Lovesick girls: Viraha

Capítulo 5: La amistad en una foto. pt2

−Es esa o yo – se escuchaban los gritos de Macarena.

− ¿Qué te pasa? −André no entendía nada, estaba anonadado.

−Te juntas con esa nerd, la ex gorda, esa idiota, la que se viste como abuelita –criticó Macarena. Me preguntó qué era vestirse como abuelita, si usar jean y camisa es vestirse como abuelita, Elizabeth era una abuela muy moderna o si para no ser abuelita hay que ir mostrando la panza a todos lados. Cada uno se viste cómo se le da gana, me parece muy detestable, lector, que se metan con eso. Pero, continuemos…del otro lado de la pared estaba Elizabeth, escuchando todo –Yo no puedo ser amiga de esa André, pensá en mi status – lo miraba con aire insolente – así que sos amigo mío y le dejas de hablar o te vas a ser amiguito de ella, pero no me escribís, ni te saludo más –y sí, Macarena estaba segura de ganar y en ese momento, Elizabeth también estaba segura de que Macarena ganaría. El timbre que anunciaba el final del receso sonó y Elizabeth junto a otros compañeros se vieron obligados a ingresar al aula. André se alejó de Macarena sin decir una palabra y le dio un abrazo a Lizi, quien a pesar de comprender lo que pasaba, puso cara de sorpresa. André la había elegido.

− ¿Qué pasó? –Elizabeth se hizo la desentendida.

−No te veo desde el viernes.

 

 

 

Eran atentos entre ellos, se veían a menudo, eran los tres para todas partes. Lizi escuchaba, Olivia causaba las risas y él las retaba por ser tontas.

−Estás fría – André miró a Lizi sobresaltado –un muerto tiene las manos más calientes – ya era septiembre y las manos de la joven estaban congeladas, demasiado para ser primavera.

−buuuu –bromeo la chica.

−Tonta –le dio un golpecito en la cabeza, se sacó la campera y se la extendió.

−No, est, est – tartamudeaba porque no dejaba de temblar.

−Ponete eso o me voy a enojar – no la dejó terminar, la miraba de forma intimidante.

−Está bien.

− ¿Quieren una galletita? – interrumpió Macarena.

−No – dijo André de forma cortante, mientras las demás se quedaron congeladas.

−Esta nos odia y nos quiere dar una galletita ahora – puso los ojos en blanco el muchacho.

−Quizás era para envenenarnos, como la bruja mala de Blanca Nieves, pero con bizcochitos – Olivia haciendo reír a todos, nuevamente.

 

 

En el cumpleaños de Olivia, los tres fueron a ver una película al cine. Vieron una de los x-men, comieron en el Burguer King, caminaron por un pequeño mercado de golosinas que había allí, también cantaron canciones mientras daban vueltas y al encontrarse con una cabina de fotos, se metieron a posar los tres juntos. Primero, sacaron todos la lengua, después, hicieron el símbolo de la victoria y, por último, los tres se abrazaron y sonrieron ampliamente. Para ese momento en que se sacaron aquella foto, ya estaban desalineados y completamente despeinados. A pesar de todo, ese es un día al que Lizi volvería.

 

 

−Siempre fumando vos – se quejó Elizabeth, que se había encontrado con André para tomar un café.

−Fumo cuando me mata la ansiedad, o estoy muy nervioso – largó la aureola de humo.

−Entonces siempre estás así – se tronó el cuello.

−Puede ser – se encogió de hombros.

−Mejor – le sacó el cigarrillo y lo botó – come uno de estos – le metió una paleta en la boca.

 

 

 

Y los años pasaron, y llegó la facultad, André empezó un año después que Banks y Sanz. A pesar de que la universidad representaba un cambio de vida, ellas siguieron siendo tan atentas con su amigo como siempre. Nunca fueron capaces de dejarlo de lado u olvidarse de él para reuniones. Al año siguiente, todo se transformó con André, dejó de ser ese hermano para Lizi. Cuando organizaban para verse, él terminaba por cancelarles media hora antes. Pero, más tarde, estaba bebiendo en un bar con sus amigos de la facultad o jugando un partido de futbol con los mismos. Ese fue el comienzo de un nuevo fin, porque en los vínculos, cualquier vínculo que fuese, no hay honestidad y compromiso, todo termina por desmoronarse, poco a poco como cae la arena de un reloj y luego de golpe, como se desmorona un castillo de naipes.

−Estamos en camino –le anunciaron las jóvenes.

−ya salgo –respondió al grupo –las espero en la plaza grande.

Y así, Elizabeth junto a Olivia caminaron a la plaza grande. El día estaba soleado, pero fresco, la gente pasaba en bicicleta o lista para un picnic. Ellas, iban con pochoclos, café y una torta de manzanas para tener un día al aire libre.

− ¿Dónde están? – decía André por un audio.

−En la plaza grande, esa, la del banco – mandó como respuesta Oli.

El chico las llamó − ¿cómo que están ahí? ¿son taradas? Les dije la plaza GRAN-DE, la grande les dije.

−Sh –lo chistó Olivia – baja el tonito con nosotras. Nosotras ya armamos todo, estás a cuatro cuadras. Camina vos, André.

−Bueno – le respondió de mala gana y cortó.

 

−Te dije – Oli se dirigió a Lizi – se está pasando con nosotras, con mi hermana y que, si hacía alguna estupidez, se terminaba la amistad con él –la muchacha de cabello un poco más abajo del hombro estaba muy enojada –esto me parece suficiente.

−Espera, estemos en paz. Por ahí le pasó algo malo – suplicó –no sé, él nunca fue así.

El chico llegó a los pocos minutos y ellas sirvieron el café del termo, lo que llevaron para comer y poco después, André empezó a pelear con Olivia sobre el lugar que dijo que las esperaba.

−Bueno nos equivocamos, punto ¿tanto te costaba caminar tres o cuatro cuadras –casi que le gritó. Elizabeth permanecía en silencio, mirando al piso, incomoda por la situación.

 

 

−Y si mejor vamos a caminar un poco – es lo único que se le ocurrió. Así que juntaron las cosas y fueron a caminar. En el recorrido todo cesó un poco, hablaron de la universidad y cómo les estaba yendo a todos. Las calles de aquella ciudad eran largas, con muchas vidrieras para mirar.



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En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 08.05.2021

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