Narra Ellie:
Después de la extraña aparición de Bloody Painter, he estado algo inquieta. Bueno, digamos que si se te aparece un asesino serial en medio de la noche diciendo que quiere matarte y que va a volver por ti... nadie estaría muy tranquilo, que digamos. Ni siquiera mis deseos de morir me ayudaron esa vez.
Y así es como empieza esta rara y asombrosa historia.
Luego de dos días sin ver sucesos extraños que anunciaran mi fin, era de noche y estaba "relajada" en mi computadora, dibujando a Bloody Painter. Sí, digamos que me había obsesionado un poco con su forma de matar y esas cosas. Después de elegir una canción apropiada para seguir dibujando, sentí un ruido en la ventana (que, por cierto, había dejado abierta desde que lo vi aquella noche). Vi una silueta saltar y alejarse en la oscuridad. Pegué un salto y me acerqué rápidamente, pero ese ser ya se había ido.
Me quedé observando por unos segundos y entonces noté algo en el vidrio de la ventana: un líquido rojo aún fresco, que formaba las palabras “Hola linda, ¿me extrañaste?”
Me asusté y miré a los costados, pero no había nada. No me pregunten por qué, pero por un momento me sentí... desilusionada. Luego de ir por un trapo húmedo y limpiar la sangre, guardé el dibujo y me fui a dormir, como si fuera lo más normal del mundo.
Ya pasó una semana desde el día en que Bloody me dejó aquella nota. Ese día el cielo estaba cubierto de nubes grises, y parecía que en cualquier momento te caería un rayo en la cabeza. Estaba en el parque con unos amigos cuando de repente sentí un movimiento en los arbustos a mi izquierda. Giré la cabeza, algo incómoda.
—¿Ustedes vieron eso?
—¿Mmmm? ¿Qué cosa? —preguntó Desmond, con aire distraído.
—Ahí, en los arbustos. Creo que vi algo —dije mirando al grupo.
—Oooh, vamos, ¿tienes miedo, Ellie? —se burló Zyran, mi mejor amigo—. Seguro solo era un gatito.
Sí, claro. Un gatito asesino llamado Bloody Painter.
—Iré al baño —anuncié, tratando de sonar convincente.
Me alejé, buscando el lugar más apartado, donde mis amigos no pudieran verme. Estaba ahí, parada en medio del parque, cuando escuché el crujido de hojas moviéndose detrás de mí. Un segundo después, una voz susurró en mi oído:
—Hola, linda.
Me giré rápidamente... y por fin, lo vi. Frente a mí.
—Bloody Painter... —susurré, tratando de no sonar impresionada. Por un tiempo logré convencerme de que todo había sido un mal sueño. Pero verlo ahí, frente a mí, a plena luz del día, era... impresionante.
Su rostro estaba cubierto por una máscara blanca con rendijas en los ojos y una sonrisa macabra dibujada con sangre seca. Aun así, pude distinguir su cabello negro, sedoso pero despeinado. Llevaba una camisa azul con un pin de carita sonriente, jeans oscuros y guantes negros manchados de sangre seca.
—Te dije que volvería... y aquí estoy —dijo. Supuse que sonreía, porque la máscara se levantó levemente—. Pero lo he pensado y…decidí no matarte. Tienes algo... interesante.
Sentí una oleada de tranquilidad, pero no bajé la guardia. No podía permitirme parecer débil, ni darle una oportunidad para saltar sobre mí.
—Eso lo dicen todos. ¿Crees que voy a creerlo tan fácilmente? No soy idiota.
—No, no, no... Lo digo en serio. No pienso matarte. Es más, he decidido acompañarte —dijo, mirándome fijo.
—¿Acompañarme? —repetí, frunciendo el ceño.
—Exacto. Estaré contigo cuando me lo pidas. Y te acompañaré —dijo, avanzando hacia mí.
Me alejé un paso, enseguida.
—No pienso pedírtelo. Además, ¿por qué debería confiar en ti? Eres un asesino —respondí, sin poder evitar mirar sus intensos ojos azules.
—¿Tal vez porque soy la única persona que confía y cree en ti? —preguntó, ladeando la cabeza.
En ese momento escuchamos un grito. Eran mis amigos, llamándome.
—Qué mala educación... —murmuró, empezando a sacar un cuchillo del bolsillo—. No saben que no deben interrumpir una conversación... y menos si es privada.
Corrí hacia él y le agarré la muñeca justo a tiempo, impidiéndole sacar el arma. Me miró, confundido.
—¿Qué pasa? Solo iba a deshacerme de las molestias.
—Son mis amigos. Y no voy a permitir que los lastimes —dije apretando más su muñeca.
—¿Tus amigos...? ¿Lo son verdaderamente?
—Mmm... No... Bueno, sí, lo son. Y no los lastimarás.
Lo solté y me alejé unos pasos.
—Adiós.
Pero él me sujetó de la muñeca y me atrajo hacia él, acercando su rostro al mío. Espero que no haya notado cómo me sonrojé.
—Recuerda esto: desde ahora, yo seré tu único y verdadero amigo —dijo con voz seria, mirándome a los ojos—. Y quieras o no, estaré vigilándote. Desde hoy... seré tu “vecino”.
Lo vi hacer comillas con los dedos al decir la última palabra.
—D-de acuerdo... —murmuré, completamente sonrojada.
Lo escuché reír por lo bajo, me soltó y añadió:
—Te ves muy linda cuando te sonrojas.
Y luego, sin más, se desvaneció entre los arbustos.
Me alejé rápidamente, hasta reencontrarme con mis amigos. Me preguntaron, preocupados, qué había pasado. Les respondí que me había quedado encerrada en el baño. Lo creyeron sin problema.
Después de una despedida rápida, salí corriendo hacia casa. Tenía que averiguar qué significaba eso de "vecino" que mencionó Bloody.
No tardé en entenderlo.
Apenas entré, subí las escaleras y cerré la puerta de mi cuarto de un portazo, esquivando a mamá. Empecé a cambiarme... cuando, al mirar por la ventana, lo vi.
Ahí estaba él. En la ventana de la casa de enfrente, saludándome.
Bloody Painter.
Había matado a mis vecinos... y ahora me observaba mientras me cambiaba.