~luces a media noche~

Alianzas de cristal. Parte 1

Alissa

A veces no sabemos qué tan bien nos sentimos… ni qué tan mal estamos.
A veces solo queda decir “Estoy bien”, cuando nada lo está.
¿Por qué siempre preguntan si estamos mal? Y si no queremos responder, se ofenden. Insisten tanto, que al final lo decimos...
Aunque no queríamos.
Aunque no deberían saberlo.
Solo por no cargar con la culpa de incomodar a quien pregunta.
Y si me lo preguntan a mí…
En otro momento, habría dicho “Estoy bien, no me pasa nada”.
Pero ahora… eso cambió.
Estoy mal.
Me siento vacía, engañada. Con un nudo en la garganta que se ajusta más cada que intento respirar.
Y eso me quema.
Me quema el estómago. Me agobia la mente. Me incendia cada célula del cuerpo.
Y no es solo por mi papá —que al final no es mi papá—.
Es por Elías.
Es por Liam.
Y también… por mi mamá.
Quiero un abrazo. Pero no de esos que duran tres segundos y ya.
Yo quiero —no— necesito otro tipo de abrazo.
"Abrazo de oso", le dice mi mamá.
De esos fuertes. Sinceros. Como los que le daba cuando las cuentas no alcanzaban.
Como el que le di a Maga, cuando su primer novio la engañó. Esa vez que fui hasta la plaza del centro a las tres de la mañana porque la dejó ahí, varada, con el corazón en pedazos.
Ese tipo de abrazo necesito.
Ese que te envuelve, te aguanta… y te promete, sin decir nada, que todo va a estar bien.
Y me acuerdo de uno.
Una vez… tenía once años.
Mi mamá lloraba en la cocina. Había vendido el anillo de compromiso para pagar la luz.
Yo no entendía bien qué pasaba, solo vi sus manos temblando mientras se preparaba un té.
Y la abracé. Así. Fuerte. Como si yo pudiera sostener el mundo por ella.
Me acuerdo que me dijo “Sos chiquita, pero tenés un corazón enorme”.
Yo le respondí que si ella se caía, yo la levantaba.
Y ella se rió con los ojos mojados. Me apretó tan fuerte que me dolió la espalda.
Pero no dije nada.
Porque por primera vez, la sentí menos sola.
Miro hacia mi costado. Está Bruce, Encorvado, codos apoyados en las rodillas, mirada hacia el suelo. Pedazo de hijo de puta.. Me hiciste mierda. A mi, a mi hermano... Destruyó mi familia.
Es verdad el dicho que dice: "La traición no viene de tu enemigo, sino de quién más confías". Dicho doloroso, pero verdadero.
—Perdón. No quería hacerles daño—Arranca diciendo, Bruce.—Nunca fue mi intención hacerles daño. No a Liam.. No a tu mamá. No a vos—Dice en voz rasposa, dolida. Aún mirando al suelo.—
—¿Entonces a quién, Bruce?. Si no querías hacernos daño, ¿Por qué lo hiciste?y no me vengas que fue por la "Familia", porque sé que no es así.—Mi voz se aquebranta, estoy por llorar, mis ojos se me están cristalizando—
Nos quedamos unos minutos en silencio. Y sin pensarlo, de mi boca sale.
—Si Elías se llega a morir... Si no llega a salir de esa habitación vivo. Mi cara va a ser lo último que verán tus ojos.—
Me levanto y camino hacia la cafetería del hospital. Necesito cafeína y algo para comer, el hambre me está matando.
Llego a la cafetería y voy a la barra. La señorita me mira, y con una sonrisa de lado a lado me dice.
—¿Qué va a tomar, señorita?
—Café negro, caliente y dos cubitos de azúcar. —Mi voz es rasposa, y mis ojos están agotados.—
—¿Algo para comer?
—Dos medialunas de manteca.—Digo seca.—
—Ok. Serían $2.300,¿Cómo abonará?—Dice mirándome a los ojos—
—Efectivo.
—Perfecto, pase a la caja que le darán su pedido. ¡Que lo disfrute, linda tarde!
Asiento. ¿Cómo puede ser una "Linda tarde" si mi vida se está yendo a la mierda con cada segundo que pasa?. Es como si el mismo destino me estuviese haciendo pagar los pecados que no hice..
Mis pies caminan pesados, como si cada paso fuera un cuchillo más al cuerpo. Llego a la caja, me dan el café y las medialunas. Le doy el efectivo y me voy.
Necesito aire, tranquilidad, y calmar mis pensamientos. Ahogarlos con la brisa de la tarde. Respirar el aroma a tierra mojada.
Mientras camino hacia la terraza, recuerdo la vez que de niña, Liam y yo peleamos por ver cuál de los dos era más rápido. Estaba por llegar al auto y Liam pasos atrás se cayó, se largó a llorar y me di vuelta para verlo. Estando a 4 pasos de llegar al auto corrí hacía él y sentí culpabilidad. Liam se raspó la rodilla y yo le suplicaba con los ojos llorosos perdón. Creía que toda la culpa era mía, y.. Él me dijo —No es tu culpa, Alu. Y no llores, mi hermanita no llora—. Creo que si me viera llorar ahora estaría decepcionado de mí.
Abro la puerta de la terraza y me siento en el borde del edificio. La brisa juega con mi pelo, mis piernas colgando en la nada. No pienso tirarme. Sí, me duele lo que pasa, pero es un momento, y va a pasar. Solo.. Queda esperar a que pase la tormenta. Eso diría mamá. Las cosas malas son momentos, y los momentos pasan, sin importar en qué situación te encuentres, son momentos y cada momento malo, tiene su lado bueno.
Y de repente, oigo su voz.
—Ali..¿Podemos hablar?—

Pequeño agradecimiento por seguir leyendo esta historia. ¡Gracias!




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.