
Narra Ellie:
Luego de que Helen abandonara el cuarto, me di vuelta para observarlo.
Nada mal, a comparación del mío, este era dos veces más grande; además, tenía dos camas que, a pesar de no ser matrimoniales, eran más grandes que una individual. A un costado de la habitación había una puerta que llevaba al baño, y al lado de cada cama había un armario.
Elegí quedarme esperando a Helen, así que me senté en la cama que me parecía menos reconfortante (que, igualmente, era muy reconfortante) y esperé. Pasaron unos veinte minutos, durante los cuales luchaba por mantenerme despierta, pero luego no aguanté más. Me saqué las zapatillas y me acurruqué dentro de la cama; el sueño no tardó en invadirme.
Soñé que estaba en un cielo de nubes negras y grisáceas. A pesar de estar sobre las nubes, había varios árboles sin hojas y quemados. Por un momento pensé que era algo así como el infierno, hasta que vi algo a lo lejos: un ser alado, volando y dirigiéndose hacia mí. Sus alas eran enormes y blancas; el ser tenía cabellos celestes y, de su frente, sobresalían dos cuernos rojos.
Cuando estaba lo suficientemente cerca, me di cuenta—para mi desgracia—de que estaba desnudo. Por un segundo me sonrojé e intenté cubrir la vista con mis manos, pero no podía; no podía mover ni una sola parte de mi cuerpo.
El ser se acercó cada vez más hasta estar a solo unos centímetros. Dejó de volar y pude verlo con todo detalle.
No solo era hermoso, sino que uno de los rasgos más notables era su altura: no sobrehumana, pero sí muy alta, como 1,95 m. Se le notaba extremadamente delgado; sus costillas sobresalían de los costados del estómago. Sus alas tenían manchas rojizas en algunos sectores de las plumas, como sangre seca. Todo su cuerpo mostraba arañazos y heridas sangrantes, y tenía un moretón en el ojo derecho (que desde mi perspectiva sería el izquierdo).
El ser me miraba fijamente; en un momento, su vista recorrió todo mi cuerpo, como si lo examinara. Luego abrió la boca, como si intentara decir algo, pero no salió ningún sonido.
En cambio, fui yo quien habló:
—¿Quién eres?
"Excelente primera pregunta"
Una voz resonó en mi mente. Pero no era la del ser; era una voz femenina, como la que siempre me molestaba en la realidad.
"Este es el sueño más largo y realista que has tenido en mucho tiempo, ¿verdad?"
—¿Quién eres? —volví a decir, como una máquina. Esta vez, el que respondió fue el ser.
—No soy nada —dijo con voz melodiosa—. Simplemente soy un ser creado por algún deseo, que se ha olvidado.
—Pero... ¿cómo puede olvidarse uno de algo que desea? Es como si se olvidara de alimentarse —dije automáticamente.
—Simplemente no sabe que su deseo se cumple, porque su poder no era suficiente. Con el paso del tiempo, se olvida de él, haciendo que lo que deseó quede olvidado por el resto del tiempo, vagando en busca de alguien que lo desee y no lo olvide.
—Eso es... horrible —dije, entristecida.
—No lo sé, no entiendo las diferencias entre lo bueno y lo malo —dijo, balanceando la cabeza levemente, mientras brillos plateados destellaban en su cabello.
—Entonces... yo te deseo. Quédate conmigo y hazme compañía.
—Lo siento, no lo deseas lo suficiente como para que se cumpla —dijo con tristeza reflejada en los ojos—. Pero si alguna vez me deseas lo suficiente, podré quedarme junto a ti, ya que ahora estoy presente en tu mente. Bueno, por ahora esto es todo; espero que pienses en mí lo suficiente —dijo, con una media sonrisa en el rostro, antes de desvanecerse junto con todo ese mundo.
—¡Espera! —grité inútilmente al vacío, y desperté.