiendo que la crueldad puede venir en frascos chicos.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2021

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