Luces fatuas

Kristen y el variante

«𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘦𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘪𝘯𝘤ó𝘮𝘰𝘥𝘰, 𝘴é 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘥ó𝘯𝘥𝘦 𝘴𝘦 𝘥𝘪𝘳𝘪𝘨𝘦, 𝘦𝘴 𝘮á𝘴 , 𝘤𝘳𝘦𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘣í𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘪𝘮𝘢𝘨𝘪𝘯𝘢𝘥𝘰 𝘤ó𝘮𝘰 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳í𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘢𝘴𝘪 𝘯𝘰 𝘮𝘦 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦»

                                                                                 Genny 

La carretera era relativamente corta. Divisaba los arbustos que se desvanecían. Esos arbustos áridos generaban un viento gélido que se confundían con mi constante ansiedad. Gotas de sudor perlaban mi frente y el recuerdo de la consulta me arrebataba el aire. Conducía rumbo a Mount Massive con un propósito en mente. Descubrir al autor intelectual y escribir un reporte trascendental en base a ello. Siempre estuve caracterizado por ser un remanente para la sociedad. Un remanente para mí familia y un remanente para el idilio; eso estaba a punto de cambiar. Tenía que dejar de pensar en ello, liberarme un poco y disfrutar del viaje. Encendí la radio, que funcionaba a la perfección. Cambié las estaciones hasta llegar a una en dónde ponían ««𝘐𝘯 𝘵𝘩𝘦 𝘮𝘰𝘰𝘥» de Glenn Miller. Un sonido inconfundible. ««𝘣𝘢-𝘥𝘢𝘩 𝘥𝘶𝘮- 𝘥𝘶𝘮-𝘥𝘢𝘩-𝘥𝘶𝘮-𝘥𝘶𝘮» y una entrada de platillos excepcional. Era la misma canción que usaba con Roslyn en nuestras clases de baile. No estaba familiarizado con la danza y menos con el Rock And Roll pero me gustaba acompañar a Roslyn. Las primeras clases no las tomaba en serio. Pero ver a mi Ex esposa feliz era agradable. Cada vez que íbamos a esas clases sentía unión, diversión, amor... Y por extraño que pareciese disfrutaba bailar. Esa era la canción que unió a mis padres y la canción que nos unía a nosotros. Después de cuatro meses logré aprender a bailar, así que nos inscribimos a un concurso regional de baile. Nos fue bien. No como esperábamos en el concurso. Nos fue bien como pareja.

Finalizada la canción logré llegar a Colorado y lo primero que me disponía a hacer era buscar una habitación. Necesitaba dormir. Mañana sería un día atareado. Tenía que asentarme en Colorado, conseguir una vivienda y un trabajo. Muchas cosas que hacer para tan poco tiempo disponible.

Recorrí un largo tramo de la ciudad hasta llegar al primer hotel de la misma. Parqueé el automóvil cerca a la acera. Bajé de él, abrí el baúl del auto, tomé las maletas y entré al hotel. El recepcionista tenía a lo sumo 19 años. Lo pude notar por los huecos en los pómulos de sus mejillas y el indicio de nuevas espinillas que se asomaban con la tarea de estresar al pobre muchacho. Estaba leyendo un cómic y al parecer no se había percatado de mi presencia. Toqué el timbre de hotel dos veces. Cuando se percató, me miró de reojo con disgusto. 
–Tranquilo, ya tendrás tiempo para leer tu cómic. Además no te voy a demorar ¿Tienes una habitación qué puedas alquilarme por esta noche? 
–Voy a mirar el mostrador y ya le confirmo –Mientras lo hacía dejó a un lado de el timbre el cómic que estaba leyendo. Era «Blue Devil»-. Ya volví, me queda la habitación 104 y la 232. 
–¿Blue Devil, eh? Es un gran cómic. Dame la ciento cuatro. ¿Podrías llevar mi maleta? Quiero aparcar el coche un poco mejor. No quiero que le estorbe a nadie. 
–Aquí está la llave y espero disfrute su estadía acá. Ya llevaré las maletas. 
–Está bien. Yo espero lo mismo.

En la esquina se encontraba una mujer, estaba ebria y su maquillaje estaba corrido. Uno de sus tacones estaba dañado. Ella en general parecía quebrada. Hasta cierto punto era algo incómodo porque tenía que pasar al lado de ella. De sus quejidos. Y hacer caso omiso de su presencia no era tan sencillo como pensaba. Pasé a un lado sin hacer mucho ruido. Cuando estaba a unos metros ella decidió agachar la cabeza. Se veía tan débil. Tan sencilla de analizar. La atisbé con curiosidad sin ser demasiado incómodo. Pero luego decidí apartarme. Estaba agotado.

