Narra Ellie:
Me quedé pasmada. Jamás había pensado en lo que podría haber debajo de esa máscara, y tampoco es que hubiera querido saberlo. Pero luego de que Helen se la quitara… tengo que admitirlo: deseé que jamás volviera a ponérsela.
Debajo de esa sucia y macabra máscara, había un chico de lo más normal —sin contar que parecía no haberse bañado en un mes—. Bueno, normal... y hermoso. Tenía la piel pálida, ojos de un azul profundo y el pelo negro azabache con reflejos azulados. Su cabello parecía el típico de una Barbie: grueso y abundante. Al observar su rostro con atención, noté una vieja cicatriz en su mejilla derecha. Por un momento tuve la impresión de estar viendo a un ángel, y sentí unas ganas inmensas de abrazarlo… y no soltarlo jamás.
Al notar el silencio que invadió la sala tras quitarse la máscara, Helen giró la cabeza hacia mí, buscando algún tipo de apoyo. Pero al ver que yo también lo miraba fijamente, se ruborizó levemente, desvió la mirada y murmuró:
—Disculpen mi apariencia… creo que no debí quitarme la máscara —dijo con un tono que ya no sonaba como el de un asesino serial que destrozaba cuerpos y escribía en las paredes con la sangre de sus víctimas.
—¡N-no! Está bien. Eres muy guapo. Quiero decir… estás bien —me sorprendí a mí misma diciendo eso. Me sonrojé de pies a cabeza. Helen se quedó sorprendido por mi comentario, pero sonrió de esa forma tan suya, procurando que mis padres no lo notaran.
Entonces habló mi padre:
—De acuerdo, te dejaré estar con Ellie —dijo mirando a Helen fijamente—. Pero con algunas condiciones —agregó, remarcando las eses.
—Lo que sea, señor —respondió Helen con tal seguridad que por un momento parecía que todo esto ya no era una farsa.
Claro. Todo esto es una farsa, pensé para mis adentros.
—Debes cuidar de Ellie. Nunca abandonarla. Y... —dijo pausadamente— necesito saber quiénes son tus padres. Así podré hablar con ellos y decirles que estás saliendo con mi hija.
Listo. Adiós. Todo estaba perdido. Yo sabía que Helen había abandonado a sus padres para… bueno, para matar gente. Según el creepypasta de Bloody Painter, se había convertido en un asesino serial, eliminando a personas inocentes solo porque lo lastimaban o lo dejaban de lado. Aunque bueno… podría haberlos denunciado, o contratado matones para que les dieran una paliza. Pero ese es otro tema. Eso ya es pasado.
—Mis padres eran Eleonor y William Otis, señor —dijo con total serenidad—. Pero temo decirle que fallecieron hace dos años. Desde entonces he estado viviendo solo —añadió con cara de angelito inocente.
Si no hubiese sabido su verdadera historia, seguro me habría tragado esa mentira y hasta me habría apiadado de él.
Mi padre quedó algo atónito, y mi madre puso esa expresión que siempre pone cuando ve un perrito abandonado en la calle.
—¡O-oh! N-no sabíamos eso —dijo mi madre, conmovida. Miró a mi padre—. A lo mejor… —le susurró algo al oído.
Yo miré a Helen. Él me devolvió la mirada con una sonrisa nada inocente.
—Ejem —tosió mi padre—. A lo mejor... hemos decidido, aquí con mi esposa Grace, que... tal vez te gustaría quedarte en casa. Tenemos un cuarto extra, era de nuestro hijo mayor, pero él ya se mudó con su familia. Si quieres, eres bienvenido a quedarte.
Narra Helen:
No me sorprendía. Bastaba con tener una cara bonita y una historia trágica para que te dejaran quedarte, sin hacerte una sola pregunta sobre tu pasado. Ingenuos. Pero esta vez no pensaba matarlos. Estaba Ellie. Me quedaría el tiempo suficiente para que se interesara en mí… o al menos para que me aceptara.
Así que puse cara de sorprendido y di un paso atrás, fingiendo. Por el rabillo del ojo, noté que Ellie realmente estaba impactada.
—Es tu decisión —dijo la mujer.
Claro que es mi decisión, y me voy a quedar, pensé.
—N-no sé qué decir —dije, fingiendo confusión.
—Oooh, vamos, no seas tímido —dijo otra vez la mujer.
—Tranquila. Déjalo respirar —intervino el viejo—. Es más, ¿por qué no dejamos que Ellie decida? Total, ella es la novia.
Maldito viejo. Era obvio que ella no querría que me quedara. Ella sabía quién era yo.
—Eh… ¿y p-por qué tengo que decidir yo? Él es el que se quedará con unos extraños —ay, Ellie… ¿eres así de inocente o solo finges?
—B-bueno, pues… que s-se quede, ¿no? —definitivamente, si no se apuraban, iba a...
Me quedé anonadado. ¿Ella… había dicho que me quede? El mundo se está volviendo loco.
—¡Perfecto! ¡Se quedará entonces! —dijo la madre, sonriendo de oreja a oreja—. Y no tienes que ir a buscar nada a tu casa. En el cuarto de Henry hay de todo.
—G-gracias —dije saliendo de mi sorpresa—. Muchísimas gracias.
—Oh, no hay de qué —respondió el padre.
—Ven, yo te llevaré al cuarto —dijo Ellie, tomándome de la muñeca y subiendo las escaleras.
Luego de guiarnos por un pasillo que no había visto antes, entramos a una habitación. No era muy grande, pero sí bonita. Las paredes blancas le daban buena iluminación, había una cama matrimonial y un armario cerca de la ventana. El cuarto era bastante parecido al de Ellie.
Y ella… estaba hermosa. La luz del sol que entraba por la ventana hacía brillar destellos rojizos y dorados en su cabello. Sus oscuros ojos se volvían más profundos, casi color avellana, y la hacían parecer un hada.
Me quité el guante de la mano derecha para sentir su piel y le acaricié la mejilla. Ella se acercó y me abrazó. Le tomé el mentón suavemente y la acerqué a mí, dándole un beso en los labios. Fue suave, breve. Ella se apartó de inmediato y se dirigió al armario.
—Ten, ponte algo de ropa decente y báñate. El baño está enfrente —dijo, muy ruborizada, lanzándome ropa y señalando la puerta—. Le pediré a mi madre que cocine algo para ti —y se fue sin decir nada más.