~luces a media noche~

☆Que empiece la fiesta☆

Llegamos a la fiesta y el ritmo de la música nos envuelve. Maga y yo nos miramos y sonreímos, listas para divertirnos. Entramos en la pista de baile y, mientras yo estoy casi tiesa, Maga baila como si fuera lo último que haría.

Después de un rato, Maga me grita al oído:

—¡Alissa, mirá! ¡Es él!

Sigo su mirada y veo a un chico apuesto que nos está mirando fijamente. Maga me empuja suavemente hacia él y me dice:

—¡Vamos, Alissa! ¡No seas tímida!

Me acerco al chico y él me sonríe. Comenzamos a bailar juntos y me siento como si estuviera flotando. La música, las luces y el momento son perfectos.

De repente, siento una mano en mi hombro y me doy la vuelta. Es mi hermano, con una mirada seria en el rostro.

—Alissa, necesito hablar con vos —dice, llevándome fuera de la pista de baile.

Liam me mira con una expresión grave y continúa:

—Te estuve buscando por todas partes. Tenemos que hablar sobre lo que está pasando en casa.

Siento un nudo en la garganta al recordar la extraña actitud de Liam en los últimos días.

—¿Qué pasa en casa? —pregunto, tratando de mantener la calma.

Liam mira alrededor, como si temiera que alguien estuviera escuchando.

—No puedo hablar acá —dice—. Vamos afuera.

Me toma del brazo y me lleva lejos del ruido y la música. La noche está fresca y el silencio es incómodo.

—¿Qué pasa, Liam? —pregunto de nuevo, esta vez con más urgencia.

Liam respira hondo antes de responder.

—Es papá... —empieza—. Tengo que decirte algo...

Mi corazón late más rápido.

—¿Qué pasa con papá? —pregunto, sintiendo un miedo creciente.

—Mirá... No te íbamos a decir nada para no preocuparte, pero... —se le corta la voz, como si estuviera buscando las palabras adecuadas—. Papá tiene problemas financieros. Se metió con alguien de la mafia... y lo están buscando por todas partes.

Lo miro conmocionada, tratando de procesar lo que acaba de decirme.

—¿Qué? —digo, con la voz temblorosa—. ¿Cómo pudo hacer algo así?

Liam suspira y se pasa la mano por el cabello.

—No lo sé. Pero tenemos que hacer algo. No podemos dejar que se hunda más.

Me siento aturdida, intentando pensar en una solución.

—¿Qué podemos hacer? —pregunto.

Liam vuelve a mirar alrededor, paranoico.

—Tengo un plan —dice en voz baja—. Pero necesito que me prometas que no le vas a decir nada a nadie.

Asiento, sintiendo que estamos por meternos en algo muy jodido.

—Te lo prometo —le digo—. ¿Cuál es el plan?

Liam respira hondo otra vez.

—Vamos a ver a alguien que puede ayudarnos —responde—. Es alguien que conoce bien a la gente con la que papá se metió.

Me siento nerviosa, pero sé que tenemos que hacer algo.

—Vamos —le digo—. No perdamos más tiempo.

Liam asiente y camina hacia su coche, estacionado en la calle. Lo sigo y subimos. Arranca el motor y comenzamos a conducir hacia el centro de la ciudad.

—¿Quién es la persona que vamos a ver? —pregunto mientras maneja.

—Se llama Marco —responde—. Es un viejo amigo de papá. Él sabe mucho sobre esta gente y puede ayudarnos.

Asiento, sintiendo algo de alivio al saber que hay una posible salida.

Después de unos veinte minutos, llegamos a un barrio bajo. Liam estaciona y nos bajamos. Caminamos unas cuadras hasta un edificio viejo y descuidado. Toca el timbre y una voz gruesa responde:

—¿Quién es?

—Soy Liam. Necesito hablar con Marco.

La puerta se abre y un hombre corpulento nos deja pasar. Nos guía a una habitación al fondo, donde un hombre está sentado en un sofá, fumando un cigarro.

—Marco —dice Liam—. Gracias por recibirnos.

Marco nos observa con seriedad.

—¿Qué pasa? —pregunta—. Harry me dijo que era urgente.

Liam se sienta frente a él y le cuenta todo. Marco escucha sin decir una palabra.

Cuando termina, Marco apaga su cigarro y se inclina hacia adelante.

—Entiendo —dice—. Es grave. La gente con la que tu viejo se metió no juega.

Se levanta y camina por la habitación.

—Pero puedo ayudarlos —continúa—. Tengo contactos que pueden intervenir.

Liam y yo intercambiamos una mirada de esperanza.

—¿Qué tenemos que hacer? —le pregunto.

Marco se detiene y nos mira.

—Necesito que vayan a un lugar a buscar algo —dice—. Algo que puede servir para negociar con ellos.

Liam asiente.

—Estamos dispuestos a hacer lo que sea —responde.

Marco nos da una dirección y nos explica todo con detalle.

—Tengan cuidado —advierte—. Esta gente no perdona.

Salimos del edificio y nos dirigimos al lugar indicado: un almacén abandonado en las afueras. Liam y yo nos miramos nerviosos antes de bajar del coche.

—Recordá, solo tenemos que buscar lo que Marco pidió —me dice—. Nada de llamar la atención.

Asiento y entramos. El interior está oscuro y polvoriento. Finalmente, encontramos el paquete envuelto en plástico.

De pronto, escuchamos un ruido detrás. Nos giramos y vemos a un grupo de hombres con pinta peligrosa.

—¿Qué hacen acá? —dice uno de ellos.

Liam se adelanta, protegiéndome.

—No buscamos problemas. Solo venimos a buscar algo.

El tipo sonríe.

—Parece que ya lo encontraron —dice—. Pero ahora, tienen que venir con nosotros.

Liam y yo nos miramos. ¿Y ahora qué?

Liam se planta firme.

—No vamos a ir a ningún lado. Déjennos en paz.

El hombre vuelve a sonreír y saca una pistola.

—No tienen opción —dice—. Vamos, muévanse.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.