La habitación era pequeña pero bastante limpia y arreglada. Me recosté sobre la cama que era suave como la cama matrimonial que se encontraba en mí casa y que ahora sólo era ocupada por mí. Tomé una bocanada de aire y revisé los documentos de nuevo. Esta vez con más atención. Ahora era un profesor y mi nombre era George Robertson. Me especializaba en historia y literatura. Lo que era una ventaja. Supongo que todo ello lo tuvo en cuenta Adam. La foto era la de mi luna de miel. Sólo estaba yo, lo que me hizo pensar en el trabajo constante de Adam. La foto estaba retocada. El permiso de conducción era muy bien hecho. Al igual que las múltiples referencias. Tenía la mitad del rompecabezas armado. Tenía todo lo necesario para asentarme. Un trabajo de profesor sustituto no era difícil de conseguir y una casa cerca del pico de Colorado tampoco lo era. Adam ya había hecho su parte, sólo faltaba la mía. Guardé los archivos en la caja.a tapé y me dirigí al lavabo. Lave mi rostro y me di palmadas en los pómulos .
-vamos, sé que tú puedes -me dije a mismo-. No puedes acobardarte ahora.
Me miré al espejo. Ensimismado. Denotaba el cansancio severo que tenía. Tenía ojeras. El rostro macilento. Y lo peor era que ello sólo representaba la punta del iceberg. Uno bastante peligroso. Y a la vez maravilloso.

Volví a la alcoba y me lancé hacia la cama. Y antes de siquiera notarlo me quedé dormido.

2

A la mañana siguiente salí de la habitación con la idea de conseguir trabajo. Ya no se encontraba el recepcionista friki de la noche anterior. Ahora estaba una chica morena de rostro parsimonioso. Me saludó, le devolví el saludo y salí del hotel. Encendí el Shelby, qué mucha gente miraba con envidia y admiración. Un carro antiguo con una presencia desorbitante.

Mientras andaba por la ciudad me encontré con un señor de aspecto longevo. Su rostro demandaba experiencia y un conocimiento espacial de la ciudad que me sería de gran ayuda.

–Disculpe, muy buen día. Siento molestarlo pero quería preguntarle algo -dije, mientras el miraba mi auto.
–En mis tiempos este automóvil era la sensación y eso al parecer no ha cambiado. Es un gran auto. -me contestó golpeando el capó un par de veces-. ¿Qué quieres preguntar? 
–Necesito saber que escuelas se encuentran alrededor de la ciudad. 
– La escuela más cercana es la Aspen Valley. 
–¿No sabe si necesitan algún profesor suplente? 
–Mmm, entiendo... Pero yo no sé mucho de ello. Sólo que nuestra escuela es la mejor del condado en cuanto a béisbol. Pero puede pasarse por el restaurante de Jodie Dinner's. Hay un señor llamado James Simmons. Siempre está los jueves. Él es el director. Es posible que venga acompañado de su medio novia, la señorita Mimi Corcoran. Ella es la bibliotecaria pero la mayoría del tiempo están juntos. James la lleva cortejando desde las navidades pasadas. Dicen que ella es la que en verdad controla la escuela.
–Significa que debo ir pasado mañana. 
–No estarán sino hasta unas tres semanas pero le puedo proporcionar más información. Sólo vaya a esta dirección -me pasó un papel-. Allí puede contactar a un señor. Su nombre es Kevin, él tiene el contacto de James. 
–Muchas gracias. -le respondí mientras miraba el papel. 
–Veo que no es de acá... Se nota por su acento. 
–Tiene razón, soy de Denver. Pero vine a un lugar un poco más tranquilo. Soy escritor. Pero puedo alargar los horarios como profesor sustituto. Dar jornadas completas me impedirían escribir y dar clases al tiempo. 
–Ya veo. Espero consiga el empleo. 
–Muchas gracias. Me servirá mucho su ayuda.
–Si usted se gana a la señorita Mimi, el empleó será suyo. 
–Lo tendré en cuenta -dije.



#7937 en Thriller
#2743 en Detective
#1523 en Novela negra

En el texto hay: misterio, suspenso, romance drama

Editado: 19.10.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.